El crecimiento económico depende del comercio, pero no debe ser considerada la única herramienta para reducir la pobreza de un país, admite un informe compilado en conjunto por la OMC y la OCDE. «Si los beneficios que depara el intercambio al desarrollo parecían garantizados con la iniciativa Ayuda para el Comercio (de la OMC), la […]
El crecimiento económico depende del comercio, pero no debe ser considerada la única herramienta para reducir la pobreza de un país, admite un informe compilado en conjunto por la OMC y la OCDE.
«Si los beneficios que depara el intercambio al desarrollo parecían garantizados con la iniciativa Ayuda para el Comercio (de la OMC), la crisis ha cambiado la percepción», según el estudio.
El informe, titulado «La Ayuda para el Comercio en síntesis 2009: Mantener el impulso», se hizo público en una reunión realizada los días 6 y 7 en Ginebra para evaluar cómo avanzó esa asistencia desde que se instauró ese compromiso de la reunión ministerial de la OMC (Organización Mundial del Comercio) de 2005 en Hong Kong.
«No hay una conclusión simple y general sobre el vínculo causal entre comercio y pobreza, sea directamente entre los dos o mediante el impacto del comercio sobre el crecimiento y, a su vez, sobre la pobreza», añade.
Hay beneficios vinculados con la apertura de las economías, pero la evidencia que vincula el comercio con la reducción de la pobreza es «débil», según los expertos.
En diversos estudios de caso, la liberalización comercial ayudó a reducir la pobreza, pero aumentó la desigualdad. El incremento del comercio benefició a las elites tanto en los países industrializados como en desarrollo, mientras exacerbaba la inequidad en el ingreso, sostuvieron.
De todos modos, «si la ayuda para el comercio era urgente en 2007, hoy es esencial. Las investigaciones permitirán que muchos países en desarrollo se preparen para salir de la crisis potenciando su capacidad comercial», dijo el director general de la OMC, Pascal Lamy, en la apertura del segundo Examen Global de la Ayuda para el Comercio de 2009.
En medio de la peor crisis económica mundial desde la desatada en 1929, los países ricos encuentran dificultades para mantener los compromisos asumidos en 2005.
El programa tiene el objetivo de ayudar a los países en desarrollo a mejorar su capacidad de competir efectivamente en los mercados mundiales de ajustarse a las reformas y la liberalización comercial.
Los donantes cumplieron sus compromisos de Hong Kong hasta 2007. El informe conjunto de la OMC y la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, que reúne entre su treintena de miembros a todas las economías del Norte rico) afirma que la ayuda al comercio aumentó en ese año más de 10 por ciento en términos reales. El total de nuevos compromisos alcanzó 25.400 millones de dólares.
La mayor parte de esta suma fue para Asia –10.700 millones de dólares comprometidos en 2007–, pero África se está poniendo a tono con 9.500 millones de dólares.
En los países de bajos ingresos, la mayor parte del dinero se invierte en infraestructura –en particular, carreteras y energía–, mientras que en los de ingresos medianos el objetivo es el desarrollo productivo, incluido el comercial.
Para la evaluación se enviaron cuestionarios a los países receptores. Estos identificaron como sus principales limitaciones a una mala infraestructura de redes, una competitividad débil, poca diversificación de exportaciones, un insuficiente análisis de políticas comerciales, y las capacidades de negociación e implementación.
En África, la infraestructura constituye un gran problema. «Uganda subraya el desafío de lograr estándares armónicos y de construir una infraestructura compartida con sus socios regionales. Camerún se centra en la necesidad de corredores regionales de transporte y en una aplicación más fuerte de las normas de origen», señala el informe.
«Las prioridades regionales de Tanzania incluyen negociaciones comerciales, mejora de la calidad e infraestructura transfronteriza. En el caso de Mauricio, un pequeño estado insular en desarrollo, sus principales desafíos en materia de infraestructura fueron abordados regionalmente mediante el establecimiento de una línea de transporte marítimo y un sistema de almacenamiento», según el estudio.
Se lanzaron tres proyectos regionales para hacer frente a la falta de infraestructura. El proyecto piloto de corredor norte-sur para mejorar el transporte carretero y ferroviario en África austral y oriental, que abastece a ocho países, es el más ambicioso.
De hecho, la regionalización parece ser el camino a seguir. En 2008 estaban en vigor unos 230 acuerdos regionales, y la OMC espera que esta cifra aumente a casi 400 para el año 2010.
La construcción del corredor puede ayudar a cambiar la percepción de los países en desarrollo de que la ayuda para el comercio no es muy efectiva en la creación de infraestructura, pese a ser prioritaria.
En cambio, reconocen su utilidad en el análisis de políticas comerciales, así como en su negociación e implementación, seguido por la facilitación –simplificación en los procedimientos aduaneros y mejoras portuarias en Ghana, Kenia y Malawi, por ejemplo– y diversificación comercial (mejora en los sectores hortícola y florícola de Zambia).
Integrar el comercio en las estrategias nacionales de desarrollo es una de las medidas que se toma con más frecuencia. Esto ocurrió recientemente en Malí, donde la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) ayudó al gobierno a elaborar por primera vez una política en la materia.
Otros ejemplos concretos de proyectos de ayuda para el comercio incluyeron el apoyo a la Autoridad de Ingresos de Kenia para informatizar exitosamente sus varios servicios.
«El programa del sector empresarial de Tanzania modernizó los laboratorios nacionales de control de calidad, creó una instalación de competitividad para pequeñas y medianas empresas y capacitó a aproximadamente 50 expertos comerciales a nivel de posgrado. Malí también cita varios proyectos de ayuda para el comercio a fin de fortalecer a su sector empresarial», continúa el informe.
La crisis económica mundial cambió las necesidades y las prioridades. Es probable que el comercio de bienes se reduzca nueve por ciento en 2009, lo que supone una disminución de 10 por ciento en las exportaciones de los países industrializados y de dos a tres por ciento en las del mundo en desarrollo.
En este contexto, los expertos reunidos en marzo en la OMC señalaron una demanda insatisfecha de financiamiento comercial de entre 100.000 y 300.000 millones de dólares.
Para hacer frente a esta escasez de financiamiento, Lamy anunció en mayo el lanzamiento del Programa de Liquidez Comercial Global, una iniciativa del Grupo del Banco Mundial, dotado de 5.000 millones de dólares procedentes que podrían aumentar a 50.000 millones en los próximos tres años.
También se espera que la crisis estimule otras intervenciones todavía relativamente pequeñas. Por ejemplo, los programas de ajuste estructural relacionados con el comercio, para ayudar a los países en desarrollo a hacer frente a los costos asociados con la liberalización comercial, como la reducción de aranceles, la erosión de las preferencias o el rechazo a términos comerciales.