Este viernes nuestra debilitada mezcla mexicana de exportación se cotizó en 68.58 dólares por barril. A finales del año pasado se cotizó en 26 dólares por barril. Seis meses antes en 132.71. Hoy estamos a poco más del doble de la cotización del invierno pasado. Y a poco más de la mitad de la del […]
Este viernes nuestra debilitada mezcla mexicana de exportación se cotizó en 68.58 dólares por barril. A finales del año pasado se cotizó en 26 dólares por barril. Seis meses antes en 132.71. Hoy estamos a poco más del doble de la cotización del invierno pasado. Y a poco más de la mitad de la del verano de 2008. De 2007 a 2009, hemos vivido la mayor volatilidad de precios del crudo de nuestra historia reciente.
Recientemente, un investigador iraní (Ahmad R. Jalali-Naini), consultor de la Organización de Países Exportadores de Petróleo -la famosa OPEP-, realizó una investigación sobre el impacto de los mercados financieros en el precio del petróleo y sobre su volatilidad (OPEC Bulletin, junio de 2009). Lo primero a notar es que hoy en día es insuficiente aludir a los llamados fundamentales para explicar el comportamiento de los precios del petróleo. ¿Cuáles? Los de la demanda (consumo estructural y consumo estacional). Y los de la oferta (costos, disponibilidad, calidades y ubicación).
Pero, a decir de Jalali-Naini, los últimos ocho años, la impresionante expansión del mercado de derivados (futuros, opciones, swaps…) y su penetración en la esfera petrolera, ha tenido un importante impacto en los precios. El mundo se acostumbró no sólo a comercializar la entrega física del petróleo, sino las circunstancias y riesgos de esa entrega en el futuro. Así, los papeles que especificaban esa entrega, llegaron a constituir una nueva y altamente deseada reserva de valor. Prácticamente todos los fondos de inversión y de pensiones del mundo, adquirieron este papel de petróleo. Pero Jalali-Naini nos hace notar que esta novedad del manejo del petróleo como activo financiero (asset class commodity, dicen en inglés), fue precedida y, de alguna manera, alentado por el largo periodo de estancamiento de las inversiones en desarrollo de capacidades petroleras, consecuencia, entre otras razones, de un muy largo periodo de precios bajos de petróleo (enero de 1986 a enero de 1999), con un precio de 30 dólares en 2008 para el caso del crudo marcador West Texas Intermediate (WTI) (hoy superior a 70 y de casi 140 en julio del 2008).
Pero el importante incremento de la demanda mundial de crudo, encabezado por los notables incrementos de China e India, alentó la elevación de precios y, consecuentemente, de los rendimientos a las inversiones en desarrollo de la producción. Un mecanismo fundamental para la concentración y centralización de dinero para financiar las inversiones en la esfera petrolera, fue ya no sólo la emisión de acciones de las empresas -desarrolladoras y estrictamente petroleras- sino también la emisión de papel en esta esfera y su comercialización a nivel mundial.
Primordialmente, a través de la participación del crudo (también del gas natural) en los fondos de commodities, promovidos y administrados por bancos, operadoras y demás consorcios financieros. Así, de 2000 a 2008 vivimos una expansión sin precedentes en el volumen de dinero invertido en petróleo, no sólo de fondos de inversión provenientes de todo el mundo, sino de fondos de pensiones y otros fondos. Todos intentaban obtener, simultáneamente, rendimientos máximos y minimización de riesgos. Una de las principales conclusiones de Jalali-Naini es que el arribo de todos estos fondos -incluidos los meramente especulativos- al mercado petrolero, empezó a influir de manera creciente en el nivel de precios. Más aún, sugiere que la espiral ascendente del invierno de 2007-08 al verano de 2008, así como el tremendo derrumbe que le siguió hasta el invierno de 2008, fueron notablemente influidos por la dinámica financiera del papel de petróleo, fuertemente cargada de especulación.
No había razones en los fundamentales -parece sugerir Jalali-Naini- para que el precio se acercara a los 150 dólares en julio de 2008, o a superar los 100 dólares -me permito añadir-. Pero aun en niveles inferiores, esta espiral -nuevamente añado- obligó a enormes transferencias extraordinarias de recursos de los consumidores de petróleo hacia una esfera integrada ya no sólo por productores sino por inversionistas y especuladores, en detrimento de otras esferas fundamentales de la economía, como la de alimentos. Por ejemplo, en el caso del trigo y del maíz, el nivel medio del periodo del periodo enero 1986 a enero 1984, se triplicó en el periodo enero de 1999 a julio 2008. En algunos meses se quintuplicó.
Otra conclusión similarmente importante y de carácter más general: el petróleo ya quedó integrado en el espacio financiero mundial -ya no sólo en el productivo o industrial- y se ha consolidado como un activo financiero más, junto con las acciones, los bonos y los swaps tradicionales. Junto con los elementos tradicionales (los fundamentales) esta nueva realidad deberá ser considerada por los analistas petroleros cuando se intente, como de ordinario, describir el futuro próximo de los precios del petróleo. Pese a nuestro debilitamiento productivo crónico en el terreno petrolero (casi un millón menos de producción de crudo en 2009 respecto de 2004) este asunto de los precios del petróleo sigue siendo fundamental para nuestra cotidianidad. No sólo económica y fiscal, sino social y política. Sólo recordemos que sin petróleo somos una de las tasas fiscales más bajas del mundo. Sí, del mundo. Nunca más de 11 por ciento del PIB. Nunca.
NB. Un abrazo a los Benítez Muro. Las muertes coincidentes de la prestigiosa chef Ana y de José su hermano han sido muy dolorosas. Ana nos dispensó a muchos -muchísimos- una ternura sin igual, en todos sus proyectos. La recuerdo en su Discreto Encanto de Comer, de la calle de Orizaba en la Colonia Roma. No se van ni su ternura ni -mucho menos- su jiricaya. Dijo alguien: Ana siempre estará al pie del fogón. Sin duda.