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2010: Recusar el «consenso» conservador y (re)comenzar el camino

Fuentes: Correspondencia de Prensa

La escena política brasilera está tristemente dominada por un «consenso» que sólo interesa a los de «arriba». La continuidad de las políticas neoliberales es el gran acuerdo entre las fracciones dominantes que se ubican en la disputa por el gobierno. Para los trabajadores la realidad es presentada casi que como un nuevo «milagro», tan engañoso […]

La escena política brasilera está tristemente dominada por un «consenso» que sólo interesa a los de «arriba».

La continuidad de las políticas neoliberales es el gran acuerdo entre las fracciones dominantes que se ubican en la disputa por el gobierno. Para los trabajadores la realidad es presentada casi que como un nuevo «milagro», tan engañoso como el anterior. Un aumento del consumo basado en el crédito más caro del mundo, una recuperación modesta del salario mínimo y políticas de transferencia directa que no movilizan más que una ínfima porción del presupuesto, producen una sensación de alivio después de décadas de apriete continuado.

Mientras tanto, los índices de desigualdad continúan altísimos, la concentración de la propiedad no cesa y las limitaciones de los llamados programas sociales (asistencialistas) no resisten ningún análisis. Programas como el PAC y el de «Mía Casa Mi Vida», estimulan ante todo la acumulación de capital en lugar de propiciar el beneficio de las mayorías. El «Mía Casa» es ejemplar: no redistribuye la propiedad urbana y tiene como meta resolver la cuestión habitacional para apenas el 8% de las familias con ingreso debajo de los 3 salarios mínimos. Podría traducirse así: la meta mantiene al 92% de estas familias sin techo adecuado. Y lloramos a todos los muertos nuestros en cada lluvia e inundación.

Serra, Dilma y Marina tienen biografías vinculadas a la «democratización». Especialmente las dos últimas (Partido de los Trabajadores y Partido Verde respectivamente), vienen vestidas con algún grado de «simbolismo», alguna capacidad de engañar (sobre lo que realmente) a sectores de masas y de los movimientos sociales. Lamentablemente, harán alianzas con los de siempre y se comprometerán con la continuidad de lo peor. Prometen un futuro de remiendos, rebeldías domadas y esperanzas postergadas. Al Capital y al «orden internacional» (imperialista) le destinarán alguna crítica mientras cierran buenos negocios privados; todo lo contrario será para los movimientos sociales y las capas más pobres. Nada de consistente entonces.
Hasta aquí, nosotros, socialistas, fallamos en el cumplimiento de nuestro deber. Los partidos y movimientos de izquierda no fueron capaces de forjar alianzas sólidas, ni crear posibilidades de avances político-programáticos suficientes. Al contrario, la mezquindad, el personalismo y el electoralismo, engendraron nuevas divisiones.

Es preciso dar vuelta la página. O por lo menos comenzar a hacerlo. Las elecciones corresponden a un test, a un momento de embate. El cuadro actual apunta a una disputa electoral vaciada de política, personalista, un escenario de sueños para la clase dominante.

Para fortalecer a los movimientos reales de resistencia en los próximos años, es indispensable que una alternativa anticapitalista sea presentada. Los partidos socialistas (PSOL, PSTU, PCB) ya presentaron diferentes nombres vinculados a los intereses de las mayorías y todos merecen nuestro respeto, Sería muy deseable una unificación consiente y programática y estaremos a favor de ella hasta al final.

Incluso en un escenario de presentación de diversas candidaturas la máxima unificación de las campañas es una necesidad. El foco en la crítica a los candidatos del orden capitalista (y no la disputa de los socialistas entre sí), la construcción de espacios y ejes comunes de intervención en las luchas sociales, son una posibilidad a nuestro alcance. En este sentido, estamos de acuerdo con el llamado por una campaña política unificada que ha sido propuesto por sectores de la izquierda, como el PCB.

En el escenario actual, reconocemos que el nombre de Plínio de Arruda Sampaio (candidato del PSOL) por su compromiso históricamente probado con los intereses y demandas de los trabajadores y los movimientos sociales, puede expresar un potencial significativo: el de recomenzar el camino para la afirmación de que hay una alternativa y de que ella no se contiene en los marcos de mantención del orden capitalista.

Esta campaña debe escapar de las trampas que se reducen a los procesos internistas o a los proyectos electorales de los parlamentarios. Se precisa un proyecto para el país. Uno que elija a los trabajadores rurales en vez de los dueños del «agronegocio»; a los habitantes de las favelas y periferias y no a los especuladores inmobiliarios; a las mujeres, negros e indígenas en lugar de las elites de siempre; a los trabajadores y no a los banqueros; a los pueblos del Sur en lugar de los señores del Norte.

Si fuera así – y creemos que podrá ser – valdrá la pena tener un nuevo comienzo.

* Colectivo de militantes y activistas sindicales, estudiantiles y feministas de Río de Janeiro.
Traducción de Ernesto Herrera
Fuente original: www.barlavento.org