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Tragedia griega

Fuentes: El Telégrafo

Europa vive en la actualidad su propia tragedia griega. El capitalismo sucumbe otra vez en otra de sus crisis. La Gran Recesión atribuida inicialmente a la crisis inmobiliaria y financiera de 2008 sigue extendiendo sus tentáculos.Las dificultades de Grecia para generar ingresos y cubrir sus gastos, entre ellos el pago de su deuda, han puesto […]

Europa vive en la actualidad su propia tragedia griega. El capitalismo sucumbe otra vez en otra de sus crisis. La Gran Recesión atribuida inicialmente a la crisis inmobiliaria y financiera de 2008 sigue extendiendo sus tentáculos.
Las dificultades de Grecia para generar ingresos y cubrir sus gastos, entre ellos el pago de su deuda, han puesto en alerta a los especuladores financieros. La respuesta ante su nerviosismo se ha reflejado en la caída de las bolsas de valores. La crisis amenaza con arrastrar a otros países, como Italia, España, Portugal e Irlanda, por el momento. Incluso, amenaza con hundir aún más a un ya debilitado euro.

Entre las discrepancias entre Alemania y Francia -de por medio el FMI-,  para dar una respuesta rápida al problema, la conmoción social en las calles de Atenas se hace sentir. El parlamento griego fue forzando a aprobar una ley controversial para viabilizar el rescate conjunto de la Unión Europea y el FMI por cerca de 141.000 millones de dólares. Sus condiciones nos recuerdan los planes de ajuste neoliberales: recorte de los salarios y pensiones del sector público, congelamiento de los salarios públicos y privados, flexibilización de las leyes laborales y la elevación de impuestos, entre ellos el IVA.

La receta aplicada a Grecia da a relucir que el dogma impulsado a partir del Consenso de Washington sigue vigente, y lejos de extirparse, se fortalece bajo la batuta del reactivado FMI. Ya aparecen los grandes ganadores de estas decisiones, los tenedores de bonos de la deuda pública griega. Bajo el supuesto de que no se puede aplicar condonaciones de deuda, ya que esto generaría incentivos para contar con gobiernos irresponsables, los tenedores de deuda resultan libres de toda culpabilidad. ¿Acaso no fueron ellos los que compraron bonos a sabiendas que las estadísticas económicas de Grecia tenían falencias?, ¿acaso no se beneficiaron de descuentos importantes e intereses altos con la compra de estos bonos?, ¿no fueron ellos los que abrieron la llave del financiamiento para tener jugosas ganancias financieras?, ¿acaso no pusieron a disposición productos financieros sofisticados que ayudaron a maquillar las estadísticas fiscales?

El incentivo perverso que genera las decisiones tomadas para solucionar el problema en Grecia alimenta la lógica perversa de las burbujas financieras. El FMI y sus secuaces se encargaron de inflar y tolerar dichas burbujas, y ellos mismos asoman presurosos para salvar a quienes se beneficiaron de la época de auge. A la postre, quienes pagan el costo de la codicia de los mercados financieros y del capital, son los trabajadores, los pensionistas, la población en su conjunto.

La tragedia griega, que tanto influyó desde la literatura en la historia de la humanidad, hoy es una amenaza cierta para el mundo entero. Se apaga la esperanza de gran parte de la población mundial que creía que la grave crisis del capitalismo ya se estaba superando. Pero, si bien la crisis angustia, esta debería ser la oportunidad para regular la economía mundial y poner límites al capitalismo salvaje. ¡Ya es hora de sacar las lecciones de tanta tragedia!