Recomiendo:
0

Los borradores de Vera Sassulich

La segunda arista de la concepción marxista del mundo: la dialéctica (décimoquinta aproximación)

Fuentes: Rebelión

Entre los papeles desositados en el fondo de Reserva de la Biblioteca Central de la Universidad de Barcelona, pueden leerse detalladas aproximaciones de Sacristán a los tres borradores de la carta que Marx dirigió la revolucionaria Vera Sassulich [1]. En la «Carta de Redaccción» del número que mientras tanto dedicó a Marx en el primer […]

Entre los papeles desositados en el fondo de Reserva de la Biblioteca Central de la Universidad de Barcelona, pueden leerse detalladas aproximaciones de Sacristán a los tres borradores de la carta que Marx dirigió la revolucionaria Vera Sassulich [1].

En la «Carta de Redaccción» del número que mientras tanto dedicó a Marx en el primer centenario de su nacimiento [2], Sacristán se manifestaba de forma nítida contra cualquier concepción determinista y universal de la Historia humana:»[…] la exorcización de Marx es un asunto complicado, y decir que ahora ya se ha conseguido es caer en un error: como notó Gramsci, ya en otras ocasiones anteriores se ha creído a Marx exorcizado. Gramsci pensaba en los grandes burgueses rusos de finales del siglo pasado y comienzos de éste, para los cuales, decía, El Capital debió de ser libro de cabecera, puesto que con su esquema de filosofía de la historia les prometía el indefectible adviento de un capitalismo perfecto. Pero aquellos grandes burgueses se equivocaron al creerse al pie de la letra las leyes y necesidades que encontraron categóricamente enunciadas en El Capital y en otros escritos del Marx que se podría llamar clásico». Exactamente igual, proseguía Sacristán, se equivocaron los bolcheviques, que «creyeron también en todas aquellas necesidades y determinaciones infallibles». El error de los primeros se ubicó principalmente en los hechos, «pues ellos nunca pudieron presidir un capitalismo inglés en Rusia». El error de los segundos tenía además documentación autógrafa de Marx: «las cartas, hoy célebres pero entonces desconocidas, a Otetschestwennyje Sapiski [Anales de la Patria] y a Vera Sassulich». En estas, remarcaba su traductor, «Marx relativiza lo más especulativo de su sistema, limitándolo a los países de la Europa Occidental», y renunciaba explícitamente a la filosofía de la historia.

En opinion de Sacristán, al final de su vida, Marx no pronosticaba nada «necesario» ni «determinado» ni a los capitalistas rusos ni a los bolcheviques. «Se puede suponer que su pensamiento acabó desembocando más allá de las confortadoras seguridades con que lo exorcizaron burgueses y déspotas».

Afirmaciones similares pueden sostenerse de la propia reflexión de Sacristán sobre estas temáticas.

Las siguientes anotaciones, que exigen acaso lectura paciente sin olvidar su condición de notas de lectura, son algunas de sus observaciones de trabajo a estos tres borradores de Marx:

Primer borrador a Vera Sassúlich (febrero-marzo 1881).

    I. El esquema de Riazánov:

  1. Planteamiento de la cuestión.
  2. Análisis de la tesis de la decadencia irremediable de la obschchina.
  3. El medio histórico específico.
  4. La crisis de la obschchina.
  5. Necesidad de la revolución.

II. Elaboración mía [Sacristán] del esquema del Riazánov:

  1. Planteamiento de la cuestión.
    1. Planteamiento básico sobre el modelo del Capital. Irresolución.
  2. Análisis de la tesis de la decadencia inevitable de la obschchina.
    1. El argumento por analogía histórica con Europa.
    2. La réplica de Marx (anticipa el punto 3).
      1. Inciso teórico. Repeticiones.
  3. El medio histórico específico (Consideración teórica).
    1. En Rusia misma.
    2. En el mundo. Repeticiones.
    3. Medio político interior ruso.
    4. Medio exterior: crisis capitalista.
    5. Repeticiones.
  4. La crisis de la obschchina (Construcción práctica).
  5. Necesidad de la revolución.
    1. Facit no teórico.
    2. Repeticiones.
    3. Perspectiva revolucionaria.

III. Otra esquematización:

  1. Limitación del modelo a Europa Occidental y explicación de ello.
    1. Condicionalidad del modelo.
  2. Perspectiva de la obschchina.
    1. El argumento analógico contra su supervivencia.
    2. Primera circunstancia en contra: la coexistencia con el capitalismo.
    3. Segunda circunstancia: crisis del capitalismo.
    4. Inciso teórico.
  3. El caso ruso.
  4. La situación de la obschchina.
  5. Perspectiva revolucionaria
    1. Primera versión.

    5.2. Segunda versión.

    5.3.Tesis.

Como dice Riazánov, es el mejor borrador.

IV. «De este modo ocurre aquí en última instancia la transformación de una forma de propiedad privada a otra forma de propiedad privada. Pero como la tierra no se encuentra en manos de los campesinos no ha sido nunca propiedad privada suya. ¿Cómo se les puede aplicar ese proceso?» (p. 384).

MSL: Hay un truquito en no recordar que el modelo era más amplio, y abarcaba también en su dialecticidad los estados anteriores. En cambio, va a presentar este asunto no como dialéctico-necesario, sino como empírico-contingente, mediante un razonamiento por analogía.

El poco o ningún uso de la dialéctica fuerte en la tesis sobre la obschchina va acompañado de un estilo inductivo:

«Desde el punto de vista histórico , el único argumento serio que se podría aducir en favor de la disolución inevitable de la comuna de los campesinos rusos es el siguiente: si se mira a un pasado muy remoto, se encuentra por todas partes en la Europa occidental la propiedad colectiva de un tipo más o menos arcaico; esa propiedad ha desaparecido en todas partes con el progreso social. ¿Por qué habría de sustraerse a ese destino sólo en Rusia? (pp. 384-385).

V. Tal como estaba en los borradores: es de los pocos elementos analíticos recogidos en la breve carta: «Contesto: porque en Rusia, gracias a una coincidencia única de circunstancias, la comuna aldeana, que aún existe a escala nacional, puede liberarse paulatinamente de sus rasgos primitivos y desarrollarse directamente como elemento de la producción colectiva a escala nacional. Precisamente sobre la base de su coetaneidad con la producción capitalista puede apropiarse de los logros positivos de ésta sin atravesar sus terribles vicisitudes» (p. 385).

MSL: Desarrollo directo es desarrollo positivo, no por el zigzag de la negación de la negación.

6. «(…) si todos esos gastos hubieran servido para el ulterior desarrollo (*) de la comunidad aldeana, nadie rumiaría hoy lo de la «inevitabilidad histórica» de la aniquilación de la comuna: todos reconocerían en ella el elemento del renacer de la sociedad rusa y un elemento de superioridad respecto de los países todavía esclavizados por el régimen capitalista» (p. 385)

(*) Evidentemente, no por negación, sino positivo.

Además de la posibilidad de desarrollo sin negación de la negación, la hipótesis valora formas sociales por su calidad, no por su posición en el modelo de desarrollo. Valoración contrapuesta a la de Engels.

7. Lo más importante es que incluso la explicación de la ruina de la comuna en Europa, o fuera de Rusia, o, en general, se da sin dialéctica, por empiria histórica, y por causas hasta completamente exógenas, aunque luego hable del «dualismo» interno de la forma más tardía (o agrícola): «(…) Pero en todo caso la investigación ha avanzado lo suficiente para confirmar.1º, que la capacidad de supervivencia de las comunidades primitives fue incomparablemente mayor que la de las sociedades semíticas, griegas, romanas, etc y a fortiori que la de las modernas sociedades capitalistas; 2º, que las causas de su decadencia procede de la circunstancias económicas que les impidieron rebasar un determinado estadio de desarrollo, que proceden de milieus históricos que de ningún modo coinciden con el milieu histórico de la comuna aldeana rusa de hoy día» (p. 386). Hay que entender que aquellas comunidades no dispusieron de alguien que les diera las técnicas necesarias para aumentar su productividad sin cambiar la estructura social. La cosa no está claramente pensada, pero si más o menos oscuramente, como lo refuerza, si no lo confirma incluso, la manera crítica como se refiere, en el párrafo siguiente, a las leyes de la economía, haciendo que la política decida sobre ellas: «Sin Henry Maine, por ejemplo, que un activo colaborador del gobierno inglés en su obra de destrucción violenta de las comunas indias, nos asegura hipócritamente que todos los nobles esfuerzos del gobierno por conservar aquellas comunas fracasaron ante la fuerza espontánea de las leyes económicas» (p.386).

8. Y esa concepción no dialéctica fuerte se presenta como «teoría»: llama «puramente teórico» a un punto de vista analítico nada dialéctico y del que se desprenderá la vitalidad de la comuna: «Para estimar desde un punto de vista puramente teórico, esto es, siempre en el supuesto de condiciones de vida normales, los posibles destinos de la comuna aldeana (…)» (p. 387).

9. Interesante y sorprendente desaparición del léxico hegeliano en un contexto muy adecuado para el mismo: la comuna agrícola no es «contradictoria», sino que presenta un «dualismo» fecundo y peligroso. Esta dicha la idea de la posible ruptura de la homeostasis, pero eso no es Hegel: Hegel sería la necesidad de eso por razones «lógicas»: «Es fácil entender que el dualismo interno de la «comuna agrícola» puede llenarla de gran vitalidad (…). Pero no es menos evidente que ese mismo dualismo puede convertirse con el tiempo en una fuente de descomposición» (p. 388).

10. Por último, el punto crucial de la ausencia de dialéctica necesidad hegeliana: «Pero «significa eso que en cualesquiera circunstancias el desarrollo de la «comuna agrícola» haya que tomar ese camino (*). De ninguna manera. Su forma básica admite esta alterativa: bien el elemento de propiedad privada contenido en ella vencerá sobre el elemento colectivo, o bien éste sobre aquél. Todo depende del milieu histórico en que se encuentre…esas dos soluciones son a priori posibles, pero evidentemente cada una de ellas tiene por presupuesto un milieu histórico completamente diferente» (pp.388-389).

(*) ¿De la disolución? Es que el juego hegeliano es inaplicable. La negación de la comuna (la comuna = tierra colectiva y casa propia) sería: tierra privada o casa colectiva…

11. Democratización sin capitalismo: cómo superar el aislamiento de la comuna, base del despotismo central: «Hoy ése es un obstáculo que sería muy fácil eliminar. Bastaría con sustituir la volost, que es una institución del gobierno, por una asamblea campesina que elegirían las comunas mismas y serviría de órgano económico y administrativo de sus intereses» (p. 390).

12. La comuna rusa: «Puede, pues, ser el punto de partida inmediato del sistema económico hacia el que se inclina la sociedad moderna, y empezar una nueva vida sin suicidarse. Habría que empezar, por el contrario, por ponerla en una situación normal» (p. 391). La idea de ponerla en una situación normal es directamente proudhoniana, contraria a la tesis dialéctica del lado malo. Esta aquí todo el abandono de la dialéctica: el desarrollo directo o positivo, «sin suicidio» (sin negación); y la situación normal, que es una idea por así decirlo proudhoniana (mantener el lado bueno), contraria a la tesis dialéctica del lado malo.

13. Razón de carácter revolucionario del desarrollo de la comuna sobre su base: «Pero frente a ella se yergue la gran propiedad que tiene en sus manos casi la mitad del suelo, y precisamente la parte mejor, por no hablar de los dominios estatales. Precisamente por eso la conservación de la «comuna aldeana» en el camino de su ulterior desarrollo coincide con el movimiento general de la sociedad rusa, cuyo renacimiento sólo se puede conseguir a ese precio» (pp. 390-391). Observar el léxico, nada «marxista», del «renacimiento» (Wiedergeburt).

14. «La mejor prueba de que semejante desarrollo de la «comuna aldeana» corresponde al curso histórico de nuestra época es la terrible crisis por la que atraviesa la producción capitalista en los países europeos y americanos en los que tuvo su mayor florecimiento, crisis que terminará con la abolición del capitalismo y con la vuelta de la sociedad burguesa a una forma superior del tipo más arcaico, de la producción y apropiación colectivas» (p. 392).

La crisis del capitalismo prueba que lo que mejor corresponde al curso histórico es no pasar por el capitalismo. Puede entenderse como una respuesta -por lo demás muy plausible- al problema del desarrollo de los pueblos no-occidentales. Además, si, como era el caso, el capitalismo no estaba a punto de derrumbarse, los marxistas rusos tenían razón, y había que pasar al capitalismo. De modo que es posible considerar todo el desarrollo de un modo completamente «ortodoxo». El conjunto sería, además, una prueba de que el marxismo ortodoxo es flexible. Sin embargo, es obvio que la solución así obtenida da un enorme papel a la voluntad política. Pues no se ve porqué la crisis del capitalismo en USA y Europa impediría un florecimiento capitalista en Rusia. En cualquier caso, todo desemboca siempre en la anulación de la perspectiva de filosofía de la historia: el modelo europeo queda en modelo histórico, en explicación histórica. Deja de ser dialéctica en sentido pleno.

15. Cuando empieza el punto 4, el que Riazánov tituló «Crisis» de la obschchina, Marx empezó escribiendo (y tachó): «Descendiendo de la teoría a la realidad, nadie podrá disimular que la comuna rusa se encuentra hoy frente a una conspiración de fuerzas e intereses poderosos» (Aricó 41). Eso indica que la mejor división es: tratamiento teórico, tratamiento práctico o empírico.

16. «Tras la sedicente emancipación de los campesinos el estado puso a la comuna rusa en condiciones económicas anormales, y desde ese momento no ha dejado de oprimirla con ayuda de las fuerzas sociales concentradas en sus manos» (p. 393). Llamar «anormales» a las condiciones naturalmente dadas en un desarrollo capitalista incipiente es muy significativo.

17. El punto quinto de Riazánov empieza con la conclusión no teórica: «(…) los portavoces de las «nuevas columnas de la sociedad» describen las heridas que ellos mismos han infligido a la comuna como síntomas naturales de su decrepitud» (p. 394). Lo mismo sería aplicable, lo habría sido, en Europa, reventando todo el modelo suyo. Pues es claro que lo ascendente en Rusia eran «las nuevas columnas de la sociedad».

18. Clara persistencia de la validez del modelo del Capital, pero obviamente condicional, «tendencial»: «¿Por qué quieren [Los miembros de «las nuevas columnas de la sociedad»] matar la gallina de los huevos de oro [la obschchina]? Sencillamente porque los hechos económicos, cuyo análisis me llevaría demasiado lejos, han revelado el secreto de que el estado actual de la comuna no se puede ya mantener, y que ya por el mero curso necesario de las cosas [cursiva MSL], dejará muy pronto de ser concorde con los tiempos la presente manera de explotar a las masas populares. Por consiguiente, hace falta algo nuevo, y esa novedad insinuada bajo las formas más diversas desemboca siempre en lo siguiente; abolir la propiedad colectiva, constituir como clase media rural la minoría más o menos acomodada de los campesinos y transformar en proletarios corrientes a la gran mayoría de los campesinos» (p. 394). El paso es de la mayor importancia: a) mantiene el modelo europeo como modelo no-europeo (no «histórico»· singular), sino teórico o hipotético; b) pero lo presenta no como algo que se hace sin saberlo, según la célebre fórmula del Capital, sino como algo buscado conscientemente por la clase ascendente; c) la condicionalidad del modelo lo exime de filosofía de la historia.

19. La decisiva importancia del factor subjetivo es evidente en la tesis final: «Para salvar a la comuna, hace falta una revolución rusa. Si la revolución se produce en tiempo oportuno, si concentra todas sus fuerzas para asegurar el libre florecimiento de la comuna aldeana, ésta se desarrollará pronto como elemento de la regeneración de la sociedad rusa y cómo elemento de superioridad sobre los países esclavizados por el régimen capitalista» (p. 395, final del borrador). La revolución es rusa, no europea, según la concepción de Engels. Y la economía estará dirigida por la política, manifiestamente.

Sobre el segundo borrador a Vera Sassúlich, Febrero-marzo de 1881, señalaba Sacristán:

  1. Esquema mío inspirado en el de Riazánov para el primer borrador:
  2. Planteamiento de la cuestión según el modelo del Capital.
  3. Sobre marxismo.
  4. Análisis de la tesis de la disolución inevitable de la obschchina.
    1. El argumento histórico.
      1. Una dilucidación no exactamente coincidente con el primer borrador.
    2. La réplica de Marx, por el medio interno y externo de la comuna.
  5. Tratamiento teórico de la cuestión.
  6. Tratamiento empírico: crisis de la obschchina.

2. Otro esquema posible: 1. Limitación del modelo del Capital a Europa y razón de ello. 1.1. Condicionalidad del modelo y empiria 2. Rechazo de los marxistas. 3. Perspectivas de la comunidad aldeana. 3.1. Diferencia con Europa. Mantenimiento del modelo. Formulación drástica del eurocentrismo. 3.2. Formulación de la tesis sobre la perspectiva. 4. Teoría de la comuna arcaica. Tratamiento teórico del caso ruso. 5. Planteamiento político-económico. 5.1. Coda final de mucho interés teórico.

3. Buena formulación de la condicionalidad del modelo: «La única consecuencia que tendrían derecho a inferir el curso de los acontecimientos en el oeste es la siguiente: para implantar la producción capitalista en Rusia, habría que empezar por abolir la propiedad colectiva y expropiar a los campesinos, esto es, a la gran masa del pueblo» (p.396).

4. Léxico no hegeliano para los conceptos más hegelianos: «Por una parte [la producción capitalista] ha desarrollado notablemente las fuerzas productivas sociales, pero, por otra parte, ha mostrado su propia incompatibilidad con las fuerzas engendradas por ellas mismas. Su historia no es sino una historia de antagonismos, crisis, conflictos y catástrofes (Antagonismes, Krisen, Konflikten und Katastrophen) » (p.397).

5. El modelo es afirmado con más energía y más eurocentrismo que en el borrador primero: «Si Rusia estuviera aislada en el mundo, si tuviera que desarrollar por su propia cuenta los logros económicos que la Europa Occidental no consiguió sino atravesando una larga serie de evoluciones, desde la existencia de sus comunidades arcaicas hasta su estado actual, entonces no habría duda alguna, al menos en mi opinión, de que sus comunas estarán inevitablemente condenadas a sucumbir con el desarrollo de la sociedad rusa».

(Es decir, si se cumplieran las condiciones iniciales europeas, el modelo no tiene alternativa. Pero sólo si Rusia tuviera que desarrollar los célebres logros. La inevitabilidad de ese desarrollo parece tácitamente asumida por Marx. En esta versión, se tiene la mayor trivialización de la novedad) (Pero queda que el desarrollo de la obschchina previsto por Marx tiene una «naturalidad» que no es por negación de la negación).

«Pero la situación de la comuna es por completo diferente de la situación de las comunidades arcaicas en Occidente. Rusia es el único país de Europa en el que la propiedad colectiva se ha sostenido en escala grande, nacional; pero, al mismo tiempo, Rusia existe en un milieu histórico moderno, es contemporánea de una cultura superior, está unida al mercado mundial en el que predomina la producción capitalista» (p. 398). La tesis es la misma, pero el acento se ha hecho más conservador del modelo y más eurocéntrico. Todo es más dialéctico en sentido fuerte. Queda, sin embargo, que el desarrollo sería directo, no por negación.

6. «En el caso de que los entusiastas del sistema capitalista en Rusia nieguen la posibilidad de semejante combinación, tendrán la bondad de probar que, para utilizar máquinas, Rusia se ha visto obligada a atravesar el período de incubación de la producción de máquinas» (p. 398). Tiene mucho interés el uso de esos términos subrayados [cursiva], que suponen un sutil, pero importante cambio de los conceptos teórico-metodológicos más generales y fundamentales: de necesidad a posibilidad, de desarrollo necesario único a combinación posible.

+ El naturalismo de la repetida metáfora geológica.

7. «Llego ahora al núcleo de la cuestión [teórica]. No habría que ignorar que el tipo arcaico al que pertenece la comuna rusa oculta un dualismo interno que en ciertas circunstancias puede acarrear su ruina» (p. 399). Es posible considerar la nueva teoría como una dulcificación empírica de la dialéctica hegeliana: en vez de contradicción, dualismo; en vez de resultado lógico-ontológico (Lenin, Iliénkov, el mismo Marx), resultado indeterminado según las circunstancias. Pero claro que eso lo cambia todo. No queda más que la dinámica de descomposición interna ni siquiera necesaria, sino posible.

8. Su programa supone acumulación no a costa del campo y gradualismo: «(…) la sociedad rusa, que tanto tiempo ha vivido a costa y cargo de la comuna aldeana, le debe los primeros y necesarios anticipos para esta transformación. Obviamente se trata sólo de una transformación, paulatina, que tendría que empezar por situar a la comuna en una situación normal sobre su base presente » (p. 399). La idea de situación normal es proudhoniana, por así decirlo. Según ella, lo normal es la lucha.

9. «Lo que amenaza la vida de la comuna rusa no es ni una necesidad histórica ni una teoría; es la opresión por parte del estado y la explotación por intrusos capitalistas que se han hecho poderosos gracias al mismo estado y a costa y cargo de los campesinos» (p. 400). Es la última frase de este borrador. Exactamente igual que en Europa…

Finalmente, sobre el tercer borrador a Vera Sassúlich, Febrero-Marzo de 1881, estas serían sus notas:

  1. Esquema mío inspirado en el de Riazánov para el primer borrador:
  2. Planteamiento de la cuestión según el modelo del Capital.
  3. Análisis de la tesis de la disolución inevitable de la obschchina.
    1. El argumento histórico.
    2. El inciso teórico.
    3. La réplica de Marx.

    2.3.1.Tesis general.

    2.3.2. Análisis más o menos teórico.

    2.3.2.1. Con un punto nuevo. Interrupción.

2. Este tercer borrador vuelve a posiciones del primero, incluso más radicalmente: el modelo es condicional sólo aplicable al paso de propiedad privada personal a propiedad privada capitalista: no dice nada sobre paso de propiedad colectiva a propiedad privada, sobre lo que Marx no tenía «ninguna duda» en el borrador segundo: «Así, pues, en el caso de este movimiento en el oeste se trata de la conversión de una forma de propiedad privada en otra forma de propiedad privada. En cambio, en el caso de los campesinos rusos habría que transformar su propiedad colectiva en propiedad privada. Se afirme o se niegue la inevitabilidad de esa transformación, las razones en favor o en contra no tienen nada que ver con mi análisis de la génesis del orden capitalista. Lo más que se podría inferir de él es que, a la vista de la situación presente de la gran mayoría de los campesinos rusos, el acto de su transformación en pequeños propietarios no sería más que el prólogo de su rápida expropiación» (p. 401).

3. «No querría tener en cuenta ese argumento [1] más que en la medida en que se apoya en las experiencias europeas. Por lo que hace, por ejemplo, a las Indias Orientales, nadie ignora, con la excepción de Sir H. Maine y otras gentes de la misma calidad, que la abolición violenta de la propiedad colectiva del suelo no fue allí sino un acto de vandalismo inglés que lanzó a los autóctonos no hacia adelante, sino hacia atrás» (p. 402). (1) El histórico de los tres borradores. También es importante, porque supone que no es necesariamente el proceso social, con una dinámica interna, el que destruye la propiedad colectiva, y sugiere un posible desarrollo no por negación de ésta hacia adelante.

4. La interesante diferencia de talante con el antieslavismo de Engels y de su propia juventud se manifiesta en los borradores primero y tercero en la disculpa sutil por tratar de la comuna germánica: «La «comuna aldeana» se encuentra también en Asia, entre los afganos, etc, pero en todas partes representa el tipo más reciente, última palabra, por así decirlo, de la formación arcaica de las sociedades (*). Para subrayar esos hechos he entrado en algunos detalles respecto de la comuna germánica» (p. 403). (*) Está suponiendo un modelo histórico universal.

Es de toda evidencia que sigue sosteniendo un modelo universal. Hay que distinguir, pues, entre universalidad y dialéctica o filosofía de la historia. Lo segundo implica lo primero pero no al revés. La afirmación de un modelo universal puede ser también inductiva.

5. «(…) el mismo dualismo puede convertirse con el tiempo en un germen de descomposición. Prescindiendo de todas las influencias dañinas que le llegan de fuera, la comuna lleva en su propio interior los elementos que la destruyen» (p. 404). No se abandona la visión de la inestabilidad, pero si a) el léxico hegeliano para su descripción; b) la necesidad del cambio y su dirección. La verdad es que siempre le obligó a eso el sentido común político-histórico: lo mismo dice lo de la ruina de las clases en lucha del M.C.

6. Manifiesta formulación de un modelo universal: «En cuanto última fase de la formación primitiva de la sociedad, la comuna agrícola es, al mismo tiempo, una fase de transición a la formación secundaria, esto es, transición de la sociedad fundada en propiedad colectiva a la sociedad fundada en sociedad privada» (p. 404). Hay que trabajarlo todo dentro de ese marco. Y no es fácil. Pero tampoco muy difícil. Una respuesta conservadora u ortodoxa diría: «No hay nada nuevo; simplemente, algunas sociedades pueden saltar directamente de la formación primaria a la terciaria (y obsérvese lo hegelianamente triádico que sigue siendo Marx), si son coetáneas de sociedades secundarias bien desarrolladas».

Y no hay duda de que el mismo Marx construye ese argumento -que es el de Engels- sobre todo en el segundo borrador y, con Engels, en el prólogo a la segunda edición rusa del MC. Pero ocurre que tanto en el primer borrador cuando en el tercero, Marx lanza su pensamiento por otro rumbo, abandonando resueltamente la necesidad unívoca del camino de la negación y la negación de la negación, porque está admitiendo una entidad evolutiva (no dialéctica). Esto es muy natural, porque ha admitido previamente (por constatación empírica) una entidad intermedia, precisamente la comuna agrícola, con propiedad colectiva (de la tierra, bosques, baldíos, etc) y privada (de casa y aperos), y otra entidad también intermedia, la nueva comuna germánica. ¿Qué sería la negación de eso? Depende, no hay necesidad dialéctica, o la necesidad dialéctica no está determinada (todo lo contrario de lo que decía Althusser); puede imponerse cualquiera de los dos rasgos o elementos constituyentes de la entidad intermedia. Sin ninguna logicidad, sin más necesidad interna que la búsqueda de un equilibrio cualquiera.

7. «Pero, ¿quiere eso decir que el recorrido histórico de la comuna agrícola tiene que conducir a ese resultado? De ninguna manera. Su dualismo interno permite una alternativa: o bien su elemento de propiedad triunfará de su elemento colectivo, o bien éste sobre aquél. Todo depende del medio histórico en el que se encuentre» (p. 404) [cursiva MSL]. Este concepto del medio, que es precisamente lo que enlaza su respuesta heterodoxa sobre la comuna rusa con la ortodoxia del modelo, es precisamente la destrucción de la dialecticidad fuerte del modelo, porque quita el protagonismo a la estructura y la dinámica interna por negación de las formaciones. Si alguien arguye que hay que tomar todo el cosmos como campo, se responderá: entonces hay que añadir una visión más bien darwiniana, no hegeliana. Selección, valor de supervivencia. Adaptación.

Queda, pues, presentar una breve antología de las aproximaciones centrales de Sacristán a esta categoría y conjeturar sobre sus fuentes de inspiración.

Notas:

[1] La hija de Sacristán se llama también Vera. No estoy queriendo apuntar que esa fuera la fuente de inspiración de la decisión que tomaron Sacristán y Giulia Adinolfi. Francesc Vicens ha contado que cuando preguntó a Sacristán por el nombre de su futura hija, respondió: «Vera, que quiere decir verdadera». También la hija de Francesc Vicens lleva ese nombre.

[2] Pude verse ahora en M. Sacristán, Escritos sobre El Capital y textos afines, El Viejo Topo, Barcelona, 2004.

Referencia Prólogo:

El prólogo de Sacristán en la red: http://archivo.juventudes.org/node/114

    Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.