Dos grupos económicamente fuertes pujan por abrirse paso en el complicado panorama mundial con miras a revertir las posiciones unilaterales estadounidenses que desde la desaparición de la ex Unión Soviética y el sistema socialista europeo han centrado la vida en el planeta tierra. Fundado en Brasilia en 2003, el IBSA (integrado por India, Brasil y […]
Dos grupos económicamente fuertes pujan por abrirse paso en el complicado panorama mundial con miras a revertir las posiciones unilaterales estadounidenses que desde la desaparición de la ex Unión Soviética y el sistema socialista europeo han centrado la vida en el planeta tierra.
Fundado en Brasilia en 2003, el IBSA (integrado por India, Brasil y Sudáfrica) ha ido aunando sus posiciones en la discusión de intereses comunes e impulsar las acciones de colaboración favorables a terceros países en el marco de las relaciones Sur-Sur.
La cuarta cumbre del grupo se efectuó en abril pasado en la capital carioca con la participación de los tres jefes de esos Estados y se acordaron nuevos programas de trabajo.
El IBSA cuenta con 17 grupos trilaterales de trabajo que cubren disímiles áreas de cooperación económica: transporte, científico-técnica, energía, salud y turismo.
Entre las recientes acciones de apoyo del grupo hacia terceros países se destacan los proyectos sociales llevados a cabo en Guinea Bissau, Palestina, Camboya y la ayuda para la reconstrucción de Haití tras el violento terremoto que azoló el 12 de enero a esa nación caribeña. En ese sentido, el presidente Luis Inacio Lula da Silva señaló que «no es necesario ser rico para ser solidario».
Mientras el primer ministro indio, Manmohan Singh puntualizaba que «el IBSA entró en una fase de consolidación», el presidente sudafricano, al referiste a las entidades financieras mundiales y al ejercicio de las Naciones Unidas, señalaba que se hacía necesario que «esas instituciones sean más representativas y democráticas y que respondan mejor a las necesidades de los pobres».
Entre los acuerdos rubricados en la cita aparece la construcción conjunta de dos satélites espaciales, uno para estudios climáticos y otro para observar la Tierra que ayudarán al desarrollo futuro de las producciones agrícolas en esos países y en otros dentro de los proyectos Sur-Sur.
En cuanto al BRIC, que efectuó su primera cumbre en la ciudad rusa de Ekaterimburgo en 2009 existen muchas más expectativas pese a las diferencias que tienen entre ellos.
Sus lineamientos van encaminados mayormente a defender el multilateralismo; impulsar la presencia económica y comercial en el mercado internacional de las cuatro naciones con énfasis en la eliminación de los subsidios agrícolas de los países desarrollados; tener mayor participación en los organismos financieros internacionales como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) y que éstos se democraticen; financiar proyectos de infraestructura conjuntos y en un futuro hallar formas de intercambiar mercancías en monedas nacionales, en lugar del dólar.
En referencia a la creación de una moneda única supranacional de la que se ha comentado por parte de alguno de sus miembros, parece mucho más difícil pues habría que concatenar diferentes puntos de vistas políticos que subsisten entre ellos. Las cuatro naciones que lo integran y que le dan el nombre (Brasil, Rusia, India y China) poseen el 40 % de la población mundial con el 25 % de la extensión total de la Tierra; el 25 % del PIB y el 12,8 % del comercio internacional.
Innegablemente que representan una fuerza contundente. El FMI estima que mientras el crecimiento económico del BRIC hasta 2014 será el 62 % del total mundial, la de los países del Grupo de los 7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón) se situará solo en alrededor del 13 %.
Los números antes mencionados permiten al grupo ejercer influencia en las decisiones de la política económica internacional, cuestión que antes solo la podían trazar y determinar los países desarrollados con Estados Unidos a la cabeza.
En la reunión de abril en Brasil, los cuatro jefes de Estado o Gobierno, condenaron la «globalización asimétrica y disfuncional», llamaron a crear un desarrollo con mayor justicia social, el respaldo de los intereses nacionales y encontrar propuestas para superar la crisis financiera internacional que comenzó en 2008 en Estados Unidos y se ha extendido a casi todas las naciones.
A diferencia de las naciones desarrolladas, la actual coyuntura para el BRIC le resulta favorable pues entre sus miembros no hay crisis financiera crónica, tienen tasas de crecimientos aceptables, favorable incremento de la inversión extranjera y desarrollo de programas sociales. Como ocurre frecuentemente, existen contrastes económicos y políticos en las proyecciones de sus miembros que se mueven, como China, entre un socialismo que no se ha inclinado hacia un cambio capitalista neoliberal agresivo; Rusia que después del derrumbe de la URSS pasó a un sistema de capitalismo salvaje y ahora retoma vías más allegadas a sus intereses nacionales, y Brasil e India que se desenvuelven en una especie de capitalismo subdesarrollado donde son vulnerables de una u otra forma, a las políticas financieras de los poderosos.
No obstante, el IBSA y el BRIC son dos relevantes manifestaciones de un nuevo orden económico, y por qué no, político mundial que se está estructurando por varias regiones del mundo que rechazan el unilateralismo.
En este sentido resulta sintomático destacar un informe elaborado por la financiera Goldman Sachs en la que se expresa que para el 2039 los integrantes del BRIC sobrepasarán en su conjunto a las economías de las naciones más desarrolladas del mundo y en el 2050 ostentarán el mayor PIB del planeta.
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