Este domingo se vota en Venezuela el recambio completo de la Asamblea Nacional, órgano unicameral que ejerce el poder legislativo desde la Constitución parida en 1999. Las elecciones servirán para actualizar la correlación de fuerzas entre los dos bloques políticos antagónicos: El PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), acompañado por el PCV (Partido Comunista de […]
Este domingo se vota en Venezuela el recambio completo de la Asamblea Nacional, órgano unicameral que ejerce el poder legislativo desde la Constitución parida en 1999. Las elecciones servirán para actualizar la correlación de fuerzas entre los dos bloques políticos antagónicos: El PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), acompañado por el PCV (Partido Comunista de Venezuela), frente a la opositora Mesa de Unidad, integrada por una veintena de partidos de derecha. Pero sobre todo, los comicios significarán una nueva prueba a la salud y al porvenir de la Revolución Bolivariana, que para la ocasión incorpora a su batería de ensayos la propuesta de «El Pueblo Legislador».
Unos 18 millones de venezolanas y venezolanos integran el padrón electoral que podrá elegir a los 165 diputados y diputadas a la Asamblea Nacional, incluidos los tres representantes indígenas. Además se elegirán los 12 diputados y diputadas al Parlamento Latinoamericano (único país que lo hace por voto directo).
La votación va a determinar qué porcentaje recuperará la oposición en el parlamento, teniendo en cuenta que en las anteriores legislativas decidieron no presentarse, en un patético y fallido intento de boicot. Ahora vuelven a apostar por la vía democrática con una coalición agarrada con alfileres, prácticamente sin figuras relevantes y sin mostrar un proyecto unificado, con una única propuesta en común: «salir de Chávez».
Sus puntos de apoyo son la maquinaria mediática privada nacional e internacional -que renovó en los últimos meses sus descaradas campañas antichavistas- y el patrocinio político y financiero de las corporaciones transnacionales e incluso del Departamento de Estado de Estados Unidos, como lo denunciara la investigadora Eva Golinger ante la Fiscalía General.
La derecha venezolana tampoco se esmeró demasiado en maquillar sus plataformas políticas. Algunas muestras de los ideales y valores que promueve se reflejan en iniciativas como la de Gustavo Rojas, candidato por Primero Justicia, que para financiar su campaña decidió rifar una operación de aumento de senos; o como Richard Blanco, de Alianza Bravo Pueblo, que utilizó a jóvenes semidesnudas, al estilo de las garotas del carnaval brasileño, para promocionar su campaña.
La apuesta del PSUV mostró a un Chávez poniéndose la campaña al hombro y recorriendo todo el país con maratónicas y multitudinarias caravanas. El partido gobernante presenta entre sus candidatos a varios de sus dirigentes de primera línea, algunos de los cuales acarrean cierto desprestigio. Pero también postula a un buen porcentaje de referentes de la juventud bolivariana, aquella que se forjó y se formó políticamente en el proceso; el caso más emblemático es el de Andreína Tarazón, de apenas 22 años, proveniente del movimiento estudiantil y bautizada por Chávez como «la hija de la revolución».
También integran la lista de candidatos del PSUV algunos militantes de organizaciones de base, como Orlando Zambrano, vocero del Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora, postulado en el Estado de Apure. Lo que podría aportarle una bocanada de aire fresco a una Asamblea todavía impregnada de vicios y lógicas burguesas.
El Pueblo Legislador
Pero además de buscar la mayoría absoluta en el parlamento, el chavismo tiene un segundo reto, algo más complejo. En sintonía con la premisa general de transitar de una democracia representativa a una protagónica, la próxima Asamblea Nacional tendrá el desafío de intensificar las vías de participación del pueblo organizado, de darle vida a la propuesta de «El Pueblo Legislador».
¿De qué se trata? En pocas palabras, de transformar el parlamentarismo actual por uno construido y ejercido desde las instancias del poder popular. De que cada diputado/a participe en instancias de funcionamiento regular, en el circuito donde fue elegido/a, junto a voceros y voceras del poder popular: allí debería informar sobre la gestión de la Asamblea Nacional, promover el debate, recibir propuestas de anteproyectos de leyes y someter a consideración las decisiones que se discutirán en la Asamblea Nacional.
De comenzar a materializarse este concepto de «pueblo legislador», se daría un paso importante en la profundización del proceso en su larga transición al socialismo. Claro, con diputados y diputados revolucionarios, el camino será más sencillo.
– ver transmisión en vivo de medios comunitarios nucleados en la Red Alba TV
www.albatv.org
– Escuchar en vivo el operativo especial de La Radio del Sur, el domingo
Fuente: http://www.prensadefrente.org/pdfb2/index.php/a/2010/09/24/p5966
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