El gobierno venezolano en las últimas semanas ha tomado medidas de expropiación y ocupación temporal sobre diversas constructoras dedicadas a la estafa inmobiliaria. Sin embargo, pese a que estas medidas son contra las promotoras y se garantiza la entrega de las propiedades a sus dueños, muchos de los afectados, influenciados y confundidos por las noticias difundidas por los canales privados, han organizado protestas contra estas medidas del gobierno. Clodovaldo Hernández describe las contradicciones de un imaginario venezolano de la oposición afectado por la estafa y beneficiado con la expropiación.
Menudo conflicto el que atolondra la conciencia del Latero Ilustrado: luego de pasarse años criticando acremente las expropiaciones (en sus análisis las ha llamado confiscaciones comunistas), está a punto de recibir su nuevo apartamentazo en una urbanización de El Hatillo gracias a una de ellas.
Él había jurado que lograría, «a pesar del rrrrégimen», dar el salto desde las calamitosas filas de la clase media a secas al exclusivo club de triunfadores de la clase media alta. El emblema de ese salto era el apartamento con vestier , «habitación para la cachifa» (así le dice él), tres puestos de estacionamiento y gym en la planta baja. Ahora resulta que el último empujoncito en ese salto se lo da precisamente la tiranía castrocomunista. El hombre, con razón, siente que le confiscaron sus ideas.
Latero, como mucha gente sabe, es un pobre defensor del neoliberalismo. Pobre no porque sus argumentos lo sean, sino entendiendo la palabra en su acepción más llana, la de persona que anda buscando medio para completar un real. Por eso ya había sido un drama para él ver cómo la sacrosanta iniciativa privada lo mantenía -irónicamente- privado del apartaco de sus sueños, pero pagando a pie juntillas cuotas de prerreserva, reserva propiamente dicha; preinicial, inicial propiamente dicha; anualidades a futuro, mensualidades adelantadas, indexaciones de todas las anteriores, intereses acumulados, derecho a protocolización, papeleo y pagos del IPC (bajo cuerda para que no se entere el rrrrégimen). Todas esas transferencias netas de capital las hizo de mala gana, a sabiendas de que la constructora, dicho sea en lenguaje no economicista, se lo estaba chuleando de lo lindo. Pero, claro, ni pensar en una protesta o en una consulta al Indepabis, porque «¡qué raya, nos van a decir chavistas!».
Incluso ahora, que todo se ha consumado, tiene miedo de ir a recibir su legítima propiedad privadísima suya de él, infaustamente rescatada por estatistas confiscadores. Teme al qué dirán de la oposición, que alguien lo llame quejoso y vive-la-vida o que en la portada de algún periódico lo tilden de lambucio. Entiéndanlo, el Latero Ilustrado se formó en los altos hornos gerenciales del IESA, cree en dios Friedman Todopoderoso y no quiere ser, para nada, confundido con un keynesiano balurdo. Por ello ha llegado a una encrucijada alucinante: «¿Acepto o no acepto la llave?».
La esposa del Latero (a quien el muy neoliberal llama «mi mujer») no puede creer que esté entrampado en semejante disyuntiva. Sin tantas luces como el marido, la señora resumió todos sus saberes de economía política en una frase interrogativa: «¿Tú como que de verdad eres gafo, chico?». Menudo conflicto.
Fuente: http://www.eluniversal.com/2010/11/12/opi_art_confiscan-ideas-al-l_2093350.shtml