El alza espectacular de los precios de los alimentos está intensificando un gran acopio de descontento en Túnez, Egipto y otros lugares. Es una profunda corriente subterránea que impulsa a muchos pobres condenados a morirse de hambre a lanzarse a la calle y a la violencia. Según la Agencia alimentaria de Naciones Unidas (FAO) los […]
El alza espectacular de los precios de los alimentos está intensificando un gran acopio de descontento en Túnez, Egipto y otros lugares. Es una profunda corriente subterránea que impulsa a muchos pobres condenados a morirse de hambre a lanzarse a la calle y a la violencia. Según la Agencia alimentaria de Naciones Unidas (FAO) los precios de los alimentos están creciendo mensualmente por séptima vez consecutiva y es probable que sobrepasen el récord más alto alcanzado en diciembre 2010.
No se entrevé el fin de esta batalla de desestabilización por la inflación de los precios de los alimentos en lugares como Egipto, donde la mitad de la renta media se la llevan los alimentos. Según el Departamento de Estado, durante los dos últimos años tuvieron lugar en el mundo más de 60 revueltas a causa de los alimentos.
En marzo 2008, un espectacular repunte de los precios de los alimentos llevó a miles de personas al borde de la inanición, a una violenta revuelta, enviando una ola de choque sísmico a través del régimen de Mubarak. Después de que los militares consiguieran distribuir suficiente trigo para atajar la revuelta, los esfuerzos del gobierno Mubarak para almacenar trigo han fracasado, puesto que los precios de los alimentos continúan elevándose a niveles récord.
Los medios de comunicación atribuyen el problema a varias razones, que van desde una demanda creciente, a cortes en los subsidios alimenticios, sequías y órdenes gubernamentales de utilizar más bio-combustible a base de semillas. Pero hay otro factor significativo en juego: la especulación desenfrenada por parte de los bancos de inversión. Como señala USA Today, en 2008, «puede que los especuladores no maniobren en Wall Street, sino que están apuntando a las semillas alimenticias».
La cuestión está en los mercados de bienes aún no regulados, introducidos por la Administración Clinton y el congreso de EEUU con la aprobación de la Ley de Modernización de Futuros de Materias Primas de 2000. Antes de esta ley, la Comisión de Intercambio de Futuros de Materias Primas (Commodity Futures Trading Commission [CFTC]) sirvió de vigilante introduciendo reglas para prevenir la distorsión o la manipulación de los precios al margen de la oferta y la demanda normales. Pero los bancos de Wall Street y empresas como ENRON y British Petroleum estaban decididos a ganar mucho más dinero a través de la especulación, eximiendo los contratos de derivados de la energía y los «swaps» con ellos relacionados, del control gubernamental.
Debido a esto, la ley del 2000 permite a entidades a quienes no les importa si la gente común tiene o no tiene cantidades suficientes de alimentos y combustible, así como a negocios dependientes de materias primas, ganar grandes cantidades de dinero apostando con el dinero de los demás.
Poco después de la aprobación de la ley del 2000 emergieron mercados «oscuros» de intercambio de futuros no regulados, especialmente el Intercontinental Exchange (ICE) de Londres, creado por Wall Street, bancos de inversión europeos y varias empresas petrolíferas. Una operación clave implica el «over the counter index trading», por la que cientos de miles de millones de dólares de fondos de pensiones, bienes soberanos y otros fondos institucionales se utilizan para inundar mercados «oscuros» de bienes para comprar y detentar contractos de futuros sin fecha de expiración o sin supervisión. Cuando llega el momento de ganar dinero apostando a la baja, estos fondos se retiran, provocando caídas de precios de los bienes e inestabilidad económica.
No se trata de transacciones habituales de «comerciantes de bienes bona fide, tales como una compañía aérea que se protege de las variaciones del precio del petróleo comprando contratos de futuros. Tal como señaló el prominente directivo de un fondo de riesgo, Michael McMasters, ante una comisión del Senado de EEUU en 2008, esto equivale a «una forma de atesoramiento electrónico y acrecienta grandemente el efecto inflacionario del mercado. Para millones de pobres del mundo ello significa literalmente morirse de hambre»
Algunos líderes mundiales se pronuncian abiertamente contra el pernicioso papel de los mercados «oscuros» de bienes. Recientemente, el Presidente francés Sarkozy alertó, en el forum de Davos, de un crecimiento del malestar e incluso de guerra, a menos que la especulación con materias primas sea controlada, algo contra lo que luchan ferozmente Wall Street y los legisladores republicanos. La ley de reforma financiera Dodd/Frank introduce algunas restricciones en esta práctica a través de la CFTC. Concretamente, la CFTC está empezando el proceso de desbrozar los especuladores de los bancos de inversión no bona fide.
Como era de esperar, los republicanos piden que la CFTC deje de poner frenos y están planeando audiciones y legislación para contrarrestar estos esfuerzos.
El levantamiento masivo, espontáneo, de la gente común en Egipto y Oriente Medio contra sus regímenes autoritarios tiene muchas causas. Una de ellas, que merece mucha mayor atención, es la especulación desenfrenada de poderosas instituciones financieras privadas, a quienes no les preocupa que la gente se muera de hambre en el mundo ni los impactos que ello pueda tener. A causa de ello se está distorsionando la oferta global de alimentos.
Robert Alvarez, académico senior del Institute for Policy Studies, fue asesor político senior del secretario del Departamento de Energía de 1993 a 1999.
Fuente: http://www.counterpunch.org/alvarez02042011.html
Traducción para www.sinpermiso.info: Anna Maria Garriga