«No pediremos perdón por el ataque. No nos compete a nosotros mejorar la comunicación con los rebeldes.» -Russell Harding, vicecomandante de la OTAN- Parece que lo de Libia se complica, por la falta de colaboración tanto de los rebeldes como de Gadafi. Los primeros, porque no son la infantería que la OTAN esperaba para seguir […]
«No pediremos perdón por el ataque. No nos compete a nosotros mejorar la comunicación con los rebeldes.» -Russell Harding, vicecomandante de la OTAN-
Parece que lo de Libia se complica, por la falta de colaboración tanto de los rebeldes como de Gadafi. Los primeros, porque no son la infantería que la OTAN esperaba para seguir sobre tierra el camino que abriesen desde el aire. Ponen mucha voluntad y celebran con entusiasmo las victorias, pero son incapaces de aguantar una plaza conquistada más de una tarde. Y encima, no desaparece el recelo sobre quiénes son los llamados rebeldes.
En cuanto a Gadafi, tampoco está ayudando mucho al éxito de la misión. Se queja la OTAN de que el libio coloca sus tanques en zonas pobladas, en vez de alinearlos en el desierto para que los aviones puedan practicar el tiro al blanco a placer.
No sabemos si los rebeldes están arrepentidos de haber llamado a la OTAN, pero sí declaran ya su decepción. Ni les dan las armas esperadas, ni les despejan el terreno lo suficiente, y encima están negociando con el dictador bajo la mesa. Además, la operación no ha puesto fin a los ataques de los leales a Gadafi. Y para rematar, el fuego amigo, pues distinguir desde el aire a los buenos de los malos siempre es complicado, y pasa lo que pasa.
En lo único que se han dado prisa los atacantes extranjeros es en organizar la salida de petróleo de la zona oriental. Oficialmente es para garantizar ingresos a los rebeldes, pero nadie explica cómo se va a comercializar. Ahora se entiende que se dieran tanta prisa en reconocer a los rebeldes como representantes legítimos de Libia, para evitar la irregularidad que supondría disponer de los recursos de un país soberano.
No sabemos cómo saldrá la OTAN de este callejón sin salida. Tampoco sabemos si Gadafi caerá, le facilitarán una salida digna o le permitirán seguir en el poder, aunque sea con medio país. Por ahora, lo único cierto es que los rebeldes no van a ganar, no como esperaban. Si Gadafi sigue, ellos pierden. Pero si el dictador es expulsado, o si el país se divide y se quedan con la zona oriental, no será por méritos propios sino por la ayuda extranjera, y estarán en deuda con sus salvadores. Y tengan por seguro que se cobrarán la deuda.
Fuente: http://blogs.publico.es/trabajarcansa/2011/04/09/la-decepcion-de-los-rebeldes-libios/