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Cuestiones para el MST

Las acciones del MST pierden autonomía en la lucha de clases y el MST pasa a ser visto apenas como un apoyo más del gobierno

Fuentes: Correio da Cidadania

El MST continúa siendo el principal movimiento social brasilero. Cabeza de lucha erguida contra los poderosos a favor del socialismo en nuestro país. Continúa – y tal vez haya aumentado – con la política de ocupación de tierras y de espacios políticos urbanos. Es una referencia de la izquierda mundial y, asímismo, pierde visibilidad política. ¿Cuál […]

El MST continúa siendo el principal movimiento social brasilero. Cabeza de lucha erguida contra los poderosos a favor del socialismo en nuestro país. Continúa – y tal vez haya aumentado – con la política de ocupación de tierras y de espacios políticos urbanos. Es una referencia de la izquierda mundial y, asímismo, pierde visibilidad política. ¿Cuál es el motivo? Creo que podemos apuntar algunas cuestiones al debate:

1) En los años ’90, período de mayor crisis del socialismo y de consolidación del neoliberalismo en Brasil, hubo un retroceso de prácticamente todos los movimientos sociales y políticos de los trabajadores. La excepción fue el MST que, «contra todo y todos», consiguió afirmarse como una contraposición al capitalismo en su forma neoliberal de entonces. Al contrario de los otros movimientos, no se entregó al pragmatismo o al desánimo generalizado del período. Fue a la lucha y enfrentó al latifundio, al agronegocio, a la prensa y al neoliberalismo del gobierno de FHC (Fernando Henrique Cardoso).

2) No obstante, con el arribo del gobierno petista de Lula, el MST cambia sus acciones. Continúa enfrentando al agronegocio basando sus acciones, acertadamente, en la lucha de clases. Pero pasa a considerar al nuevo gobierno como «en disputa». Así, pasa a «disputar» el nuevo gobierno, incluso cuando este se muestra hegemónicamente vinculado al capitalismo y al agronegocio. El gobierno no es visto como un instrumento de la clase dominante, sino contradictorio, abrigando a sectores de derecha y de «izquierda». Por tanto, el gobierno debería ser disputado y no criticado, por lo menos públicamente. Si el gobierno se encaminaba hacia la derecha, la «culpa» era de los movimientos de izquierda que no hacían la disputa «por el poder».
 
3) No presentando más conflictos con el «gerente del capitalismo», o sea, el gobierno federal, y subestimando el papel del nuevo gobierno en la lucha de clases favorable al agronegocio y a la derecha, el MST pierde visibilidad. Depende de las políticas públicas y, aparentemente, defiende al gobierno que genera esas políticas. Parte de la gran prensa pasa a preocuparse no con la lucha de clases que deviene de las acciones del MST, sino en vincular a este con el gobierno federal para hacer oposición al gobierno central.
 
O sea, las acciones del MST perdieron la autonomía en la lucha de clases y el Movimiento Sin Tierra pasa a ser visto como un apoyador más del gobierno. De esta forma, la derecha pasa a criticar al Movimiento para desgastar al gobierno Lula y no para inferir este debate en la lucha de clases.
 
4) El MST se torna ambiguo en sus acciones políticas. No realiza críticas al gobierno Lula para no distanciarse de las bases, debido a la popularidad de Lula, y pasa a apoyar el bipartidismo. Es decir, se adhiere a la idea de que criticar al gobierno petista sería dar fuerzas al PSDB. Co esto, en las elecciones, por ejemplo, nunca apoya las propuestas de frentes de izquierda, y si apoya siempre el «mal menor» que sería el PT.
 
5) Al no criticar al gobierno, acaba por tener una visión equivocada del problema de la tierra en Brasil, respaldando, algunas veces, el argumento «contra» la reforma agraria usado en el período FHC. Este gobierno decía que en Brasil no había más tierras disponibles para la reforma agraria. Pues bien, el MST, indirectamente, pasa a aceptar este argumento al comenzar a luchar contra la ley de los «índices de productividad» para que una tierra sea considerada improductiva y posible de reforma agraria.
 
Pero los estudios del profesor Ariovaldo Umbelino, de la Universidad de Sao Paulo, ya demostraron que gran parte de las tierras del agronegocio son del gobierno. Esto es, que el gobierno sin mover los «índices de productividad», podría retomar las tierras invadidas por el agronegocio y realizar la reforma agraria. Claro que esto generaría conflictos enormes ¿pero un gobierno de izquierda debería temer a los conflictos?
 
Defiendo que la izquierda debe – o mejor, debería – dejar de lado la posición bipartidaria del mal menor y reorganizarse con cara propia para la defensa del socialismo. Aunque sea minoritaria, que no llegue al gobierno por ahora, debe comenzar a demarcar su campo propio, marcando sus diferencias con los tucanos y petistas, y avanzar en la construcción de una sociedad que supere el capitalismo.
 
 
Antonio Julio de Menezes Neto es sociólogo, doctor en Educación y profesor en la Universidad Federal de Minas Gerais.

Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa.

Fuente original: http://www.correiocidadania.com.br/