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No Future: El triunfo del neoliberalismo

Fuentes: Rebelión

La consigna No Future, fue muy citada y coreada durante la década de los 80 (como también en los 60 y 70) como visión pesimista del futuro, en un contexto en que la Guerra Fría se reactivaba debido a la estrategia brutal por parte de la administración Reagan en EEUU por el control social y […]

La consigna No Future, fue muy citada y coreada durante la década de los 80 (como también en los 60 y 70) como visión pesimista del futuro, en un contexto en que la Guerra Fría se reactivaba debido a la estrategia brutal por parte de la administración Reagan en EEUU por el control social y político del sistema-mundo. Ahora, 30 años después del inicio del «cambio» impulsado por Reagan y Tatcher, podemos decir que la etapa de consolidación del neoliberalismo está prácticamente finalizada.

Además, curiosamente, los propios portavoces del sistema, economistas y otros «especialistas» no dejan de repetirnos que el Estado es insostenible, que no se puede hacer frente al gasto público y que se debe privatizar, dejar al mercado que actúe, no hay alternativa. Por lo tanto nos estan diciendo en gran medida, que este Estado redistribuidor pone trabas al desarrollo y por lo tanto hay que desmantelarlo.

De hecho podríamos entrever, que la supuesta concesión que supuso la creación de los Estados del Bienestar (al finalizar la II Guerra Mundial) a los sectores obreros y empobrecidos, cediéndoles ciertos derechos y ayudas, ha sido algo transitorio, con el único fin de desarrollar las economías con la intención de enriquezer a las rentas altas a costa del trabajo y esfuerzo de una clase obrera adiestrada dentro de la estructura capitalista y alienada por el consumo.

Esta alienación, impulsada a traves de los medios de comunicación, la mayoría controlados por grandes empresas (muchas de ellas estadounidenses), llegó a la población a través de brutales campañas de publicidad y marketing, haciéndonos creer entre otras cosas, que el «sueño americano» era posible. Esto se reprodució también a través de la escuela y la familia. Ello, principalmente, fraguó los ánimos revolucionarios entre las clases oprimidas, que veían como ahora podían tener casa, televisión, coche, lavadora y otros tantos artilugios parte del lifestyle estadounidense, si trabajaban, se esforzaban y cumplían las normas, es decir, si respetaban las directrices impuestas por el sistema. Se inició así la globalización económica con EEUU como eje vertebrador.

Estas dinámicas, que se hacen más evidentes en la década de los 80 y 90, establecieron la imposición del sistema neoliberal, como único y necesario modelo visto el supuesto fracaso del Estado del Bienestar que cortaba las ansias de crecer económicamente.

Hay quien se resiste a pensar que el modelo neoliberal se haya impuesto de verdad en la actualidad. Hay otros que dicen hacer políticas socialdemócratas cuando en realidad están haciendo políticas que favorecen al neoliberalismo (Estado español, Alemania, Portugal, Grecia, Estados Unidos).

Lo que si es cierto es que el desmantelamiento de los Estados es un hecho, sólo hay que ver las medidas tomadas en Grecia, Irlanda o Portugal, solicitando ayudas a la Unión Europea y el FMI (Fondo Monetario Internacional), ya que supuestamente no tienen recursos para afrontar las deudas acumuladas fruto de la actual crisis internacional, a cambio de realizar unos ajustes estructurales basados en el recorte de gasto público, la orientación de sus economías hacia las exportaciones, la implantación de altos tipos de interés y la reducción de impuestos a las rentas altas y empresas.

En este caso es igual si ello comporta empeorar la atención sanitaria pública, empeorar la educación, aumentar las desigualdades y crear malestar social.

Este es el argumento que se ha esgrimido a la opinión pública, pero tampoco se plantearon estos países, como ha hecho Islandia, el no devolver las deudas contraídas por los bancos, e iniciar un proceso democrático que incluya a toda la población para tratar las cuestiones que afectan al Estado.

Y tampoco contemplan la estrategia de subir impuestos, ya que no es viable se dice, ya que las empresas buscan el máximo beneficio, les da igual si la gente no puede acceder a una educación gratuita y de calidad, o si la gente no puede llegar a fin de mes porque está endeudada, no son solidarias, y si el Estado subiera los impuestos a las empresas y a las rentas altas, estas se irían del país y el problema se agravaría.

¿Y es esto ético? ¿Vemos como normal que todo el mundo busque el máximo beneficio sin importarle los demás? Pues parece que nos hemos creído el discurso y no lo cuestionamos.

¿Pero todo aquello del «si quieres puedes», «todo es posible» «el sueño americano» que nos vendieron es en realidad verdad?

Porque si es verdad que eso sucede… ¿Que más da que desmantelemos el Estado? Todos tendremos nuestra oportunidad.

Pues no, la realidad es que el vivir en una sociedad estratificada y desigual como la nuestra, lo que hace es limitar las oportunidades de unos y multiplicar las de otros, con lo que una persona siempre se verá condicionada por su contexto social y el triunfo en conseguir lo que se proponga dependerá de ello. Por lo tanto si el sueño americano no es posible y nos desmantelan el Estado que nos daba algunos derechos sociales y que de alguna manera intentaba redistribuir la riqueza que se acumulaba en unas pocas manos… ¿Qué nos queda?

Panorama futuro

El futuro es que no hay futuro, no future. El neliberalismo se ha impuesto. Ya lo reconocen algunos economistas tecnócratas que he podido escuchar en entrevistas recientes, como una que le realizaron a Santiago Niño Becerra; hay una amplia base de la sociedad que no tiene cabida dentro del actual sistema, los sectores productivos están saturados, y por lo tanto, esta gente se va a quedar fuera y se va a quejar.

De hecho me atreviría a pronosticar que dentro de la misma Unión Europea se va a consolidar una periferia muy afectada por la deuda (la cual no conseguirán devolver) y empobrecida progresivamente, en la que incluyo al Estado Español y en donde las privatizaciones y las rebajas de impuestos serán cada vez más numerosas, involucionando hacia unas sociedades basadas en la competitividad extrema, el aumento de la desigualdad (desapareciendo la clases medias en favor de una gran clase oprimida), la violencia y el pesimismo, características que por cierto se dan en gran medida en EEUU.

Además, estamos evolucionando cada vez más a una sociedad donde el posmodernismo, se ha impuesto, en la que el dinero lo mueve todo y el sistema capitalista (el cual se va retroalimentando) ha interiorizado todas las formas de respuesta contra él, creando toda una estética alienada de la subversión, convirtiendo a la revolución en un objeto y no un sujeto de cambio.
El sistema-mundo se verá afectado por estas dinámicas, generando una gran base de Estados dependientes y oprimidos y en donde sólo unos pocos países ostentarán los recursos económicos y el poder. La involución ha llegado y parece que no tiene oposición.

Nota optimista

Como no quiero parecer totalmente pesimista, en mi opinión la solución está en desmontar mitos. Uno de los problemas fundamentales radica en creernos el discurso de que todos somos egoístas por naturaleza y que buscamos maximizar nuestros beneficios, hacernos ricos, a costa todo aquel que se nos ponga en medio. Esto no deja de ser un mito impuesto por el sistema capitalista, construido socio-históricamente, y que es el gran problema al cual nos enfrentamos y por el cual se ha impuesto el sistema neoliberal como sistema social y de regulación económica.

Pienso que si no nos creemos este discurso, y pensamos más de manera subversiva, emancipatoria, solidaria y cooperativa, y somos conscientes pues de la raíz del problema, es en entonces cuando podremos cuestionar el mundo en el cual vivimos, salir de la caverna, rebelarnos y claro está tener un futuro.

David Molina Pérez es Politólogo y miembro del International Peace Observatory (IPO)
www.dialecticasubversiva.blogspot.com

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.