«La solidaridad con el movimiento revolucionario puede ser tomada como pretexto, pero nunca será la causa de las agresiones yanquis. Negar la solidaridad para negar el pretexto es ridícula política de avestruz, que nada tiene que ver con el carácter internacionalista de las revoluciones sociales contemporáneas. Dejar de solidarizarse con el movimiento revolucionario no es […]
«La solidaridad con el movimiento revolucionario puede ser tomada como pretexto, pero nunca será la causa de las agresiones yanquis. Negar la solidaridad para negar el pretexto es ridícula política de avestruz, que nada tiene que ver con el carácter internacionalista de las revoluciones sociales contemporáneas. Dejar de solidarizarse con el movimiento revolucionario no es negarle un pretexto sino solidarizarse de hecho con el imperialismo yanqui y su política de dominio y esclavización del mundo.» (Fidel Castro Ruiz)
Estimados amigos y colegas, esta nota para informarles de haber decidido, después de un momento de reflexión, dejar la redacción de la revista ALBAinformazione.
Esta decisión no ha sido ciertamente fácil y su motivación está relacionada a cuanto ocurrido al camarada y periodista Joaquín Becerra, editor de la agencia de comunicación ANCOLL y miembro fundador de la Agencia Bolivariana de Comunicadores (ABC).
Su detención, en el día 23 de abril por el gobierno venezolano y la posterior deportación después de dos días en Colombia, efectuada en violación del Derecho Nacional e Internacional, me han herido profundamente como militante anti imperialista y antifascista, como activista por la defensa de los derechos humanos, como internacionalista, pero sobre todo como persona que ha sido siempre solidaria con la Revolución Bolivariana con el proceso político en marcha en Venezuela que tiene en el presidente Hugo Chávez su promotor y alma y hacia quien, por esta razón, todos tenemos una deuda moral innegable.
Además de eso, dos acontecimientos que considero hasta más graves de la deportación de Joaquín, han concurrido a confirmar esta decisión. Primero, la declaración del presidente Chávez quien dijo que nosotros que apoyamos Joaquín somos un «movimiento infiltrado hasta la medula» y que lo «sembramos en Venezuela como una papa caliente». Esto es simplemente ofensivo e inaceptable y no hay que añadirle más comentarios que no sea el de relevar de que se trata de afirmaciones completamente gratuitas. Segundo, los graves hechos de censura ocurridos en el canal TeleSUR y la destitución de la presidenta de la Radio del Sur Cristina Gonzáles por parte del ministro del Poder Popular para la Comunicación y la Información, Andrés Izarra. Radio del Sur fue entre los medios independientes que han apoyado Joaquín y han dado cobertura a las protestas contra la decisión del gobierno.
Lamentablemente las mismas posturas del gobierno de Chávez hacia Joaquín, o sea tildarlo de «papa caliente» o revolucionario irresponsable si no infiltrado, o casi considerarlo como un daño colateral necesario para que el proceso revolucionario pueda seguir su misión, las he relevado en varias discusiones de estos días entre los mismos integrantes de la redacción de la revista. Aunque con muchos de ellos me une amistad y compromiso revolucionario, no puedo dejar de sentir estas acusaciones como si fueran dirigidas contra mi misma u otros estimados amigos, camaradas y periodistas que están en serio riesgo de que le pase lo mismo que a Joaquín.
Mi compromiso, aunque mínimo, en la redacción de la revista ALBAinformazione (a la que estaba dedicada también una sección especial en mi pagina web), lo he asumido desde el principio como la manera con que poder expresar prácticamente el internacionalismo militante, que creo sea también una de las formas con que se manifiesta la solidaridad como «ternura de los pueblos».
Estaba convencida de que, en el caso de Venezuela, propio por su gobierno que siempre he considerado «amigo», estar en la redacción de la revista era también la forma con la cual poder conjugar además de la solidaridad con las luchas de los pueblos, también la solidaridad hacia un gobierno que propio estas luchas afirma de querer defender contra el capitalismo y el imperialismo, pero sobre todo contra las poderosas oligarquías de los países latinoamericanos todavía serviles a los Estados Unidos y Europa.
La solidaridad con el gobierno venezolano me parecía tan debida y tan necesaria propio porqué por estas posiciones y por las reformas sociales, importantes que estaba actuando en el país se encontraba continuamente bajo amenaza desde varios lados, no ultimo el militar, que se podía desplegar desde las bases norteamericanas situadas en la cercana Colombia.
Venezuela, representa para muchos de nosotros la esperanza de la realización del gran sueño de Simón Bolívar, la integración latinoamericana, la construcción de la Patria Grande; una oasis de resistencia y creatividad política y humana en el Sur del mundo contra la prepotencia y el predominio económico pero también cultural del Norte.
Por lo tanto, considero la deportación en Colombia de Joaquín Pérez Becerra una gravísima injusticia (sobre todo porque cometida en violación de la Convención de Ginebra de 1951 que prohíbe la entrega de una persona que goza de asilo político en el país desde donde esta persona tuvo que huir), pero también y sobre todo me parece una injusticia desde un punto de vista humano y revolucionario.
Entregar un hombre en las manos de sus verdugos seguramente no es revolucionario, pero sobre todo no es ético y no es civil.
Joaquín, recuerdo, se vio obligado a huir propio de Colombia hace muchos años, para no convertirse en otro número de los más de 4000 muertos del genocidio político de la Unión Patriótica conocido con el macabro nombre de Baile Rojo. Antes de llegar a Suecia, que le concedió el estatus de refugiado político, los paramilitares y el ejército colombiano le habían secuestrado y matado a su primera esposa.
Quisiera decirle al presidente Chávez che incluso la reaccionaria Italia berlusconiana ha negado la entrega solo hace unos meses del líder del PKK de nacionalidad holandesa, detenido en su territorio, a Turquía que pedía su extradición.
Otra elección es siempre posible. Siempre hay una salida digna cuando no se quiere poner por encima de todo y todos la razón de Estado, este «monstruo canceroso que todo lo devora» como escribió recientemente el intelectual argentino Néstor Kohan respecto a este tema.
No, presidente Chávez, camaradas y amigos de la redacción, no se molesten, pero no puedo aceptar en silencio esta injusticia y también no puedo aceptar en silencio la acusación que se nos hace de ser un movimiento infiltrado «hasta la medula». Esta acusación golpea en manera baja e infamante muchas personas, movimientos sociales y políticos cercanos y con quienes solidarizo.
Joaquín no es un terrorista como nosotros no somos infiltrados ni por la CIA ni por el DAS. No quiero poner en dificultad a nadie, en lo contrario siempre hemos defendido el proceso actual en Venezuela y lo seguiremos haciendo.
Joaquín Becerra ha sido invitado varias veces a Caracas para dar conferencias, debates y encuentros. En una de estas reuniones publicas nació la Agencia Bolivariana de Comunicadores (ABC) de la que él fue miembro fundador, a la que también pertenece mi pagina web, y que quiere ser un espacio comunicacional para dar voz a nuevas experiencias de construcción del socialismo en Venezuela, a las luchas del pueblo colombiano, a las noticias ocultadas por los medios capitalistas, a las luchas de liberación de los pueblos de otros países, como el palestino y el libio por ejemplo.
Puedo entender entonces muy bien y no me quedo indiferente frente a ellas, las muchas señales de inquietud, confusión, desorientación y rabia que recibo todos los días de parte de amigos, colegas y compañeros de Joaquín, propio porque en ellas se reflejan mis mismas preocupaciones y mi mismo extravío.
Extravío que nace de la sensación que desde hace algún tiempo las cosas han cambiado en Venezuela sobre todo respecto a las relaciones con la cercana Colombia. No entiendo y no acepto pero como se pueda lograr esto sacrificando ideales, pero sobretodo personas. Y aquí la victima sacrificial es un camarada, un periodista y un militante quien siempre ha defendido sin vacilación, la Revolución bolivariana de cualquier ataque, no solamente los que llegaban desde los Estados Unidos sino también desde las poderosas oligarquías latinoamericanas, desde los grupos empresariales vinculados a las fuerzas conservadoras europeas, desde los monopolios de la información mainstream.
Es por lo tanto, respecto al «nuevo curso» que ha tomado el gobierno venezolano hacia la solidaridad revolucionaria, que necesito reflexionar con calma y objetividad.
Hace tres años el presidente Chávez hablaba frente a la Asamblea Nacional en estos términos: «las FARC y el ELN son fuerzas insurgentes que tienen un proyecto político y bolivariano que aquí es respetado».
Mientras ahora a la ligera son entregados en las manos del gobierno colombiano miembros de la guerrilla o periodistas que son paragonados a terroristas como Chávez Abarca, acusado de ser el principal ejecutor material e intelectual de algunos de los más graves atentados terroristas en Cuba. O internacionalistas vascos como Walter Wendelin son expulsados del país sin ninguna razón.
Sabemos que este «nuevo curso» no ha tenido inicio con lo ocurrido a Joaquín y espero que no sean verdaderas las declaraciones como la que ha hecho al diario colombiano El Tiempo el ministro de Defensa de Colombia Rodrigo Rivera, que dice que para destruir las FARC hay que «cerrar cualquier posibilidad de lo que se llama salida política a esta confrontación» y que eso se logra «por el camino de la cooperación internacional… El caso de Joaquín Pérez es verdaderamente rutilante… La inteligencia de la Policía…logra establecer que viajaría a Venezuela. Y de forma resuelta, sin vacilaciones, el gobierno de Venezuela, en un tema coordinado con el presidente Chávez directamente, nos ha respondido enviándolo a Colombia. Y nos han dicho que frente a cualquier información como esta que les demos, ellos van a responder de la misma manera».
Me gustaría obtener respuestas de parte del gobierno venezolano respecto a declaraciones alarmantes de este tipo. ¿Significa acaso que en futuro, cada vez que Colombia pida a Venezuela un militante, un refugiado político, un periodista (tal vez sobre la base de acusaciones inventadas como las que sacan de la computadora de Raúl Reyes), Venezuela procederá de oficio?
Siento la necesidad de apoyar el proceso revolucionario en Venezuela pero desde una perspectiva más apartada pero no menos solidaria.
Siento que no puedo seguir dando mi aporte a una revista que nació como forma de apoyo internacionalista e intelectual a un gobierno que se dice revolucionario y socialista pero que no duda en entregar en manos de sus verdugos una potencial víctima.
Además de la posibilidad de ser solidaria a un gobierno a cualquier condición y a cualquier costo, hasta a precio de la vida y de la solidaridad de un compañero, siento que tengo la posibilidad y el deber de hacerlo con quienes luchan desde abajo con tenacidad, a veces con dolor, pero que no se doblegan a juegos de poder.
La Revolución bolivariana, ese magnífico proyecto político que nos hace esperar en una América latina capaz de salir a cabeza alta con dignidad de las infamias del pasado de las dictaduras y de los crimines contra la humanidad, está hecha no solamente por el gobierno, sino también por muchos colectivos, personas y fuerzas políticas que sin vacilación, siguen luchando a cabeza alta contra el capitalismo internacional, contra el imperialismo de diferente color y bandera, contra la prevaricación del mas débil sobre el más fuerte.
Seguiré a sustentar y a defender este proyecto común y la esperanza que representa, desde esta postura.
«No existen poderes buenos» decía una celebre canción del cantor italiano Fabrizio De Andrè. Tal vez tenía razón…
Annalisa Melandri
Republica Dominicana, 22 mayo 2011