Bajo las condiciones generales de una casi segura recesión en EE.UU. y Europa, una profunda inestabilidad financiera con permanentes caídas bursátiles y la persistente amenaza de crisis bancarias, grandes masas de capitales internacionales se dirigen hacia activos que son considerados «refugios de valor». La mercancía oro, que actuó como equivalente general y reaseguro de los […]
Bajo las condiciones generales de una casi segura recesión en EE.UU. y Europa, una profunda inestabilidad financiera con permanentes caídas bursátiles y la persistente amenaza de crisis bancarias, grandes masas de capitales internacionales se dirigen hacia activos que son considerados «refugios de valor». La mercancía oro, que actuó como equivalente general y reaseguro de los intercambios internacionales junto con el metal de plata durante el siglo XIX, de manera exclusiva aunque con interrupciones durante gran parte del siglo XX y bajo la forma de equivalencia general con el dólar hasta el fin de los acuerdos de Bretton Woods en 1971, es el más importante de esos activos. Junto al oro, no obstante, también actúan como refugio de valor otros activos como lo es fundamentalmente el franco suizo que no casualmente fue la última moneda en abandonar completamente el patrón oro manteniendo hasta el año 1998 un respaldo en oro del 40% de los francos en circulación. Pero si el incremento del precio del oro, que alcanza hoy la cifra histórica de 1.900 dólares la onza (aproximadamente 28 gramos), no perjudica directamente la moneda ni la economía de ningún país en particular, no ocurre lo mismo con la sobrevaluación de las monedas nacionales. La revalorización del franco suizo asociada a su rol de refugio de valor, perturba directamente a la economía de dicho país por cuanto sus productos y servicios valuados en francos se vuelven progresivamente menos competitivos en el mercado internacional. Esta situación condujo al gobierno suizo a implementar una devaluación atando el valor del franco al del euro a través del establecimiento de un mínimo de 1,20 francos por cada euro que el Banco Nacional de Suiza alertó que va a defender comprando todos los euros y monedas que sean necesarios. La medida detonó un derrumbe de la divisa helvética de un 9% frente a las principales monedas con una importante pérdida de ganancias de los capitales que habían apostado al franco y una posible tendencia a una mayor exclusividad del oro en tanto refugio de valor.
Devaluación competitiva y crisis monetaria internacional
La medida defensiva de Suiza al adoptar un tipo de cambio semi-fijo constituye de hecho una devaluación competitiva ya que el gobierno se dispone a defender las condiciones de ganancia de sus propias multinacionales de la industria y el turismo que peligran ante un franco que se revalúa al ritmo de la crisis económica mundial. Con esta medida considerada histórica, Suiza abandona el sistema de tipo de cambio flexible que regía desde 1973 esto es dos años después de la finalización de los acuerdos de Bretton Woods.
La devaluación del franco es un efecto derivado de la crisis económica, financiera y monetaria internacional que tiene como una de sus formas más agudas de manifestación la extrema vulnerabilidad tanto del dólar como del euro. Es probable que esta medida, en tanto pone en cuestión (aún de forma indirecta) la efectividad de los mecanismos monetarios, tanto de variación de la tasa de interés como de emisión monetaria a los que Estados Unidos apeló para burlar su decadencia económica y su endeudamiento creciente desde comienzos de la década del 70, esté agregando un factor cualitativo a la crisis del «patrón dólar» que viene desarrollándose desde el estallido de la crisis económica mundial en 2007/2008 begin_of_the_skype_
¿Punto de inflexión?
Tanto el manejo de la deuda del Estado Norteamericano como el sistema de «libre flotación» de la mayoría de las monedas, constituyeron desde los años 70 mecanismos claves que permitieron sostener la supremacía del dólar facilitándole a Estados Unidos descargar la crisis sobre sus competidores. En 1973 Estados Unidos establece la flotación libre de las monedas provocando una fuerte devaluación del dólar frente al marco y al yen restaurando por esa vía la crítica situación de la competitividad norteamericana y logrando retornar a las condiciones de superávit comercial. Un fuerte incremento de las tasas de interés en 1979 (que provocó la crisis de las deudas latinoamericanas e inauguró la «década perdida» en la región) reestableció el poder del dólar que había entrado en una espiral descendente como subproducto de la derrota militar en Vietnam, el ascenso de masas comenzado en el año 68 y la progresiva pérdida de competitividad de la economía norteamericana. Más tarde en 1985, una nueva devaluación del dólar que se operó en el marco de los denominados Acuerdos del Plaza, reestableció la competividad del dólar frente al yen hundiendo a la economía japonesa en la depresión por más de una década. Estos mecanismos junto al endeudamiento acelerado desde los años ’80 subvencionado en particular por el «ahorro» de China, Japón y los países árabes, fueron elementos de mucho peso que en el marco del proceso de restauración neoliberal que se impuso desde la década del ’80, permitieron sostener la supremacía del dólar. Sin ir más lejos las medidas de «relajación cuantitativa» implementadas en los últimos años por el gobierno de Obama, contribuyeron a la devaluación del dólar y favorecieron la débil recuperación de la economía norteamericana desde fines de 2009. Pero el desarrollo de las condiciones de la actual crisis impone serios obstáculos a la continuidad de esos mecanismos. El mantenimiento de las tasas de interés en un nivel cercano a cero y nuevas medidas de «relajación cuantitativa» que la Reserva Federal norteamericana anunciaría durante el mes en curso encuentran nuevos límites tanto en la situación de la deuda de Estados Unidos como en una posible propagación de medidas similares a la adoptada por el gobierno de Suiza. Esta situación puede estar anunciando un punto de inflexión a la libre flotación de la mayoría de las monedas que ha venido actuando como un hándicap para Estados Unidos desde el fin de los acuerdos de Bretton Woods.
La política del gobierno helvético está indicando el alerta de un posible «ya no más» de la flotación libre (claro está con mayor o menor intervención del estado) de las monedas. Si imaginamos un contexto en el que las autoridades monetarias de los distintos países actuaran emulando a la suiza y controlando los tipos de cambio, las modificaciones que Estados Unidos opere sobre su tasa de interés y las propias medidas de «relajación cuantitativa» podrían acabar resultando neutras es decir, no modificarían el valor del dólar y por lo tanto agregarían un límite a la actualmente reducida capacidad norteamericana de cargar la crisis sobre sus competidores mediante manipulaciones monetarias. La combinación del límite a la posibilidad de endeudamiento de gobierno norteamericano sumada a un posible fin de la libre flotación de la mayoría de las monedas redundaría en serios obstáculos para las políticas monetarias de Estados Unidos. Ambos aspectos amenazan en perspectiva la efectividad ya limitada tanto de las políticas de reducción de la tasa de interés de corto plazo como de las medidas de facilidad cuantitativa que buscan modificar la tasa de interés de largo plazo. Estas cuestiones tenderían a socavar aun más el rol del dólar a nivel internacional. En el marco de la inestabilidad y las tendencias recesivas mundiales, estamos viendo síntomas de posibles devaluaciones competitivas y guerras de monedas que aún sin existir moneda alguna de reemplazo cuestionarán más en profundidad la continuidad del «patrón dólar» y derivarán en un incremento de las contradicciones fortaleciendo las tendencias a un mayor enfrentamiento entre los estados capitalistas.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.