Traducido para Rebelión por Susana Merino
Raramente un G20 habrá generado una mayor imagen de renuncia de los dirigentes del mundo frente al poder de los mercados financieros. La agenda de los jefes de Estado se ha cambiado por el anuncio de un referéndum sobre el plan de rescate del euro en Grecia: todo se puso en marcha para hacer que Papandreu renuncie a su proyecto «consternador» (como declaró Nicolás Sarkozy). El precedente que crearía una consulta popular sobre una política de austeridad destinada a satisfacer a los mercados financieros era demasiado peligroso para ser tolerado por nuestras oligarquías.
Por lo demás, los resultados son esqueléticos. Respecto al impuesto a las transacciones financieras (gran prioridad de la presidencia francesa del G20) Barack Obama aceptó que la expresión figure en el comunicado final pero con una fórmula perfectamente tramposa: «reconocemos las iniciativas de algunos de nuestros países para establecer un impuesto al sector financiero incluida una tasa a las transacciones financieras para financiar especialmente el desarrollo». Lo mínimo decente hubiera sido que un grupo de países anunciara la aplicación efectiva a partir de 2012 de una Tasa Tobin que sirviera de ejemplo. Pero ese impuesto que reclamamos hace doce años, continuará adornando los discursos de la campaña electoral del señor Sarkozy, sin haber avanzado ni una coma durante su presidencia en Francia o en el G20.
¿La regulación financiera? Nada nuevo, excepto un retroceso bienvenido. Ante la hilaridad general suscitada por la declaración de Nicolás Sarkozy luego de la reunión del G20 en Londres en 2009 («¡los paraísos fiscales se terminaron!») esos «territorios no cooperantes» han reaparecido en Cannes en cantidad de 11, entre los cuales están Suiza y Liechtenstein, aunque no Mónaco, marcado por la manifestación del 3 de noviembre en Cap d’Ail.
¿La lucha contra la especulación de los productos agrícolas? Se va a «fortalecer la transparencia en los mercados de productos agrícolas». Leve progreso, de todas maneras, el G20 invita a los reguladores a limitar «si fuera necesario» las posiciones especulativas realizadas en los mercados de productos derivados.
¿Una reforma del sistema monetario internacional? «La composición de la cesta de los derechos especiales de pago» se revisará en 2015 y se deberá orientar «hacia las tasas de cambio previamente determinadas por las fuerzas del mercado». La especulación en los mercados de cambio tiene frente a sí felices tiempos todavía.
Felizmente, en países como Grecia, España, los EE.UU. y muchos otros, los ciudadanos han comenzado a organizar la insurrección cívica y pacífica que será necesaria para terminar con esta renuncia política. En Niza el foro de los pueblos ha contribuido a su coordinación permitiendo el encuentro de ciudadanos y militantes de todos los continentes. El movimiento de indignación planetaria, que prolonga y amplía los métodos y las reivindicaciones altermundistas, va a enfrentar cada vez más a los dirigentes con sus propias contradicciones: ¿quieren seguir gobernando para los mercados o bien se inclinarán ante la renovación democrática?
rCR