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El «Capital humano», el «Capital político», una pretensión neoliberal

Fuentes: Rebelión

Tenemos que oponernos a la obsesión neoliberal de convertir todo en capital, los recursos naturales, nuestros líderes y hasta a nosotros mismos. Cuando se trata de los capitalistas, de sus asesores políticos y comunicacionales, nada queda al azar. La idea de «capital humano» tan en boga en estos días en otra de sus formas, la […]

Tenemos que oponernos a la obsesión neoliberal de convertir todo en capital, los recursos naturales, nuestros líderes y hasta a nosotros mismos.

Cuando se trata de los capitalistas, de sus asesores políticos y comunicacionales, nada queda al azar. La idea de «capital humano» tan en boga en estos días en otra de sus formas, la de «capital político», es el resultado de una re elaboración del concepto de capital elaborado por economistas liberales del siglo diecinueve, entre ellos, Walras, quien sostuvo, en oposición a Marx, que el capital comprendía las tierras, la capacidad de trabajo de los individuos y las maquinarias que sirven de medio para la elaboración de una nueva producción.

Es necesario y urgente detenerse sobre esto, para develar qué es lo que políticamente oculta y promueve la idea de «capital humano», tanto más cuando esta siendo utilizada crecientemente por sectores de la izquierda.

En Marx la categoría económica de capital es profundamente histórica y férreamente crítica. El capital consiste en una relación social de producción, una relación social de producción de la sociedad burguesa. El capital no existe sin trabajo asalariado y este no existe sin capital, ambos se condicionan mutuamente consagrando una relación de explotación.

El capital es el resultado de la apropiación de los capitalistas como clase social, del valor excedente generado por los trabajadores por encima de la suma de valores que aseguran su reproducción, que tiene su expresión como precio en el salario. La suma de valores que posee la clase capitalista, los capitalistas, se conservan y aumentan en contacto con la fuerza de trabajo, desplegando una y otra vez el trabajo asalariado. Así, la circunstancia de un crecimiento del capital es el resultado del crecimiento del trabajo asalariado, al mismo tiempo, que el crecimiento del trabajo asalariado es consecuencia de un crecimiento del capital.

Dice Marx que «El capital sólo surge allí donde el poseedor de los medios de producción y de vida encuentra en el mercado al obrero libre como vendedor de su fuerza de trabajo,…». El capital supone entonces, que la clase trabajadora no posea más que su fuerza de trabajo para ofrecer y que los medios de producción y de vida sean de posesión exclusiva de los capitalistas, de la clase social capitalista.

Más allá del rigor intelectual necesario, lo relevante políticamente es que la idea de «capital humano» oculta precisamente la relación de explotación, sin la cual no se genera ni tiene razón de ser el capital. Y con ello se promueve una emancipación personal, sobre la idea de que todos seríamos poseedores de capital, cuyo hipotético éxito no rompe con los cimientos sobre los que se sostiene la expresión más brutal del capitalismo, el Neoliberalismo.

Tenemos que oponernos a la obsesión neoliberal de convertir todo en capital, los recursos naturales, nuestros líderes y hasta a nosotros mismos.