Alemania es muy exitosa en la exportación de productos. Y como exporta mucho más que importa, la balanza de pagos es positiva. El crecimiento de la diferencia entre exportación e importación varió, pasando de representar el 2,8% del producto interior doméstico en el año 2000, al 7% en el 2008. En realidad, el valor total […]
Alemania es muy exitosa en la exportación de productos. Y como exporta mucho más que importa, la balanza de pagos es positiva. El crecimiento de la diferencia entre exportación e importación varió, pasando de representar el 2,8% del producto interior doméstico en el año 2000, al 7% en el 2008. En realidad, el valor total de las exportaciones en Alemania fue en este último año de 983.000 millones de euros, superior al valor total en China, 971.000 millones. Su saldo de pagos era de 177.000 millones de Euros en Alemania, comparado con 191.000 millones en China. Este enorme éxito se debe primordialmente a la moderación salarial, manteniendo los sueldos muy por debajo del nivel de su productividad. Ello explica que el valor añadido no vaya a la masa salarial y al consumo doméstico, sino a los beneficios empresariales y a las exportaciones de capital, incluyendo capital financiero. Ni que decir tiene que el mundo del trabajo alemán no está muy satisfecho con esta situación. Pero el mundo empresarial alemán tiene un gran instrumento en sus manos, el Banco Central Alemán (el Bundesbank) y el Banco Central Europeo. Estos dos instrumentos tienen como objetivo controlar la inflación, a través del control salarial. Cuando los sindicatos del metal estaban renegociando su conversión, el BCE subió los intereses del dinero, reduciendo el crecimiento económico y aumentando el desempleo, y ello a pesar de que la Eurozona estaba ya a punto de entrar en recesión.
Por otra parte, la exportación del capital, incluyendo el financiero, ha sido un componente importantísimo para crear la burbuja inmobiliaria en España e Irlanda (y en EEUU). Se olvida en los círculos financieros y empresariales alemanes y en sus establishment políticos que, aún cuando acusan a los países periféricos de haber derrochado su dinero (en invertir en actividades especulativas, como el sector inmobiliario), la banca alemana favoreció y se benefició de tal derroche. En realidad, la mayoría del dinero era alemán (además de francés y español). Es difícil aceptar la crítica cuando la banca alemana estuvo metida hasta la médula en tal derroche, beneficiándose enormemente. Es interesante notar que, como dijo el sindicato del metal alemán, la burbuja inmobiliaria alemana pasó en España. Mientras que había una escasez de construcción en Alemania (Alemania tiene el menor porcentaje de propietarios de viviendas en la UE), en España, con la ayuda del capital financiero alemán, se construyeron tres veces más casas de las que se necesitaban. Era austeridad en casa (Alemania) y despilfarro en el resto de la UE y, muy en particular, en los países periféricos (España, Grecia, Portugal e Irlanda). En realidad, la moderación salarial se escribió en piedra en la constitución alemana, presentándola como una enmienda, exigiendo equilibrio presupuestario. Detrás de tal enmienda constitucional estaba el deseo de reducir la protección social.
Tales medidas no se tradujeron en un crecimiento del desempleo, y ello como resultado del poder sindical dentro de las empresas ( el sistema llamado co-gestión), que hizo que en lugar de destruir empleo , el empresario tenía y tiene que pactar la reducción del tiempo de trabajo. El desempleo no subió, pero la moderación salarial se mantuvo, aunque con notable deterioro de la calidad de los puestos de trabajo alemanes. Existía en Alemania un miedo al desempleo, incluso entre el establishment, pues no fue la inflación -como siempre se dice- sino el desempleo el que fue responsable del nazismo (ver mi artículo «El profundo error del Gobierno alemán: los orígenes del nazismo. El Plural. 19.12.11). Es importante señalar que es el Bundesbank el que todavía sostiene la interpretación histórica de los orígenes del nazismo como basados en la inflación elevada en aquel periodo. El Bundesbank intenta crear esta imagen, pues la inflación es siempre el mayor enemigo de la banca. Pero la inflación existió mucho antes (1918-1924) de que Hitler saliera elegido.
Lo que estamos viendo es el intento de exportación del modelo alemán (en realidad, del modelo establecido por el establishment financiero-empresarial alemán) al resto de la Unión Europea , con una enorme determinación y contundencia. Las políticas del Gobierno Rajoy están siguiendo a pies juntillas tal modelo, con el agravante de que España no tiene el sistema de protección social y el sistema de co-gestión que tiene Alemania. Y todo ello se hace bajo el mandato del Consejo Europeo , de la Comisión Europea y del Banco Central Europeo , en los que el establishment alemán tiene pleno dominio, transformando los países periféricos en meros peones de una estrategia continental, habiendo alcanzado su máximo desarrollo en Grecia, convertida hoy en mera colonia alemana.
La estructura ideológica que sostiene tal avalancha ideológica es el monetarismo y el mercantilismo (que comúnmente se llama neoliberalismo), que se ha resistido por todos los medios al incremento de la demanda doméstica en Alemania y en los otros países, y por lo tanto al incremento de los salarios y gasto público, como medida estimuladora de la economía.
El gran problema de esta estrategia es que la reducción de los salarios y de las rentas del trabajo están creando un problema gravísimo, no sólo en la periferia, sino también en el centro (Alemania y Austria), con una demanda estancada. Esta situación crea una enorme acumulación de capital en los países centrales y un enorme endeudamiento y grandes déficits en los países periféricos, disminuyendo las importaciones hasta tal nivel que afectan a las exportaciones alemanas, pues gran parte de éstas van a los países de la UE. Con ello se están creando unas balanzas de pagos excesivamente positivas en el centro y excesivamente negativas en la periferia, que están afectando a la salud del sistema. De ahí que fuera EEUU el país que confió más en las políticas keynesianas de estímulo, que propusiera en Noviembre de 2010 en Seúl, Corea, que no se permitiera que un país tuviera un balance de saldos positivo mayor del 4% de su PIB. Alemania y China lo vetaron, y con ello las posibilidades de que la UE se recuperara se vieron enormemente afectadas.
Las soluciones son fáciles de ver y van en sentido opuesto a las llevadas a cabo hoy en día por la troika que manda en la UE. Se necesitan urgentemente medidas de estímulo de la demanda doméstica, comenzando por Alemania. El conflicto no es, pues, Alemania versus el resto de la UE, sino el del establishment alemán frente a las clases populares alemanas y de los otros países. El internacionalismo de las elites dominantes debería sustituirse por el internacionalismo de las clases populares.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.