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Un demonio por tres fantasmas

Fuentes: Rebelión

Como el fantasma de Canterville, la criatura de Oscar Wilde redimida de vagar durante siglos aterrorizando a dueños y huéspedes del castillo, los zarandeados espectros de Sadam, Osama, Gadafi podrían al fin descansar en relativa paz. Ahora es Putin quien enloquece a Washington, tal asevera Pepe Escobar desde unas páginas de Asia Times Online traducidas para […]

Como el fantasma de Canterville, la criatura de Oscar Wilde redimida de vagar durante siglos aterrorizando a dueños y huéspedes del castillo, los zarandeados espectros de Sadam, Osama, Gadafi podrían al fin descansar en relativa paz. Ahora es Putin quien enloquece a Washington, tal asevera Pepe Escobar desde unas páginas de Asia Times Online traducidas para Rebelión por el cuidadoso Germán Leyens.

Que conste: el colega no es el único en pensar de esa guisa. Un comentarista del diario mexicano La Jornada, por ejemplo, llama la atención acerca de que la gran prensa, «o sea, el arma de guerra sicológica imperial», está introduciendo al personaje en la lista de villanos de que deshacerse cuanto antes. «No importa que Estados Unidos haya sido el inventor del fraude electoral y lo cultive primorosamente; la señora Clinton le reclama a Moscú investigar las irregularidades electorales, campo en el que las bondadosas fundaciones y ONG occidentales imparten cursos y talleres sobre democracia a activistas rusos.»

Ocurre que no le perdonan el que «desde su primer mandato golpeó a las mafias, inició el restablecimiento del control por el Estado de las mayores reservas de gas del mundo y enormes yacimientos de petróleo. Utilizándolos como armas geopolíticas y contando con el segundo arsenal nuclear existente, logró reposicionar a Rusia como potencia mundial.» Por si no bastara el hercúleo ademán, ha rearticulado un sistema de alianzas dentro y fuera del espacio exsoviético. Algo concomitante con «el éxito económico de China, India, Brasil, Suráfrica, el surgimiento del BRICS, la decadencia de Estados Unidos y su debacle en Irak y Afganistán, y el gran esfuerzo de independencia e integración latinoamericano expresado en la ALBA, la Unasur y la CELAC, hechos todos que han debilitado la unipolaridad e impulsado la multipolaridad.»

Y llegamos aquí a un término tabú para el Tío Sam: multipolaridad. Es decir, la concurrencia de potencias establecidas (USA), de nuevo cuño (China) y reemergentes (Rusia), donde la última más abiertamente y la segunda con su prudencia ancestral han dicho No. A la guerra contra Siria e Irán. A los «bombardeos humanitarios». A las «revoluciones de color». En fin, como resume el propio Escobar, No a los «instrumentos ilegales de poder blando». En su lugar, el «principio consagrado de la soberanía de los Estados».

Una soberanía que en el caso del Kremlin se pretende defender con la retomada, o revitalizada contención nuclear. Broquel compuesto por 400 nuevos misiles intercontinentales; 600 aviones, incluidos cazas de quinta generación, y la modernización del complejo militar-industrial. En perspectiva, la adición de 10 regimientos de sofisticados cohetes Topol-M y Yars (de cabeza múltiple), así como centros de radiolocalización en Kaliningrado, San Petersburgo y Armavir, amén del que ya se prueba en la región de Irkutsk. Para 2020, las Fuerzas Armadas deberán sumar ocho submarinos cruceros estratégicos, 20 sumergibles polivantes, 50 buques de superficie, 100 aparatos cósmicos de uso militar y más de mil helicópteros. Dentro de los planes del «demoníaco» Putin, en una década, figuran 28 nuevos regimientos de complejos coheteriles S-400, 38 divisiones de complejos antiaéreos Vitiz, 10 brigadas de sistemas coheteriles Iskander-M, dos mil cañones autopropulsados y 17 mil medios de transporte castrense…

Todo ello, en medio de una turbulenta fase del ciclo evolutivo global que, en palabras del entendido Víctor Burbaki, comenzó en los ochenta del siglo pasado y se cree terminará a mediados de la presente centuria, cuando EE.UU. perderá su condición de superpotencia, desangrado por los sempiternos conflictos en el Oriente Medio y por una crisis que semeja el laberinto del Minotauro, solo que sin el hilo de Ariadna con que salir, a juzgar por datos como el saldo negativo del déficit comercial, ascendente a 52 mil 600 millones de dólares, en vez de los 48 mil 200 millones esperados por analistas que pasaron de conservadores.

Por lo pronto, sobre la doliente, casi yaciente humanidad gravita la posibilidad de guerra total. Porque, en el criterio de más de uno, el país que sufre pérdida de liderazgo y el reconcomio de verse castigado despiadadamente por la crisis, mientras China resiste el ramalazo gracias a un plan de salvamento que combina un astronómico gasto público con bajos tipos de interés y subvenciones al consumo, acaricia la opción de golpear primero. Sí, no en vano Rusia está usando la baza del nacionalismo armado y militante.

Consecuentemente, Putin se erige en el demonio con que Washington quiere premiar con una paz relativa a los espectros de Sadam, Osama, Gadafi, tan cansados ya como el de Canterville. Y para comprenderlo, no creo que haga falta la mediación de un Wilde redivivo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.