El pensamiento político contemporáneo carece de sentido trágico, y se esfuerza en interpretar la realidad en base a categorías discursivas que no logran actuar sobre los automatismos técnicos, lingüísticos, financieros y psíquicos que siempre más frecuentemente conducen al suicidio: el suicidio colectivo de la devastación ambiental y el suicidio individual que devora un número creciente […]
El pensamiento político contemporáneo carece de sentido trágico, y se esfuerza en interpretar la realidad en base a categorías discursivas que no logran actuar sobre los automatismos técnicos, lingüísticos, financieros y psíquicos que siempre más frecuentemente conducen al suicidio: el suicidio colectivo de la devastación ambiental y el suicidio individual que devora un número creciente de vidas humanas. Sin embargo es necesario comprender la tragedia y hablar su lenguaje, si se quiere entrar en sintonía con la profunda mutación que está atravesando la sociedad. Y si se quiere buscar, suponiendo que exista, una salida del abismo al que el capitalismo ha destinado a la historia de la humanidad.
El modelo predatorio de la acumulación capitalista
Lo que estamos atravesando no es una crisis: no se trata de una desconexión temporal del dispositivo social, a la que seguiría una reconexión, una reanudación. El colapso financiero es la ocasión para instituir un nuevo modelo de acumulación del capital fundado en una nueva relación entre función monetaria y proceso de acumulación. Mientras en la época del capitalismo burgués la acumulación de valor monetario dependía de la producción industrial de bienes y servicios (según la fórmula dinero-mercancía-dinero), la clase financiera ha creado un sistema de acumulación en el que el dinero produce dinero sin necesidad de producir nada. Una serie de transformaciones sucesivas de la estructura técnica de la sociedad han hecho posible un profundo cambio en la naturaleza misma del dinero.
En el análisis marxista el dinero se presenta como medio de intercambio, equivalente general y forma del valor -pero también se presenta como medio de comando sobre el trabajo. En esta doble figura se manifiesta también el carácter lingüístico del dinero, que es tanto equivalente general, es decir, referencia de los bienes de consumo que con el dinero se pueden comprar, como acto lingüístico coercitivo, comando sobre la disponibilidad humana para obedecer cualquier orden, particularmente la orden de producir (plus)valor.
El lenguaje y el dinero tienen esto en común, que no son nada y mueven todo, como dice Robert Sordello, Money and the soul of the world, (The Pegasus Foundation, Dallas, 1983).
Tras la liberación de su función referencial, que coincide con la financiarización, el capital financiero se auto-alimenta siguiendo un procedimiento que se abstrae de la producción de bienes y servicios, gracias al endeudamiento de gran parte de la población.
En los años 90 y primeros del 2000, el capital financiero aumentó enormemente su valor gracias al endeudamiento generalizado, como si esto pudiese expandirse así siempre.
Pero, ¿es posible una acumulación basada en nada, o mejor dicho basada sobre un crédito aparentemente infinito? Naturalmente no, y finalmente, después de septiembre de 2008 el capital financiero ha comenzado a exigir la restitución de una deuda prácticamente infinita. En este momento el capital financiero descubre su verdadero rostro: intentaremos describirlo.
El capitalismo industrial acumulaba valor a través de la producción de bienes útiles, y la burguesía industrial era clase territorial, propietaria de bienes materiales ligada a la comunidad de productores consumidores. Es verdad que el trabajo era una abstracción en tanto que la valorización se fundaba sobre el tiempo abstracto de trabajo incorporado a la mercancía, y no sobre la utilidad concreta de sus productos, pero era necesario producir algo útil para que se produjese valor. El capital financiero se basa sin embargo en dos abstracciones posteriores aparecidas simultáneamente en los últimos decenios del siglo XX.
La primera es la abstracción digital que comporta una deslocalización del proceso productivo: los bienes no se producen ya en un lugar específico ni se destinan a una comunidad territorial. De este modo la clase propietaria se desterritorializa y se libera de toda ligazón con la comunidad concreta.
La segunda es la abstracción financiera que comporta una emancipación del proceso de valorización de la necesidad de producir algo útil. Durante algunos decenios se ha alimentado la valorización a través del endeudamiento, pero al fin de este proceso la sociedad es obligada a desprenderse de los recursos producidos en la pasada época industrial: el territorio, los recursos materiales e inmateriales son expoliados, privatizados, destruidos, para pagar una deuda que mientras tanto no ha producido nada duradero.
Mientras el capital industrial para valorizarse debía producir plusvalor, es decir, debía agregar algo al mundo de los bienes existentes (que ese algo fuesen bienes materiales o inmateriales poco importa), el capital financiero para valorizarse debe recortar, destruir, disipar lo que se ha producido en el pasado, e incluso que la abstracción financiera pueda arrasar por la noche lo que producimos durante el día. Hemos entrado así en una economía de la abstracción predatoria, que continuamente destruye el producto social hasta desposeer a sectores enteros de la sociedad. ¿Cuánto tiempo puede durar un proceso semejante? ¿Y qué efectos de barbarie y de miseria está produciendo? Lo vemos ya en la miseria que recorre las calles, en el derrumbe de las estructuras civiles, educación, transporte, sanidad, en la depresión que invade la vida cotidiana de las poblaciones europeas.
Barbarie matemática
Europa se ha convertido en una entidad ferozmente matemática. La necesidad matemática de los dispositivos bancarios exige austeridad: el gasto público se ajusta, los servicios sociales se recortan, la educación y los servicios se privatizan, las jubilaciones se retrasan, los derechos de los trabajadores son abolidos.
El empobrecimiento sistemático de la vida social es impuesto por la lógica de la deuda, pero, ¿qué es la deuda? ¿una necesidad metafísica ineludible? No. La deuda es un acto lingüístico, una promesa. La trasformación de la deuda en necesidad absoluta es un efecto de la religión neoliberal que conduce el mundo contemporáneo a la barbarie.
La promesa del dogmatismo neoliberal es la reducción de la vida social a implicación matemática del algoritmo financiero. Lo que es bueno para las finanzas debe ser bueno para la sociedad y si la sociedad no acepta esta sumisión, la sociedad es incompetente, y debe ser reeducada por una autoridad técnica, representada por asesores de Goldman Sachs, como Papademos o Mario Monti, líderes indiscutibles de países que tardan en someterse a la autoridad técnica de los algoritmos, y no quieren pensar que el interés general es matemático y la vida social debe someterse a la férrea lógica de los mercados.
Cuando la democracia pone en peligro la ejecución de los planes de austeridad destinados a restaurar la perfección matemática en la vida social y a pagar la deuda infinita con la banca, entonces la democracia es cancelada, y sustituida por funcionarios del absolutismo matemático. Lo que llamamos «mercados» son la manifestación visible de la íntima funcionalidad matemática de los algoritmos incorporados en la máquina tecno-lingüística: emiten sentencias que cambian el destino del cuerpo viviente de la sociedad, destruyen recursos y como una turbina succionan las energías del cuerpo colectivo.
Las enunciaciones financieras pretenden personificar las reglas de la indexicalidad [1] . Las agencias de rating aumentan o disminuyen el valor de una banca, de una empresa o de una nación con enunciación que se fingen indicadores de la situación real de esa banca, empresa o nación, y prevén su futuro. Efectivamente emiten profecías que se autorealizan. La enunciación aparentemente predictiva es en realidad un acto ilocutorio [2] , un acto de lenguaje performativo [3] que tiene eficacia en tanto en cuanto la comunicación social está sometida a las implicaciones tecno-linguísticas de la economía financiera.
El nazismo en dos movimientos
La premisa religiosa del absolutismo financiero se basa en un error fundamental: la realidad no es matemática, y la matemática no es la ley de la realidad sino un lenguaje cuya coherencia no tiene nada que ver con la coherencia estratificada y múltiple de la vida.
La matemática en sí no es brutal, pero está inscrita brutalmente en el organismo viviente de la sociedad, y esta brutal matematización del cuerpo viviente de la sociedad prepara la evolución más espantosa que podamos imaginar para el futuro de Europa.
Sería ridículo describir a los asesores de Goldman Sachs que están en el gobierno de los países europeos o a la señora Canciller de la República alemana como nazis. No son sádicos torturadores ni pretenden exterminar a los judíos. Pretende pacíficamente someter a la población europea a la esclavitud matemática, limpia, pulida, perfecta, porque están convencidos que es posible que la vida esté conformada de algoritmos y ecuaciones.
Desgraciadamente se equivocan, porque creen que el cuerpo físico emotivo y social pueda funcionar según causalidad de tipo matemático. La cadena algorítmica tiene su causalidad intrínseca que es la causalidad coherente de un lenguaje creado por la mente humana en la esfera de la abstracción tautologica auto-validante de la matemática. La religión financiera transfiere la coherencia de la cadena algorítmica a la realidad social del cuerpo colectivo. Este error filosófico corresponde a los intereses económicos de la clase post-burguesa de los predatores financieros. Imponer la causalidad matemática al devenir social y físico es el error más peligroso porque provoca el nacimiento de una nueva forma de fascismo que hoy ya está manifestándose en muchos países de Europa: un número creciente de personas expresa sentimientos racistas y una ola de depresión, desesperación y suicidio barre el continente.
El totalitarismo frío que podemos definir Absolutismo financiero es el primer movimiento que se está perpetrando actualmente, al cual seguiría una forma caliente de fascismo reactivo de masa. La abstracta violencia fría del absolutismo financiero desterritorializado prepara la violenta reterritorialización del cuerpo reactivo de la sociedad europea: retorno de la nación, de la raza, de la religión sectaria, de la violencia desesperada de todos contra todos. La ola de suicidios que va en aumentos en muchos países europeos es la incubadora de la explosión que se prepara.
Tragedia y cismogénesis [4]
En el ajedrez se da jaque mate cuando, según las reglas, el rey del contrincante no puede hacer ningún movimiento. El ajedrez es un juego finito, en el sentido de que debemos seguir unas reglas determinadas para jugar. No podemos jugar al ajedrez si no seguimos sus reglas. En cambio, el amor, la vida, la historia no son juegos finitos, en el sentido de que no hay reglas que impidan romper las normas.
Si queremos seguir jugando según las reglas de la política, podemos estar seguros de que perderemos. La democracia ya no existe, la fuerza política de los trabajadores ha sido destruida por la precarización y por la extensión infinita del mercado de trabajo, la ignorancia prevalece sobre el conocimiento porque la educación está sepultada por la desinformación mediática mientras la complejidad del mundo se extiende al infinito haciendo inútil los instrumentos tradicionales de gobierno. Y para terminar, la retroacción negativa que hacía posible una atenuación de los efectos catastróficos de los procesos sociales ha sido sustituida por una forma de retroacción positiva igual que un termostato averiado aumenta el fuego de la caldera cuando la temperatura supera los cuarenta grados. Cuando la derecha gana las elecciones destruye la educación, y su destrucción permite a la derecha mantenerse en el poder.
El juego moderno de la política ha concluido. Los automatismos han vencido, la humanidad ha perdido: jaque mate (scacco matto). No sabemos si esto conducirá al holocausto final, provocado por una guerra de todos contra todos, o por el desencadenamiento de las potencias de la naturaleza, o una prolongada fase de barbarie, de todos modos no podemos ya hacer nada. Lo que sí podemos hacer, sin embargo, es romper las reglas, salir del juego renunciando a participar en la competición política, para constituir continuas comunidades que tal vez puedan proliferar generando formas existenciales y técnicas contagiosas y difusas, si algún espacio del planeta escapase al destino de Fukushima.
Trágica es la imaginación que reconoce al hombre la imposibilidad de oponerse al poder superior de las fuerzas de la naturaleza, o del sentimiento o de la historia. Debemos reconocer el carácter trágico de los efectos que la dictadura financiera ha provocado en el planeta si queremos llevar a cabo el único gesto que quizá pueda revelarse salvador. El gesto de abandonar físicamente y simbólicamente el territorio devastado por capital para reconstituir la solidaridad social a partir de comunidades sucesivas, proliferantes, cismogenéticas. La civilización moderna está acabada y una dinámica predatoria solo parcialmente identificable con grupos y personas (la clase virtual-financiera) está destruyendo su legado. Hoy no hay manera de parar este proceso ni la violencia que conlleva.
Luchar, actuar colectivamente no podrá parar este proceso, pero no es inútil, porque sirve para acumular en alguna parte (en lugares que no son necesariamente geográficos) la energía cismogenética que producirá, si el mundo sigue siendo habitable, las condiciones para el comunismo post-apocalíptico.
Notas:
[1] La indexicalidad es una categoría de la Etnometodología, que está dedicada a mostrar que el significado de algunas palabras por sí mismas, es incompleto y que sólo puede completarse dentro de un contexto; por lo tanto, son «expresiones indicativas» de una situación de intercambio lingüístico. La indexicalidad como fenómeno empírico, presupone una relación dialéctica entre la expresión y el contexto en que esta se produce. Se parte de la idea de que no se puede decir nada referente a una expresión indéxica, sin incluir el contexto pragmático. La identificación de indexicalidad con dependencia del contexto, fue uno de los principales problemas con que se enfrentaron los etnometodólogos [nota del traductor]
[2] Un acto ilocutorio es un acto cumplido en el habla misma, mo una consecuencia, deliberada o no, del habla. [nota del traductor].
[3] El concepto de lenguaje performativo se refiere a una forma particular de lenguaje que no describe ni registra nada, un lenguaje cuyas afirmaciones no son ni verdaderas ni falsas. En el lenguaje performativo mediante la oración o el habla se realiza una acción, por supuesto una acción que es mucho más que el mero hecho de ³decir´ algo. Es un lenguaje típicamente político, el lenguaje que no describe una realidad sino que realiza una acción, un lenguaje que no utiliza las palabras como resultado de una contemplación de una realidad entendida como externa al sujeto, sino que usa las palabras para actuar sobre y en una realidad intersubjetiva, que a partir de esa acción se vuelve humana. [nota del traductor].
[4] La cismogénesis» es el estudio de la génesis de un cisma en el seno de un sistema social. [nota del traductor].