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La economía verde, última frontera del capitalismo

Fuentes: Rebelión

Pero una y otra vez se repite la necesidad de fortalecer la capacidad para ver más allá de la propaganda, la desinformación y la mentira [1]     Del 20 al 22 de junio se va a celebrar en Brasil la Conferencia de la ONU sobre el Desarrollo Sostenible, más conocida como Río+20 en base […]


Pero una y otra vez se repite

la necesidad de fortalecer la

capacidad para ver más

allá de la propaganda, la

desinformación y la mentira [1]  

 

Del 20 al 22 de junio se va a celebrar en Brasil la Conferencia de la ONU sobre el Desarrollo Sostenible, más conocida como Río+20 en base a que hace 20 años se había celebrado otra cumbre del mismo tenor y en la misma ciudad. El debate central en esta ocasión estará centrado en lo que se llama «economía verde» que defienden los países ricos, las grandes empresas y los portavoces el neoliberalismo.

Para tratar de contrarrestar la reunión oficial, del 15 al 23 del mismo mes, se está celebrando la denominada Cumbre de los Pueblos que reunirá a los movimientos sociales, sindicales, campesinos e indígenas que ya traen una versión de rechazo a las propuestas de la conferencia oficial. En un documento publicado recientemente, la Vía Campesina, uno de los movimientos sociales más activos de los últimos años, ha manifestado que «repudiamos y denunciamos la «economía verde» como una nueva máscara para ocultar mayores niveles de codicia de las corporaciones y del imperialismo alimentario en el mundo y como una forma brutal de lavarle la cara al capitalismo…» [2]

Y para que no faltase nadie, en la playa de Copacabana, también en Río, han aparecido las fundaciones del gran capital (AVINA -Ashoka – Rockefeller, etc) para montar su Foro de Emprendedurismo Social en la Nueva Economía, del 15 al 17 de junio.

Al igual que la Cumbre, este otro Foro de las entidades filantrópicas ha sido igualmente rechazado con sendas iniciativas. Una de ellas procedente de la Asociaciones mundiales de víctimas el amianto en el mundo, que ha solicitado al Secretario General de la ONU y a la presidenta de Brasil el que declare a Stephan Schmidheiny, fundador de AVINA, como «persona non grata» [3] , por ser uno de los principales responsables de la tragedia de las industrias el amianto en el mundo, sentenciado hace unos meses a 16 años de cárcel, por la muerte de más de 2000 trabajadores italianos de una de sus fábricas de amianto. La otra, a iniciativa de Ecologistas en Acción y firmada por más de 200 organizaciones de 23 países, de rechazo contra AVINA y Ashoka por sus vínculos con el gran capital, las industrias contaminantes y la alianza con Monsanto para llevar los transgénicos a África. [4]

El capital vuelve sus ojos a la naturaleza, al sector primario y a los bienes comunes.

En contra de las teorías que han sustentado al capitalismo, por las que la superación de las actividades primarias eran la señal de progreso y que consideraban el «capital» natural sustituible [5] , que la naturaleza era prescindible en gran parte, de nuevo en Río+20 escenifican una vuelta a la naturaleza. No solo a los materiales y productos que proporciona sino también a los procesos esenciales para la vida, o sea a los ecosistemas. El capital se hace «ecologista».

Pero no nos engañemos, lo que el gran capital viene a proponer en esta nueva Cumbre de la Tierra es cómo hacer nuevos negocios con esta última frontera de beneficio. Primero, valorando monetariamente los servicios que gratuitamente proporciona la naturaleza a todos sus habitantes, para después poder crear un mercado mundial de servicios ambientales. Por ejemplo, convertir los servicios de los bosques en bonos de carbono que las multinacionales compran, venden y llevan a los mercados secundarios especulativos.

Los bienes comunes (agua, tierra, biodiversidad, ecosistemas, minerales de la corteza, etc.), mientras tengan tal condición no son apropiables, por tanto no sujetos ni a valoración monetaria ni a comercialización. El primer paso, pues, es hacer de algo inconmensurable, no traducible en dinero, en algo que sí lo es. El segundo paso en eliminar los bienes comunes y establecer la propiedad privada sobre todos ellos, o la propiedad pública, que también, en última instancia, puede ser objeto de concesiones o privatizaciones [6] . A esto se le llama economía de los ecosistemas y la Biodiversidad (TEEB): poner precio, privatizar, vender.

Asistimos, de nuevo, a un asalto a lo que queda de bienes comunes, que es mucho. Los estados y los fondos de inversión y pensiones compran tierras fértiles por todo el mundo. Se restringe y prohíbe la libre circulación de semillas entre campesinos, e incluso se está intentando controlar la resiembra por parte de los propios campesinos. Se practica la biopiratería para patentar genomas, o seres vivos conocidos y usados durante milenios por poblaciones autóctonas. Se trata de cobrar el uso del agua de lluvia. Se privatiza la gestión de bordes costeros y parques nacionales desalojando a las poblaciones indígenas…

Como resume la Vía Campesina, en su documento «Río+20 y más allá», la economía verde que se promociona en Río pretende generalizar el principio que quién tiene dinero puede seguir contaminando; convertir la biomasa en un sustituto del petróleo; restringir el acceso del uso del agua de riego, que tiende a la escasez, hacia cultivos de exportación y agrocombustibles; proponer soluciones tecnológicas altamente peligrosas para solucionar el cambio climático o los problemas del hambre, como son la geoingeniería y los transgénicos, y «el más ambiciosos y el que algunos gobiernos identifican como el mayor desafío que es el de ponerle precio a todos los bienes de la naturaleza ( como el agua, la biodiversidad, el paisaje, la vida silvestre, las semillas, la lluvia, etc.) para luego privatizarla (con la excusa de que conservarlos requiere dinero) y cobrarnos por su uso».

Los tres actores en la Cumbre de Río+20

Como hemos visto, son tres los eventos que simultáneamente tendrán lugar en Río:

El oficial protagonizado por Naciones Unidas, los países y las empresas. En este se trae de la mano la propuesta de la «economía verde» que básicamente es mercantilista. Ya hay algunos cálculos monetarios que dicen que si todo lo que entrega la naturaleza fuese convertido en mercancía, el negocio que se crearía es equivalente a dos veces el producto bruto mundial [7] . Contra el control y la cooptación que las grandes empresas tienen sobre la ONU, con vistas a Río, algunas organizaciones han levantado su voz pidiendo que «la ONU y los Estados miembros deben rechazar las presiones que ejercen las grandes empresas a fin de obtener posiciones de privilegio (…) y debe centrarse en su mandato de servir al interés público» [8]

El otro agente muy activo es el formado por los distintos movimientos sociales, de trabajadores, campesino e indígenas y que se reúne en la Cumbre de los Pueblos. En él se presentan alternativas en defensa de los bienes comunes y se plantea un cambio de paradigma: hacer la transición de una civilización antropocéntrica a otra biocéntrica, centrada en la vida, lo que implica el reconocimiento de los derechos de la Naturaleza y la redefinición del buen vivir y de la prosperidad. Los movimientos sociales tratarán de oponerse al intento de «enverdecimiento» del capitalismo, en suma «un nuevo disfraz del sistema. Y los ciudadanos están cada vez más hartos de los disfraces y del sistema» [9]

Y aparece un tercer actor: las fundaciones del gran capital, AVINA y Ashoka, también disfrazadas de verde, que tratan de confundirse con algunos movimientos sociales, y que montan su propio Foro.

Foro de Emprendedurismo Social en la Nueva Economía [10] , de la mano de AVINA, Ashoka y la Fundación Rockefeller, entre otras.

A pesar de que es público y notorio que el fundador, ideólogo y financiador de AVINA es el magnate enriquecido con el criminal negocio del amianto en el mundo, el suizo Stephan Schmidheiny. A pesar que la justicia lo ha condenado a 16 años de cárcel por la muerte de más de 2.000 personas de una sola de sus fábricas italianas. A pesar de que recaen sobre su persona muchas otras muertes que seguirán pasando por las justicias del mundo, a pesar de ello la fundación AVINA se presenta en Río, a bombo y platillo, en las playas de Copacabana, en un alarde de impunidad, haciendo » un llamado para que emprendedores de todos los sectores y ciudadanos conscientes de los desafíos socioambientales del mundo contemporáneo participen en el debate, profundicen sus conocimientos en el tema y contribuyan al diálogo», según reza la convocatoria.

Ashoka es la permanente acompañante de AVINA con la que comparte finanzas, socios, proyectos, ideas y directivos. La fundación Rockefeller es bien conocida por su contribución a la llamada «revolución verde», ambas vinculadas a una de las mayores bancas del mundo, la J.P. Morgan y en la actualidad liderando un proyecto con la fundación Gates y Monsanto de introducción de los transgénicos en África.

Lo más inquietante es que si se ve la programación de las conferencias [11] y mesas de debate han logrado colocar a personalidades que consideraríamos como claramente anticapitalistas. Esto contribuye a la confusión y a la legitimidad de estas fundaciones ya plenamente rechazadas por los movimientos sociales alternativos. Estos invitados han pasado la raya roja de la cesión de su imagen y de la cooptación, al ponerse al lado de lo peor del capitalismo. Es la máscara de la legitimidad. » Vamos, yo jamás he visto que para luchar contra la pobreza y contra la desigualdad en las relaciones Norte-Sur, haya que ir de la mano de lo más representativo de las empresas multinacionales» [12] . Esto es una lucha de clases en la que los ricos, de momento van ganando, como decía el magnate de las finanzas Warren Buffet, e ir de la mano de los potentados y de sus instituciones es ponerse de su lado. Los ricos y sus instituciones sobran, son el problema.

Como nos preguntábamos no hace mucho: «p ero, ¿puede haber ricos buenos? No, porque su riqueza es a costa de la pobreza, explotación, saqueo, hambre y miseria de los muchos. Si no hubiese maquilas no existiría Zara. Si no se hubiese sometido durante cien años a los trabajadores al genocidio del amianto no habría Holcim, ni el magnate Schmidheiny, ni AVINA. Y sí, puede haber ricos buenos, porque no pueden evitar que el sistema capitalista los impulse inexorablemente a la explotación y miseria de los más. O sea, que muchos de los beneficios que les reporta el sistema no los pueden evitar. Por ello, para ser buenos de verdad han de dejar de ser ricos, resarciendo a sus damnificados» [13] .

Como dice Pedro Prieto de ASPO, «el capital trata de apropiarse de los movimientos ecologistas razonables, para reconvertirlos en domesticados capitalismos verdes o formas de negocio con el agotamiento del planeta». En efecto, para todas estas fundaciones de lo que se trata es de hacer negocio con los pobres, del que se predica según sus asesores que es «el negocio de los negocios».

Es lo que se ha dado en llamar el plan B del capital, una forma de seguir con los negocios disfrazada de verde y filantrópica. Este plan se puede resumir diciendo que es la suma de maniobras destinadas a ganar consenso, legalizar estas formas de enriquecerse, lograr obediencia y/o complicidad, publicitar sus objetivos como si fueran idénticos a los de la sociedad.

Destacan por su especial relevancia dos maneras de implementar este segundo plan: una, la denominada «la Responsabilidad Social Corporativa» y,

otra, la que tiene por objeto la cooptación de los movimientos sociales de

resistencia y ONGs alternativas. En la medida que logran penetrar en los movimientos y producir escisiones en su seno constituyen el mayor desafío a vencer por parte de resistencia civil.

El mensaje de la «economía verde» no es otro que el del capitalismo disfrazado de ecologista y filántropo, que despliega todas sus armas para seguir haciendo más negocios. En un caso de manera explícita, y en otro como un lobby oculto que trata de hacer el interfaz entre los negocios y los movimientos sociales próximos a las gentes.

Como ha señalado una de las dirigentes máximas de Ashoka, María Zapata, en un alarde de franqueza, » Los emprendedores sociales trabajan con esas poblaciones (los pobres)y su labor es acercar a las multinacionales hasta ellas, mientras salvaguardan los intereses de éstas «. [14]

Una metáfora puede ayudarnos a entender el daño que producen los aliados o contratados de AVINA y Ashoka en los movimientos sociales: la del comportamiento hormonal.

Las hormonas son unas sustancias generadas en las glándulas endocrinas del cuerpo, que viajan por el torrente sanguíneo, y que portan mensajes químico imprescindibles para la buena salud corporal. Pero para cumplir su función cada hormona necesita encontrar a su receptor particular , con el que se une en un abrazo molecular como si estuviesen hechos «el uno para el otro» y, una vez acoplados, ya se encuentran en disposición de entrar en las células para hacer su actividad biológica.

En la historia de la endocrinología ocurrió un descubrimiento inquietante, narrado en el texto «Nuestro futuro robado» [15] . Sobre 1970 se descubrió que el DES, un estrógeno sintético que se llevaba administrando a las mujeres embarazadas desde hacía treinta años, era un disruptor endocrino, y producía en los nacidos y en la madre serios problemas de salud. El mecanismo por el que se producían estos efectos era porque el DES actuaba como un impostor hormonal: imitaba a las hormonas naturales y se unían a «sus» receptores específicos, provocando trastornos en la actividad celular.

Así operan estas fundaciones: como una hormona social impostora, que busca receptores en los movimientos sociales, a los que llama líderes o emprendedores, y que sigilosa e inevitablemente produce los consabidos trastornos de confusión, división y anestesiamiento de los mismos.

Una conclusión

Cualquier forma de capitalismo verde es un nuevo canto de sirena para hacer tragable los destrozos que el neoliberalismo está produciendo en el mundo. Para poder superar la grave crisis social y ambiental en la que estamos sumidos no queda más camino que cuestionar y transformar el capitalismo.

Como han declarado los pueblos indígenas andinos «es indispensable y urgente que Río+20 signifique la ruptura con el capitalismo desarrollistas depredador y la adopción de un nuevo paradigma civilizatorio sustentado en el diálogo y la armonía con la Madre Tierra» [16] .

Si no, puede que no lleguemos bien parados a Río +40

Notas y referencias

[1] GRAIN-WRM-ATALC (2012), «El trasfondo de la economía verde. Profundización de la crisis climática y ambiental como camino a mejores negocios» , en http://www.grain.org/article/entries/4522-el-trasfondo-de-la-economia-verde

 

[2] Vía campesina (2012), » Los pueblos del mundo frente a los avances del capitalismo: Río+20 y más allá», en http://viacampesina.org/sp/index.php?option=com_content&view=article&id=1429:los-pueblos-del-mundo-frente-a-los-avances-del-capitalismo-rio-20-y-mas-alla&catid=46:cambios-climcos-y-agro-combustibles&Itemid=79

[3] En http://www.asbestosdiseaseawareness.org/archives/10786

[4] Ecologistas en Acción y 175 organizaciones más (2012), «Organizaciones sociales y ambientales latinoamericanas y españolas denuncian las consecuencias de la actividad de fundaciones supuestamente filantrópicas», en http://www.ecologistasenaccion.org/article23123.html

[5] Es la falacia de la sustitución sin fin. Esa creencia caprichosa de que cualquiera que sea el problema, «inventaremos -siempre-algo», como sostiene Solow, un premio Nobel de Economía.

[6] La historia del capitalismo es una historia de desposesión de bienes comunes. La mayor parte de los bienes o eran comunes o tenían servidumbres comunitarias. «Desde la creación del mundo hasta ahora, la segunda hierba pertenece a la comunidad», se decía en la Revolución francesa de 1789. E igualmente, se calcula que en Inglaterra, a finales del siglo XVII, un tercio de los poseedores de tierras estaban condicionados por derechos comunes consuetudinarios.

[7] Constanza, R y al. (1997), » The value of the world´s ecosystem services and natural capital, en Nature, vol 387, 15 de mayo.

[8] Amigos de la Tierra Internacional, la Vía Campesina y el. «No más control y cooptación empresarial de las naciones Unidas. Declaración conjunta de la sociedad civil», en http://www.google.es/#hl=es&rlz=1W1GGHP_esES467&sclient=psy-ab&q=amigos+de+la+tierra+no+mas+control&rlz=1W1GGHP_esES467&oq=amigos+de+la+tierra+no+mas+control&aq=f&aqi=&aql=&gs_l=hp.3…2070.7799.0.7996.34.29.0.4.4.3.377.6098.0j18j9j2.29.0…0.0.gMQqu0VcR1I&pbx=1&bav=on.2,or.r_gc.r_pw.r_qf.,cf.osb&fp=7fe334daebe06388&biw=1024&bih=693

[9] Ramonet, I., «Los retos de Río+20», Le Monde Diplomatique, Junio de 2012

[10] En http://www.avina.net/esp/3802/foro-de-emprendedurismo-social-en-la-nueva-economia-2/

[11] Programa de participantes en el Foro de Emprendedurismo social en la Nueva Economía, en la web: http://www.empreendedorismosocial.org.br/index.php?option=com_content&view=article&id=159&Itemid=664&lang=br

[12] Gayol,R., «El nuevo fundraising de las ONG y el ejercicio de la anticooperación», en Rebelión, 9 de junio de 2012, en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=151066

[13] Puche,P. (2012), «Botín», Ecoportal, 16 de enero, en http://www.ecoportal.net/Temas_Especiales/Economia/Botin

[14] Entrevista a María Zapata en la revista digital Quo.es, 9.06.2011. http://www.quo.es/ciencia/hombre/maria_zapata_ashoka_espana

[15] Colborn, T, y el. (1997) Nuestro futuro robado, Ecoespaña editorial

[16] Pueblos indígenas andinos «Por un nuevo paradigma civilizatorio: buen vivir en armonía con la madre Tierra para garantizar la vida», en Rebelión, 9 de junio de 2012

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.