Las encuestas van más allá del tan esperado «si las elecciones fueran hoy, por quién votaría usted el 7 de octubre». Y de hecho, los últimos resultados presentados por Gis XXI revelan datos que nos hacen entender las tácticas y estrategias que deben emplearse no solamente para ganar las elecciones, sino para ganarlas bien. Me […]
Las encuestas van más allá del tan esperado «si las elecciones fueran hoy, por quién votaría usted el 7 de octubre». Y de hecho, los últimos resultados presentados por Gis XXI revelan datos que nos hacen entender las tácticas y estrategias que deben emplearse no solamente para ganar las elecciones, sino para ganarlas bien. Me refiero más específicamente a ese estudio que da a Chávez ganador con 56% de intención de voto.
Frente a esa cifra los optimistas de oficio seguramente se sentarán a celebrar durante los próximos 56 días que restan para el 7-O. Pero quienes sabemos que la política es un ejercicio de participación y también de matemática, estamos obligados a desglosar ese 56%.
El mismo Jesse Chacón, presidente de Gis XXI, al momento de exponer los resultados de esa última medición, explicaba que ese 56% se divide en 40% de votos «duros» y 16% de votos «blandos». Explicaba entonces el vocero de dicha encuestadora cómo, a pesar de superar el 50% en intención de voto el candidato Chávez, solo el 40% votará de todas todas por él. El otro 16% corresponde a los llamados votos «blandos», que representan aquellos que apoyarán a Chávez o no votarán por nadie; es decir, que no es de los indecisos que depende el próximo 7 de octubre, sino de ese 16% de votos blandos.
De hecho si le sumamos al 30% de intención de voto de Capriles todos los indecisos y quienes aseguran que se abstendrán (14%) todavía no ganaría. Es por ello que la estrategia opositora no es ganar las elecciones sino hacer que Chávez no las gane bien, para cantar fraude y preparar un escenario de desestabilización.
Ello se explica por el hecho que es más probable que un indeciso (10%) no vaya a votar a que un voto blando de Chávez (16%) deje de participar el día de las elecciones. Por ese motivo, la oposición hará todo lo posible para desmovilizar el voto «blando» a favor de Chávez y restarle votos a su triunfo.
La conclusión de todo esto es más que evidente. Esta campaña no deberá convencer a los convencidos, es decir a ese 40% de votos duros de Chávez, sino más aún tendrá que ir a buscar el respaldo de quienes ya tienen intención de votar por el Presidente, pero les falta una motivación ulterior.
Si además de asegurar el voto «duro» y el voto «blando», nos esforzamos por sumar un porcentaje de los indecisos, créanme que podríamos incluso acercarnos a los diez millones de votos. Pero si, por el contrario, nos conformamos con celebrar que ya ganamos y no hacemos el trabajo necesario, sobre todo en las regiones, y dejamos que la oposición desmoralice a nuestro voto «blando» estaríamos nosotros en un escenario de victoria «pírrica».
En un panorama como éste no se trata de ganar sino de ganar bien.