Muy común es en Venezuela, asistir penosamente al fenecimiento de la investigación objetiva (dialéctica y materialista) ante un diluvio ideológico de distorsiones bufas de la realidad. La consigna actual es sustituir la investigación en las áreas sociales, por una serie de vulgaridades falaces que sirven para insultar cobardemente (MUD) o para adular perrunamente al gobierno. […]
Muy común es en Venezuela, asistir penosamente al fenecimiento de la investigación objetiva (dialéctica y materialista) ante un diluvio ideológico de distorsiones bufas de la realidad. La consigna actual es sustituir la investigación en las áreas sociales, por una serie de vulgaridades falaces que sirven para insultar cobardemente (MUD) o para adular perrunamente al gobierno. Por ello, ante la presión política, la fementida inmediatez «obliga» a los principales bandos en disputa del poder político (es decir, en lucha por la apropiación de la renta petrolera) a atacarse los unos a los otros con una serie de absurdas inexactitudes y luxaciones de la realidad. El aspecto que trataremos hoy está relacionado a la supuesta «hipertrofia empresarial» del gobierno, es decir, a la falsa creencia de que el gobierno posee la mayor parte de las unidades de las unidades económicas del país, y que el empresariado «criollo» se desvanece en una ilusoria oleada expropiadora.
¿Cómo podemos medir las unidades económicas existentes?
Las estadísticas en nuestro país se destacan por su escasez e intrínseca oscuridad. Indicadores de productividad, rendimientos por pozos, importación agrícola por rubro etc., son secretos militarmente resguardados, o simplemente guarismos jamás computados. Sin embargo, todos los escritos que traemos tienen como impronta la estadística oficial disponible públicamente.
En esta ocasión nos vamos a servir de los primeros resultados del IV Censo Económico (IVCE) de 2007-2008, que realizado hace ya varios años, no muestra tener progenie alguna. El IVCE registró todas las unidades económicas ubicadas en los centros poblados urbanos de Venezuela, con la muy importante (e inexplicable) excepción de las empresas pertenecientes al sector primario (sector agrícola y el sector minero y petrolero, que en realidad no son muchas en cantidad, pero son muy importantes en cuanto su peso económico). El IVCE también excluye al sector financiero (aplastantemente privado), las instituciones religiosas y órganos extraterritoriales. En el resto de las escasas zonas rurales del país (menos del 4% del territorio), el IVCE se ocupó de las principales empresas que allí operan.
Resultados notorios que demuestran la pequeñez del Estado
En varios artículos he explicado que según nuestras Cuentas Nacionales, explicitadas por el Banco Central de Venezuela (BCV), el PIB privado (el porcentaje de la actividad económica del país en manos directas del empresariado) corresponde al 71% del total (año 2010). En el año de 1999 el PIB privado era de 68%, es decir, que a pesar de las nacionalizaciones, el PIB sigue siendo mayoritariamente privado, y comparado con países que nada tienen que ver con el comunismo como: Suecia, Francia e Italia; donde el PIB es mayoritariamente público (estatal), el Estado venezolano no tiene en sus manos (salvo el petróleo) ningún resorte económico importante de la economía.
La afirmación anterior se respalda en el Gráfico 1 que muestra data oficial del IVCE, y que explica que el 93% de las unidades económicas pertenecen al sector privado, dejando apenas un escuálido 7 % al sector público. Dentro de ese diminuto 7%, más del 92% de las unidades económicas estatales, se dedican a actividades tipificadas como económicamente improductivas, debido a que no generan valor, es decir, más del 90% de esos establecimientos consumen plusvalía en vez de generarla. Las actividades de ese 92% se concentran en: salud, educación, deportes y administración pública.
Queda más que probado, que la supuesta y fementida creencia de que el Estado venezolano tiene «casi toda», o buena parte de la economía en sus manos es completamente falsa. No tiene ningún asidero.
Gráfico 1:
La burguesía local en Venezuela, comercio, servicios y escasa industria
Los países suelen ser catalogados por analistas de diverso pelaje, como desarrollados y subdesarrollados. Dichos analistas (un 98%) son abiertos fans del capitalismo, e insisten en medir el grado de avance o retroceso de una sociedad por variables relacionadas al nivel de ingresos del país, comprendiendo de manera errónea y fragmentaria lo que pretenden explicar. Estos «señores» entienden el modo de producción capitalista, como una serie de economías unidas por agregación, cuyo mercado nacional las dirige un Estado con independencia económica más o menos plena; lo cual es un yerro por toda la línea. El contenido, decimos, la esencia del modo de producción capitalista radica en ser completamente mundial, es decir, vinculado e interconectado hasta la raíz. Esta unión implica entender al planeta como un enorme ámbito de acumulación de capital en toda su extensión, cuyas relaciones van mucho más allá de los Estados. Así las cosas, podemos observar que los ámbitos de acumulación «nacionales», no son sino la apariencia encubierta de un proceso de acumulación mundial. Con estos pertrechos dialécticos, podemos abordar palmariamente el difuso tema de la industrialización en el país, tomando en cuenta las limitaciones de espacio que esta publicación impone.
Las industrias en Venezuela: ¿A qué se dedica «nuestra» burguesía?
Como lo habíamos comentado en artículos anteriores, nuestra burguesía es eminentemente improductiva y especialmente orientada a la importación de mercancías abaratadas por la sobrevaluación de la moneda. La reventa en el mercado nacional de estas mercancías portadoras de renta petrolera, a precios más altos que los internacionales, permite a la burguesía apropiar la renta petrolera, que originariamente parte del Estado y que termina en manos de los empresarios. Dicho proceso de acumulación de capital, se basa en la exacción a la clase obrera de la renta petrolera que cubre el 94% de las importaciones (2010) que se realiza la burguesía y que permite importar alrededor del 70% de las mercancías que se consumen en nuestra nación [i] .
Cuando hablamos de «nuestra» burguesía, nos referimos al empresariado local sin distingos chovinistas que expliquen por la nacionalidad específica de un burgués, su comportamiento. Con toda confianza, decimos que el empresario venezolano no es el que lleva el gen de comerciante e improductivo, no. Indicamos que el 95% de los capitalistas en Venezuela (extranjeros o no) se comportan del mismo modo especulativo, a causa de (entre otros) estos factores: moneda sobrevaluada, riqueza del provento petrolero que abarata la importación, baja escala productiva, poca mano de obra industrial calificada y salarios criollos relativamente altos comparados con las maquilas manufactureras de Perú y México, o las industrias chinas. Por tal motivo, lo más rentable y lo que implica menor riesgo es importar y especular con tales mercancías. Por ello, como vemos en el Gráfico 2 que a continuación mostramos, el 85% de nuestras empresas se dedican a: comercio (55%), servicios (25%) y actividades recreativas (5%). Todo esto deja a las empresas que se dedican a la actividad industrial en un escuálido (6,33%), evidentemente insuficiente para las necesidades productivas que se requiere satisfacer. Por ello los índices de importación son tan altos, debido a la diminuta capacidad industrial en la nación entera, sin hablar del Estado y su escasez industrial (exceptuando los sectores primarios antes mencionado). Así las cosas, vemos que la frase: «En Venezuela no se produce nada; se importa casi todo» cobra un sentido estadísticamente significativo. Sin embargo, lo más importante de explicar estriba en la necesidad de entender, que bajo la acumulación capitalista mundial, y con políticas económicas de corte capitalista, Venezuela jamás podrá industrializarse, por los factores estructurales que antes explicamos y con el tiempo no hacen más que profundizarse.
Gráfico 2:
El empresariado en Venezuela : importador e improductivo
Impulsados por el uso rentístico del provento petrolero, nuestros empresarios sólo hacen fortuna a base de importación de mercancías baratas y su venta en el mercado local a altos precios.
La sobrevaluación del bolívar es una herramienta que permite al empresariado local la absorción de renta y toda clase de negocios especulativos muy lucrativos. Como las divisas son entregadas fundamentalmente a una élite burguesa, ésta puede comprar un DVD (de calidad, hay varios más baratos) en 30 billetes verdes y revenderlo en Bs. 387, guardando para sí una «modesta» ganancia de 200%. Nuestros burgueses pueden comprar un trío de pelotas de tenis, que cuestan [ii] en la tienda estadounidense [iii] Amazon sólo 3$ EEUU dólares, lo que da un total de 12,9 Bs (al cambio oficial, que obtiene en grandes cantidades la burguesía criolla en CADIVI). Ahora, la reventa de esas pelotas en la tienda Afanis Sport de la Av. F. Solano, en Caracas, se realiza a 90 Bs. Es decir este buen burgués, se embolsilla una ganancia de 597%, vendiendo a precio de diamante, una mercancía de valor internacional insignificante. Aunque pueda salir algún gorila reaccionario (dícese, posmoderno anticonsumista) a señalar que: «El DVD y el tenis son cosas de ricos, que el pueblo no debe usar»; es por demás innecesario afirmar que esta especulación grotesca se aplica igual o peor, en medicinas, alimentos y todo lo relacionado a viviendas. Con esta fórmula mercantil, la burguesía se embolsilla gracias a nuestro petróleo, millones de dólares y de bolívares sin producir ninguna mercancía, es decir, a fuerza de especulación pura y dura. Ni siquiera hablamos de los multimillonarios negocios de compra y venta de dólares en el mercado paralelo.
Si nuestra burguesía local produce casi nada y exporta casi nada, ¿de dónde saca los dólares? Fácil, del petróleo. Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) es la que genera el 96% de las divisas que ingresan al país.
En el gráfico 3 que viene continuación, se muestra (en la barra de color rojo) el grotesco nivel de las importaciones de bienes y servicios del empresariado local, en contraste con las míseras exportaciones privadas no petroleras (en la barra azul). En el clímax de esta desproporción, vemos que la burguesía local en el 2008 importó (sola-solita) más de 45 mil millones de dólares estadounidenses y apenas exportó cinco mil millones de dólares (cifra que bajó a 1.800 millones de dólares para el año 2010). En otros vocablos, la burguesía importa nueve veces más de lo que exporta. Su parasitismo consiste en importar barato y revender caro.
Gráfico 3: Datos de una burguesía improductiva, importadora y especuladora
La Necesaria Central Estatal Única de Importaciones
Hay una acción interesante que se podría llevar a cabo con inteligencia y voluntad política, que podría permitir plantearse un salto cuantitativo importante, en la solución de éste problema:
1. Construir una CENTRAL ESTATAL ÚNICA DE IMPORTACIÓN (CEUI), a la cual deban acudir todas las personas naturales y jurídicas para realizar a través ella, todos sus requerimientos de importación. Ésta Central podría realizar compras a escala (obtener mejores precios), abaratar las importaciones (destruir el inmenso fraude que hace la burguesía a través de la importación de cajas vacías, cajas con arena, mercancías con sobreprecios etc., con los dólares CADIVI) y a la vez cobrar altos impuestos diferenciados (de acuerdo al tipo de bienes) que permitan al Estado ahorrar gran cantidad de divisas, y generar altos ingresos la inversión productiva en industrias que puedan desarrollar bienes de consumo superior y abaratar mercancías de primera necesidad para la población.
Es de recordar que las fabulosas ganancias que tiene la burguesía local en el negocio de la especulación con mercancías diversas, suelen dejar un mísero porcentaje en el fisco, debido a las tácticas de evasión y elusión de impuestos que la burguesía aplica para pagar lo mínimo posible en gravámenes. Así, el Estado burgués, que el gobierno bolivariano administra, dejaría de trasladarle una inmensa cantidad de millones de dólares, que la burguesía hurta a través de un descomunal enjambre especulativo. Otro asunto importante, es que en el anhelo imposible de desear regular los precios, la CEUI podría colaborar de manera decisiva (sólo en los precios de los bienes finales importados), debido a que la importación directa por la CEUI y la puesta de la mercancía en la puerta del negocio revendedor (Ej.: Un supermercado) permitiría colocar un Precio de Venta Máximo a dicha mercancía. Ello, reduciría los márgenes de ganancia grotescos de los especuladores y abarataría mercancías de todo tipo. Alimentos, medicinas, repuestos etc., bajarían de precio ipso facto.
Entendemos muy claramente, que mutatis mutandis, al tomar el control y realizar la importación directa de las mercancías que no se producen acá, se reducirían drásticamente las importaciones, se abarataría los bienes que consumimos, disminuiría los índices de inflación -Venezuela tiene la inflación más alta del mundo (27,6% en 2011), triplicando a la inflación de Botswana, Ghana y Ruanda [iv] -, aumentaría nuestro salario real, destruiría las ganancias grotescas de los empresarios y redireccionaría buena parte de la renta petrolera al Tesoro Nacional. Solamente oscuros, corruptos e ilícitos intereses de importadores (especuladores) y sus «contactos» gubernamentales, pueden negarse a esta medida.
A todas vistas, el gobierno bolivariano ha protagonizado una espectacular y desorbitada transferencia de miles millones de dólares a la burguesía que tanto lo agrede, sabotea y combate. La vía fundamental de ésta «munificente» transferencia se hace a partir de sus administradores de divisas preferenciales (CADIVI y SITME), con los cuales el empresariado local parasitario, ha hecho fortunas incalculables. Esa transmisión de renta ha sido «excusada» por la nulidad de la industria local y la necesidad de importar los bienes que se necesitan. Sin embargo, soluciones estructurales como: industrialización a gran escala y con dirección obrera, parecen no estar en el imaginario del gobierno que se parece contentar con dar a la burguesía miles de millones de dólares, para que importe barato mercancías que venden a precio de oro líquido. De hecho, el Ingeniero Electricista, en funciones de ministro de Economía: Jorge Giordani, afirma de lo más orondo que éste sistema de administración de divisas es apenas un niño que debe ir creciendo…
El drenaje de renta petrolera para satisfacer la insaciable codicia empresarial sigue vaciando las arcas de la nación y empujándola a una carrera de endeudamiento público externo e interno, de proporciones siderales, que comprometen cada día más el presupuesto del país y que transfieren con más vigor, renta petrolera a los grandes capitalistas criollos (vía CADIVI_SITME) y a los capos de las finanzas mundiales (Vía endeudamiento externo con Petrobonos, Vebonos etc.). Esta situación empobrece a la clase obrera y se constituye como un hándicap tremendo en la lucha socialista. Deber de toda persona honesta es plantar cara y exigir un cambio drástico en esta política económica.
PD: Parte de este análisis se encuentra en mi libro: La Alienación en el trabajo, La esclavitud asalariada, que trata de éste y otros temas, desde una perspectiva dialéctica y materialista.
Manuel Sutherland
twitter@marxiando
Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO)
Asociación Latinoamericana de Economía Marxista (ALEM) www.alemistas.org
[i] Éste número es un estimado de la importación de mercancías que suplen el mercado interno, a partir de una serie de estudios realizados a los niveles de importación por rubro.
[ii] Al precio minorista que obtiene el consumidor final, es decir el más alto.
[iii] El precio de la pelota de tenis está acá http://www.amazon.com/Dunlop-
[iv] Información de la inflación mundial, extraída de: http://www.tradingeconomics.