El segundo turno de las elecciones municipales, realizado el último domingo, demostró una continuidad de la tendencia del primer turno. En aquel momento analizábamos la situación afirmando que «el bajo nivel de desempleo, la disminución de la miseria, la disponibilidad del crédito para el consumo, refuerzan en las masas las ilusiones reformistas que es posible […]
El segundo turno de las elecciones municipales, realizado el último domingo, demostró una continuidad de la tendencia del primer turno. En aquel momento analizábamos la situación afirmando que «el bajo nivel de desempleo, la disminución de la miseria, la disponibilidad del crédito para el consumo, refuerzan en las masas las ilusiones reformistas que es posible seguir con cambios graduales y constantes como fue con Lula y sigue con Dilma. Estos factores son determinantes para entender la victoria del gobierno, el fortalecimiento del PT y el debilitamiento de los principales partidos de la oposición burguesa (PSDB y DEM) en estas elecciones».
Lo que queda claro como el agua es que el PT consiguió ganar la joya de la corona -San Pablo- con el desconocido Fernando Haddad, que fuera escogido por Lula contra el partido, como ya había hecho con Dilma, y que el PSDB paulista (centro de gravedad tucano) salió gravemente herido.
La clase trabajadora no dio un cheque en blanco al PT
A pesar de la victoria el PT no obtuvo un cheque en blanco de estas elecciones. La pérdida de votos, por la derecha, al PSB que se muestra menos «reformista» que el PT, y por izquierda, con las minoritarias, pero importantes votaciones de la izquierda antigubernamental (PSOL y PSTU) en el primer turno, en aquellas ciudades donde el PT había roto el pacto de aumentos salariales, apareciendo abiertamente como antihuelgas, enfrentándose con su base social (los estatales y las clases medias «progresistas») y donde hay mayores señales aunque iniciales y dentro de los marcos del reformismo social, de politización de la juventud, son muestras de que la victoria del PT no fue ilimitada.
Otro elemento importante a tener en cuenta de estas elecciones fue la elevada abstención, votos en blanco y nulo en diversas ciudades, sobre todo en las mayores. En San Pablo este índice superó el 30%, mostrando que para una parte grande de la población trabajadora y para la juventud hay una creciente crisis de representatividad en los partidos del régimen, por sus debilidades orgánicas y políticas.
La política del PSOL y el PSTU
El PSOL disputó dos elecciones en el segundo turno en el Norte del país: Macapá y Belén. Venció en Macapá, capital de Amapá. En aquella ciudad fue electo con un vice de un partido burgués enemigo de la reforma agraria y de los trabajadores, el PPS, contando con el apoyo del gobernador Capiberibe del PSB, y además con diversos apoyos de los más tradicionales partidos de la derecha del país, como el DEM, y el PSDB.
En la capital de Pará (Belén) el oportunismo del PSOL fue para el otro lado del espectro político nacional. Allá abandonó cualquier slogan antigubernamental, fue sin diferenciarse del PT y del PCdoB. Tenía como vice de (su candidato a intendente) Edmilson al PCdoB, recibió dinero de grandes empresas y en el segundo turno, contó con el apoyo de Dilma, Lula y diversos ministros del gobierno que grabaron videos en apoyo y fueron usados en la campaña de televisión del candidato del PSOL. Las corrientes gubernamentales apoyaron al PSOL reivindicándolo como «continuidad» del «modo petista de gobernar».
Sus pasos oportunistas para ganar una elección a cualquier costo demuestran que no existe ninguna perspectiva de este partido para ofrecerse como alternativa antigubernamental. Frente a esto, numerosas corrientes internas del PSOL, incluso aquellas que también tienen en su ADN hacer transacciones con la burguesía en nombre de la táctica, escribieron notas de repudio.
Se anuncia una marcada disputa en este partido. Sin embargo no hay un ala que defienda posiciones de independencia de clase. Lo que ninguna de esas corrientes de izquierda contesta es el hecho simple de estar «construyendo» un partido centroizquierdista, que se niega conscientemente a ser proletario y revolucionario.
El PSTU avanza en su oportunismo electoralista exponiendo su crisis de falta de estrategia revolucionaria
En Belén el PSTU dirige el importante sindicato de los trabajadores de la construcción civil y tenía como candidato en el mismo frente del PSOL y PCdoB al dirigente de este sindicato, Cleber Rebelo. Cleber fue electo concejal con una importante votación, pero tuvo que contar con los votos del coeficiente electoral del PSOL para elegirse.
En el primer turno el PSTU había criticado el apoyo de Marina Silva a Edmilson, había criticado el recibimiento de dinero de la burguesía, pero hacía una agitación en la ciudad, y mostraba videos en su sitio web, diciendo que elegir a Cleber y Edmilson sería «Belén en manos de los trabajadores». Después de borrar las numerosas críticas que había hecho a Edmilson cuando éste era del PT y había reprimido huelgas, el PSTU pasó a hacer agitación diciendo que él representaba los intereses de los trabajadores (incluso en medio de las críticas en la vanguardia por el dinero recibido de empresarios y por su programa). Después, de repente con el video de Lula y Dilma en apoyo a Edmilson en el segundo turno, el PSTU descubrió una ruptura «definitiva» con los acuerdos del frente «Belén en las manos del pueblo». «Descubrió» un problema «de principio» que justificase la ruptura con el frente que construyó de manera oportunista.
Su balance posterior, ya «roto» el Frente, continúa embelleciendo a Edmilson. En él afirman que rompieron porque Edmilson dejó «de defender un programa que representase los intereses de los trabajadores, montando una coalición con partidos burgueses de un latifundista conocido de Belén». Es una mentira que él defendía los intereses de los trabajadores «antes».
Aún con todo eso, el PSTU anunció su «salida» del frente electoral pero siguió llamando al «voto crítico» al PSOL y Edmilson. Este frente político era encabezado por Lula, Dilma, PDT y latifundistas… y el PSTU!
Levantar la independencia de clase como estrategia y combatir intransigentemente la influencia del reformismo es una necesidad para actuar decididamente en las batallas iniciales que se ofrecen hoy como preparación frente a embates mayores de la lucha de clases, cuando mayores impactos de la crisis capitalista lleguen al país.