» El mundo entero está cruzado por este dinamismo constituyente que no puede encapsularse en los formatos de la vieja institucionalidad: partidos, sindicatos, parlamentos, etc. Con la vieja « […]
» El mundo entero está cruzado por este dinamismo constituyente que no puede encapsularse en los formatos de la vieja institucionalidad: partidos, sindicatos, parlamentos, etc. Con la vieja « caja de herramientas » no se pueden leer estos procesos. La izquierda tradicional, instalada mentalmente en la conserjería del capitalismo de Estado, no puede (y no quiere) encarar una ruptura radical con la lógica de la dominación « . Rigoberto Lanz.Sin pensamiento crítico …
Entre todo el caudal de literatura apologética o detractora sobre la revolución bolivariana, hay un texto singular que marca una caracterización de este heterogeneo conglomerado de grupos, sectores y clases que algunos llaman hoy «chavismo», que permite una orientación general pero precisa de su amalgama ideológica y de su composición social, política y sociocultural. Se titula: «El dilema del chavismo: una incognita en el poder. Ensayos políticos para personas que detestan a los políticos» del ya fallecido profesor de ciencias políticas de la ULA Alberto Arvelo Ramos (i).
En su Cap.4 Arvelo Ramos intenta enumerar los actores, movimientos y fuerzas sociales que respaldan a Hugo Chávez y a la revolución bolivariana como esperanza fundamental de cambio. Allí señalaba la importancia del gran frente del «chavismo popular y democrático» constituido por segmentos de la población que bajo el impulso de la gran desilusión, decidieron abandonar la política de los cogollos leninistas, bajo tres premisas que vale la pena resaltar para caracterizar la actuales izquierdas bolivarianas: a) Esperan que con Chávez se desencadene un viraje político radical; b) descartan a los partidos políticos tradicionales y sus direcciones políticas (cogollos); c) confian en que los objetivos del proyecto de la revolución bolivariana se cumplirá profundizando el ejercicio de derechos y garantias asociados a los derechos humanos: cívicos, políticos, sociales, económicos, culturales, ambientales y de los pueblos indigeneas tal como lo hoy reconoce la Constitución de 1999.
Entre los valores fundamentales que Arvelo Ramos destaca de este frente social están la igualdad, la justicia, la libertad, la solidaridad, la paz; así como el reconocimiento del pluralismo y la diversidad. Sin embargo, el autor destaca que desde su opinión Chavez «no está comprometido vitalmente con este frente democrático», popular y anclado profundidamente en los valores de justicia social, liberación y alteridad, sino que está mucho más vinculado con sectores que son estructuralmente no democráticos.
Arvelo Ramos llamaba a una suerte de incidencia dialéctica de este frente amplio social para transformar el liderazgo de su Líder hacia una dirección cada vez más democrática. Su desconfianza hacia un «Chávez autoritario» implicaba dos tareas políticas inclaudicables para el tiempo de la política: a) la defensa irrestricta de la soberanía popular directa e indirecta, lo cual conlleva a un reconocimiento positivo de las elecciones populares, b) la defensa del regimen de controles mutuos de los poderes públicos nacionales, regionales y locales, para evitar así un despotismo monocromático ajeno a controles institucionales y sociales que impidan el monopolio del poder; es decir, que la democracia sea profundizada en el sentido de una radical «distribución del poder social».
Frente a estas tareas, Arvelo Ramos identificaba en el seno del «chavismo» a un segundo sector partidario de una «dictadura militar plena»; es decir, a «sectores militaristas», independientemente de su condición civil o militar. Se trata de sectores con una propensión autoritaria derivada de una socialización política de corte «militarista», que no tienen aspiraciones ni compromisos democráticos, y que se acercan de modo explícito o latente a las actitudes de los «gendarmes necesarios». De allí se desprenderían una serie de rasgos bonapartistas o cesaristas de la conducción política, que asimilarian las tareas de dirección política a organizaciones con una cultura, estructura y procesos que funcionan bajo la lógica de la «línea y cadena de mando», con la disciplina, verticalidad, mando y obediencia de las organizaciones militares, o incluso de las «sociedades secretas» o «logias militares».
Un tercer sector de insuficiente articulación democrática serían simpatizantes y activistas de un «sistema de partido leninista único», que anclados en la nostalgica referencia a la revolución bolchevique siguen sin prestarle atención al verdadero trauma de las experiencias revolucionarias del siglo XX: el estalinismo. Aun no caen estos sectores en cuenta de la prefiguración de un Estatismo Autoritario a partir de los cuadros mentales de un leninismo ortodoxo que se mueve en la dirección, no de la «dictadura revolucionaria del proletariado» como planteaba siquiera Marx en el siglo XIX, sino de la dictadura del partido único.
Aquí llegamos al meollo del asunto, pués en la interpretación del proceso constituyente actualmente convocado, cada uno de estos sectores pugna para dibujar formas de ejercicio del poder con claras diferencias, conflictos y antagonismos. Este fenómeno explica parcialmente que no exista una arquitectura de intancias de debate orgánico entre tendencias y corrientes teóricas e ideológicas en la revolución.
Sin embargo, es preciso explicitar las concepciones del socialismo en juego cuando se plantea la construcción de la transición, pués hay una necesidad urgente de debatir la «construcción radicalmente democrática del socialismo democrático-participativo«. De allí la importancia de despejar las incógnitas, pués luego de 13 años de revolución bolivariana se trata de optar o no por un «socialismo de nuevo tipo», articulado orgánicamente al ejercicio intesivo y extensivo de la democracia radical, deslastrado eso sí, de las tentaciones despótícas presentes en las orientaciones «militaristas» y «estalinistas» de la política.
Un asunto medular para pensar desde las izquierdas bolivarianas y el ejercicio del poder constituyente, mucho mas allá del electoralismo en boga, de la afixia burocrática y de los habitus del poder constitutido.
i Arvelo Ramos, Alberto (1998) El dilema del Chavismo. Una incognita en el poder. Ensayos políticos para personas que detestan a los políticos. José Agustín Catala Editor. Caracas 1998.
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