La política exterior peruana, ha mantenido un ritmo intenso en las últimas semanas. Por un lado, se aguarda el fallo de la Corte Internacional de Justicia de la Haya sobre la controversia en la delimitación marítima con Chile, que no impidió la reactivación del mecanismo de consultas bilaterales 2+2, aprovechado por Roncagliolo para «separar» su […]
La política exterior peruana, ha mantenido un ritmo intenso en las últimas semanas. Por un lado, se aguarda el fallo de la Corte Internacional de Justicia de la Haya sobre la controversia en la delimitación marítima con Chile, que no impidió la reactivación del mecanismo de consultas bilaterales 2+2, aprovechado por Roncagliolo para «separar» su disputa de la boliviana e intentar crear un clima de confianza mutua en un orden post sentencia. En segundo lugar, dos incidentes diplomáticos casi simultáneos se presentaron con Venezuela y Ecuador por razones disimiles.
Es interesante analizar el laberinto del gobierno «nacionalista» de Ollanta Humala, que mantiene alianzas en el Congreso con los sectores de Perú Posible del ex presidente Alejandro Toledo, bajo la observancia de celadores de la derecha como Mario Vargas Llosa. La posición oficial de los partidos de Gana Perú (humalista), ha sido la de reconocer los resultados electorales en Venezuela en sintonía con todos los países de la región, lo que encendió las alarmas en los sectores conservadores peruanos, que plantearon en primera instancia interpelar a Roncagliolo por la visita presidencial a la juramentación de Maduro.
En Lima, una dama peruana golpeó al embajador del Ecuador sin causas obvias, generando malestar en algunos políticos, que interpretaron el incidente como un gesto ofensivo del diplomático, llevando a la solicitud de Roncagliolo de retirar al funcionario. Analizados los videos de seguridad, Ecuador ratificó la inocencia de su funcionario y, la continuidad de su misión diplomática. Es interesante la valoración de sectores «aliados» de Humala, que dieron en este caso consideración de estratégicas a las relaciones con su vecino; mientras la oposición aboga por el aislamiento regional, en un incidente aún en desarrollo.
Roncagliolo asomó la intención de promover una resolución en el seno de la UNASUR, para llamar al «dialogo» a los sectores políticos en Venezuela. Esta propuesta coincide con la gira internacional de sectores de la ultraderecha venezolana, que aún desconocen la derrota electoral y, han promovido en el Congreso de El Salvador, Paraguay y Perú iniciativas para aislar el gobierno de Maduro. No fue fortuita la escogencia de estos países, donde la mayoría parlamentaría de derecha, estaría en posibilidad de promover algún tipo de resolución en contra del gobierno venezolano, sobre la apócrifa base de una crisis política ventilada con apoyo del secretario de la OEA y, la del propio Obama en su gira por Centroamérica.
Estos incidentes, se suman a la vuelta atrás en las negociaciones para adquirir el 51% de los activos de REPSOL en Perú, en contraste con los procesos de nacionalización que ha vivido la región. El modelo económico peruano sigue montado sobre la lógica extractivista y, privilegiando la firma de TBI o TLC a pesar de la crítica que esgrimiera Humala en la campaña electoral, contra estos instrumentos de dominación económica blindados con el arbitraje de la CIADI. Perú participa en forma activa en el Acuerdo TransPacifico (TPP), que abre camino a los monopolios estadounidense, que discuten activamente (en secreto) los temas de propiedad intelectual, que permitirán con un rígido sistema de patentes construir legislaciones favorables para el control de la información (ej. internet) y, la presencia de transgénicos que desplazaran las variedades agrícolas locales.
Las declaraciones de Roncagliolo sobre Venezuela, podrían interpretarse como juego de equilibrio para el control político interno, susceptible de fracturas en el Congreso que cambiarían la gobernabilidad frente al fujimorismo (en reclamo del indulto al ex presidente Fujimori). Las aspiraciones de Nadie Heredia, esposa de Humala, sólo se han asomado para las elecciones municipales de 2014, las especulaciones sobre una futura candidatura presidencial en 2016 aún está por confirmarse. La presidencia de Humala, no ha significado una ruptura radical con sus predecesores e instala una visión pragmática de la política exterior, con un gobierno rodeado de tecnócratas, que mantiene el acercamiento a los mecanismos de integración regional autonómicos, mientras avanza en su negociación con Europa y EEUU, coincidiendo con la derecha de Chile y Colombia.
José Fortique / @jfortique
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.