«No es el vino generoso lo que me place, Ni la melodía del canto, ni los acordes de los instrumentos. Mis delicias son los libros que estudio, Y el criado de quien me sirvo es mi pluma«. Versos de un poeta andalusí de Málaga transmitidos por al-Maqqarī Siempre es agradable visitar, al final de la […]
«No es el vino generoso lo que me place,
Ni la melodía del canto, ni los acordes de los instrumentos.
Mis delicias son los libros que estudio,
Y el criado de quien me sirvo es mi pluma«.
Versos de un poeta andalusí de Málaga transmitidos por al-Maqqarī
Siempre es agradable visitar, al final de la primavera, la Feria del Libro de Madrid, a la sombra de los plátanos y olmos, entre el verdor de magnolios y castaños de Indias, bajo la protección de los viejos cedros que dominan el paisaje. Hartos del nefasto imperio de los medios televisivos y deseosos de liberarse de su férreo dominio, miles de ciudadanos de todas las edades acuden cada año al Paseo del Parque del Retiro (liberado del tráfico automovilístico por el inolvidable alcalde Tierno Galván en contra de las críticas de la derecha madrileña) buscando el libro con el que disfrutar de la buena literatura, extender el horizonte de su conocimiento o simplemente mejorar en los estudios.
Entre el calor de la tarde y el bullicio de la gente que pasa, sentados tras una mesa en la caseta de su editorial, los verdaderos protagonistas de la Feria, los escritores, van firmando pacientemente sus libros. Algunos de nuestros mejores novelistas estaban allí. Javier Marías, el autor de Tu rostro mañana y Los enamoramientos, parece cansado y con ojos de sueño. Julio Llamazares, reconocido entre otros libros por su relato de viajes El río del olvido y su novela El cielo de Madrid, se toma un descanso y charla fuera de la caseta con un amigo. Discreto y modesto, Javier Cercas atiende las peticiones de sus lectores. El viajero incansable Javier Reverte presenta su último libro, El tiempo de los héroes. Con cara de niño grande y ojos curiosos, el poeta granadino Luis García Montero firma ejemplares de su atractiva novela No me cuentes tu vida.
Librerías con perfil propio, que luchan en medio de la crisis contra viento y marea, dan un toque personal a la hilera interminable de casetas. También están allí las pequeñas editoriales que se resisten a ser engullidas por los grandes grupos económicos. Atentas a los nuevos rumbos literarios y sociales, esmeradas en la edición, recuperadoras de autores imprescindibles y a veces valientes en la presentación de autores noveles o de traducciones de lejanas culturas, me detengo en algunas de ellas como Akal, Pre-Textos, Acantilado, Trotta, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo y Gadir. Otras, de fondos clásicos resisten de manera desigual. La Biblioteca Castro, de autores clásicos españoles, mantiene a sus 20 años de existencia, la calidad de sus ediciones con un buen ritmo de nuevas obras. Los amantes de la cultura clásica, agrupados en algunas librerías, han agavillado los dispersos fondos greco-latinos resistiéndose a morir bajo el imperio de la modernidad anglosajona. Hasta una curiosa y humorística traducción en latín macarrónico del Quijote se ofrecía en las estanterías (In uno lugare manchego, pro cujus nómine non volo calentare cascos…). La Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), antaño poderosa y hegemónica en su terreno religioso y que tan buenas ediciones sacó a la luz de la Patrística y Escolástica, languidece entre libros de espiritualidad actual y reediciones de asegurado éxito. La principal editorial latinoamericana, Fondo de Cultura Económica (FCE), tan ligada al exilio español, resiste bien el paso del tiempo, siempre atenta a la creación literaria y a la emergente realidad política y social de América.
Sobrevolando el parque del Retiro e incluso la vieja piel de toro, el dios mercado controla también el negocio del libro. Hasta ahora, el águila imperial se llamaba Grupo Planeta con más de 50 editoriales, entre ellas algunas del prestigio de Crítica, Espasa-Calpe, Ariel, Emecé, Destino, Austral, Seix Barral y Paidós. Pero el gran capital alemán, que avasalla día a día al Sur de Europa, comienza a dominar el mercado editorial en español. La multinacional Bertelsmann que ya había dado el golpe en el sector al comprar el grupo anglosajón Random House y el italiano Mondadori, acaba de cerrar la compra de la editorial Santillana al Grupo Prisa, hundido en su gigantesca deuda. A las editoriales con las que ya contaba, como Plaza y Janés, Grijalbo, Sudamericana, Collins, Debate y Lumen, habrá que sumar ya Alfaguara, Taurus, Aguilar y Suma. La producción literaria en inglés y en español serán controladas, pues, en su mayor parte por Bertelsmann. Confirmando la tendencia a la concentración del capital, los Grupos Planeta y Bertelsmann dominan el mercado editorial peninsular y latinoamericano desde una posición de duopolio. A distancia de ellos, el Grupo Anaya, integrado por algunos valiosos sellos editoriales como Alianza, Tecnos, Cátedra y Siruela, perdió autonomía al ser absorbido por la empresa Hachette que pertenece al grupo francés Lagardère.
Mientras buscaba algunos libros para leer el próximo verano, vi con sorpresa cómo algunos fantasmas se sentaban en las casetas e incluso firmaban libros. Entre ellos estaban Pío Moa (un panfletista disfrazado de historiador que ha descubierto que la sublevación contra la República no la organizó su admirado general Franco y consortes sino… la propia República), Fernando Sánchez Dragó (un neoliberal delirante perteneciente a la cuadrilla bien pagá de la televisión pública Telemadrid durante el mandato de Esperanza Aguirre), un tal «Frank de la Jungla» (que demuestra en televisión ser más bestia que los animales aunque tiene pánico de los elefantes y de algunas serpientes), Isabel San Sebastián (la omnipresente tertuliana de derechas, siempre justificadora de los abusos del poder) y hasta Paloma Gómez Borrero (la clerical y eterna corresponsal en la Ciudad Eterna, sin acompañamiento cardenalicio en esta ocasión). España, tierra del realismo, cobija también a sus fantasmas e incluso les da asiento en su principal Feria del Libro, probablemente para agradecerles los servicios prestados a los de arriba.
Esos pensamientos sombríos que me producía el tener cerca de mí algunos fantasmas, se fueron diluyendo al ver a los niños jugar en el parque, al cruzarme con paseantes con camisetas de los movimientos sociales, al observar la alegría de las jóvenes parejas que se abrazaban. Vino a devolverme la confianza en los libros, y también la esperanza en los hombres y mujeres que los leen y los escriben, un libro de poesía que acaba de comprar. El gran poeta turco Nazim Hikmet, que pasó más de quince años en la cárcel, nos invitaba en sus versos a defender la cultura, la naturaleza y al ser humano:
Hombres, a vosotros os llamo:
por los libros, los árboles y los peces,
por el grano de trigo,el grano de arroz y las calles soleadas,
por los cabellos negros como la uva o trigueños y por los niños.
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