Traducido para Rebelión
Felipe Pérez Martí me critica en estas páginas por mi artículo en el Guardian sobre la economía venezolana, por afirmar que «la economía venezolana no está en camino de un colapso» y por varias cosas que nunca mencioné (ver más adelante).
Mi diferencia con Felipe , al igual que con aquellos que han pronosticado incorrectamente un colapso económico en Venezuela durante ya casi 14 años, es que yo pienso que los problemas más urgentes pueden ser reparados con un cambio en el régimen de tipos de cambio. Esto es porque el gran aumento en la inflación de Venezuela a lo largo del último año fue causado casi en su totalidad por una escasez de dólares proporcionados por el gobierno. Esto exacerbó la escasez de bienes y las interrupciones en las cadenas de suministro, y colaboró a impulsar un marcado incremento en la inflación a medida que, (1) los productores e importadores tuvieron que adquirir dólares en el mercado negro y (2) el aumento del precio del dólar en el mercado negro se aceleraba. (Yo he sostenido que existe una burbuja en el precio del dólar en el mercado negro).
Los datos respaldan este punto de vista. Durante dos años de recuperación económica, desde junio de 2010 hasta junio de 2012, la inflación registró una caída aún cuando el crecimiento económico se aceleraba hasta un 5,7 por ciento anual para el año 2012. Durante el primer trimestre de 2012, la inflación anualizada era de apenas 12,1 por ciento para un período de tres meses (para resaltar, esto se refiere a una tasa anual – la inflación para esos tres meses fue de apenas 2,9 por ciento). Subió luego hasta cierto grado durante los próximos meses, pero en realidad comenzó a acelerarse después de octubre de 2012: la agencia del gobierno, SITME, redujo las subastas de dólares a la mitad en noviembre de 2012, y luego las eliminó por completo en febrero de 2013. La devaluación también contribuyó ligeramente a la inflación, aunque no queda claro qué tanto. La inflación alcanzó un punto máximo con una tasa mensualde 6,2 por ciento en mayo. Luego comenzó a caer, probablemente como resultado de las nuevas subastas de dólares del gobierno: la inflación en junio fue de 4,7 por ciento, en julio, de 3,2 por ciento y en agosto, de 3,0 por ciento. Tuvo un aumento nuevamente en septiembre (4,4 por ciento) y octubre (5,1 por ciento), a medida que el precio del dólar en el mercado negro continuaba acelerándose (el que ha aumentado desde unos 12 bolívares fuertes en octubre de 2012 hasta alrededor de 64 hoy en día).
Felipe ignora esta aparente causa del aumento en la inflación, favoreciendo en cambio un punto de vista ortodoxo monetarista según el cual la inflación ha sido causada por el gasto del gobierno y la creación de dinero, desde el año 2004: «Particularmente desde 2004, el gobierno venezolano ha implementado continuamente políticas macroeconómicas inconsistentes, ejecutando déficits presupuestarios bastante altos y manteniendo un tipo de cambio sobrevaluado». (De hecho, el presupuesto registraba superávits en 2004 y 2005, y los déficits se mantuvieron a niveles modestos hasta la recesión mundial, y venezolana, de 2009). El monetarismo es un dogma altamente inusual para un economista de izquierda. En Estados Unidos, por ejemplo, estos puntos de vista se asocian más con los republicanos y libertarios de derecha, algunos de los cuales han defendido desde hace ya varios años que la creación de billones de dólares por parte de la Reserva Federal desde 2008, más los déficits presupuestarios de Estados Unidos (alcanzando un máximo de 10 por ciento del PIB en 2009) nos llevarían a tener una galopante inflación en este país. Yo no comparto estos puntos de vista, ni tampoco lo hace la mayoría de economistas.
Es claro que Venezuela no es EE.UU., y el país ya tiene un alto nivel de inflación; y bajo ciertas circunstancias, es posible que el gasto deficitario monetizado sí contribuya a la inflación. Pero ésa no parece ser la principal causa de la reciente explosión de la inflación en Venezuela.
Dado que el problema está en el régimen de tipos de cambio, ¿por qué pienso que el gobierno reparará este problema? Primero, porque puede: el gobierno no enfrenta ninguna crisis en la balanza de pagos, así que tiene la oportunidad de gestionar una transición hacia un mejor régimen de tipos de cambio. ( Felipe recomienda «un sistema de flotación con bandas». Yo estoy de acuerdo con que esto sería una gran mejora en comparación con el sistema actual, especialmente si el sistema es administrado sin el anuncio previo de metas).
Segundo, al gobierno le favorece – y en coherencia con sus metas de fomentar el empleo y reducir la pobreza – estabilizar el tipo de cambio, cerrar o reducir la brecha entre el tipo de cambio en el mercado paralelo y el oficial y reducir la inflación, problemas que están todos relacionados.
Yo nunca hice recomendaciones en mi artículo en el Guardian, así que los criticismos de Felipe sobre los «consejos» que él dice yo ofrecí en ese artículo son erróneos. Mi argumento, en el pequeño espacio que tenía, era que la economía venezolana no se encuentra al borde de la hiperinflación, de una crisis en la balanza de pagos o de otros escenarios de desastre que han sido pronosticados repetida y erróneamente durante casi 14 años, y que no se han dado. Es cierto, existen serios desequilibrios económicos, como lo he indicado en el artículo en el Guardian y en los párrafos anteriores. Pero el gobierno tiene la capacidad para enfrentarlos, y esperamos que pronto los enfrente. No hay necesidad de exagerar.
Mark Weisbrot es codirector del Centro de Investigación en Economía y Política ( Center for Economic and Policy Research, CEPR ), en Washington, D.C. También es presidente de la organización de política exterior, Just Foreign Policy ( www.justforeignpolicy.org ).
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