1. El fascismo activado ¿En definitiva, hasta hoy, el fenómeno fascista pudo avanzar sobre la catástrofe del modelo corporativo-burocrático de Estado que se fue creando en los últimos diez años? . Sí no hay duda, hasta los momentos ha podido crear un escenario de muerte limitado pero efectivo, de odio colonial y racista, de afianzamiento […]
1. El fascismo activado
¿En definitiva, hasta hoy, el fenómeno fascista pudo avanzar sobre la catástrofe del modelo corporativo-burocrático de Estado que se fue creando en los últimos diez años? . Sí no hay duda, hasta los momentos ha podido crear un escenario de muerte limitado pero efectivo, de odio colonial y racista, de afianzamiento de la identidad blanca y católica que hasta el policlasismo adeco evitó en la IV república, de anticomunismo -bajo la xenofobia anticubana- muy bien interiorizado, de culto al jefe-héroe y director de todos los odios (Leopoldo López-Maria Corina Machado), actitud que vemos repetirse en cualquier esquina en ámbitos urbanos de clase media. Y lo que es más importante dentro del escenario de la fabricación de las subjetividades sociales: han podido crear las condiciones para el nacimiento (proceso de laboratorio avanzado desde el año 2008 hasta acá) de una auténtica juventud de ultraderecha que ha tomado para sí las banderas de la rebeldía juvenil y hasta sus consignas, en la misma medida en que se ha desmenuzando su contracara auténticamente revolucionaria a través del adormecimiento, naturalización de la corrupción (caso del Frente Francisco de Miranda) e inyección de una cultura de la obediencia dentro de una buena parte de la la juventud chavista.
A este preámbulo cultural y subjetivo se suman las bisagras de orden táctico necesarias a su avance: sometimiento del resto de la oposición a su iniciativa, la sonrisa oportunista de los gremios empresariales y bancarios que por cada candelita le entra un millón de dólares más, el ordenamiento de sus estructuras paramilitares y pruebas contundentes de acción, perfecta sinergia con todo el aparataje mediático nacional e internacional, complemento del mismo con el accionar de redes sociales virtuales manejadas con pericia por núcleos de clases medias, actividad diplomática de EEUU y Europa a su favor con aliados en suramérica de peso, una base social que acepta su terror y lo ve como única salida a sus demandas materiales e indignaciones creadas por tanta corrupción. Y lo que es fundamental para estos: la neutralización de un Estado que lo ataca mediáticamente, lo denuncia, trata de bloquearlo territorialmente pero no termina de enfrentarlo de acuerdo a la actividad militar desplegada y cobrada en sangre, más bien pide diálogo. Sumemos a esto la estratégica conservación de puntas de playa territoriales bajo su control en occidente que son la plataforma estratégica básica para sus próximos pasos de expansión violenta y generación de focos de guerra que según el «plan Balboa» ya serían reconocidos internacionalmente. Obviamente sobre esta estrategia mayor hay agentes de Estado trabajando internamente para que sea posible, de hecho ningún paramilitarismo se interna en un país sin la complicidad estatal.
Seguramente estos días baje la intensidad de la «rebelión garimbera», se hable de nuevo de «salidas democráticas», pero dejado presente en toda su intensidad y teleraña orgánica de núcleos callejeros y paramilitares que siguen estando allí y organizando la forma y el momento de su acción e interacción con la indignación de su base social que manipulan a su favor. Tienen que bajar la intensidad porque les falló un condicionante central para el amarre de todas las bisagras necesarias a su plan conspirativo: el puente con la protesta de las bases populares y el enorme descontento acumulado dentro del «pueblo pobre». Un asunto eminentemente de clase, o de instinto de tal, evita hasta los momentos que este puente se de, sumada la fuerza que todavía posee la «lealtad a Chávez» como elemento simbólico antifascista por excelencia y alimento masivo de una identidad revolucionaria que no se pierde. La «rebelión del pueblo chavista» tiene un connotativo identitario de clase, de patria e incluso ideológico (la revolución socialista y el proyecto en favor del sujeto social autogobernante) que estos fascistas no han calculado al interpretar el liderazgo de Chávez y su figura desde los clásicos parámetros de las teorías de la derecha liberal sobre el líder mesiánico, el Estado, el ejército y el populismo en nuestramérica, cuya desaparición hace que muera por igual el orden que construyó. Estos fascistas-neoliberales quieren regresar a un sentido unitario de nación comandada por sus élites, típicamente europeista, que confronta por completo el sentido de patria bolivariana introducido por Chávez.
2. El maldito Estado que no muere
Pero esto no quiere decir que estén fracasados, por el contrario si bien «el golpe» de estos momentos no pudo darse, sí han podido montarse sobre un proceso de deterioro creciente del modelo corporativo-burocrático que las burocracias post referendum del 2004 y la equivocadísima anuencia de Chávez pudieron imponer en una década y que no soporta más tiempo. De hecho, estas circunstancias que estamos viviendo jamás se hubiesen podido dar sino dentro de este ciclo de vida y muerte de algo tan absurdo, corrompido, demovilizante y desmoralizante como la organización del Estado, de la base política y la economía de acuerdo a una estructura de controles burocráticos, corporaciones y agencias de redistribución y gestión de la riqueza nacional incluida la inmensa cantidad de propiedades en sus manos, completamente invisible al resto de la población, mucho menos a su decisión. Cuerpo burocrático civil (ahora psceuvista para ser mas precisos pero muy penetrada por agentes de la derecha de oposición) que se complementa con parte de la oficialidad militar (activa o retirada) que manejan discrecionalmente una gigantesca riqueza que en la medida en que ha pasado el tiempo se han corrompido de tal manera que ya constituyen una nueva burguesía que le pelea su espacio histórico a la vieja oligarquía (y que perdonen las muchas excepciones que saben muy bien que es así y quizás todavía me quedo corto. El desfalco a la nación no menos de 150 mil millones dólares fugados en estos diez años entre ellos y la oligarquía importadora y bancaria, da las cifras). Por supuesto esto a su vez ha creado un guerra interna que solo la autoridad de Chávez podía al menos neutralizar y manejar en función de intereses más estratégicos, pero que bajo la presidencia de Maduro se desata de manera descarada viéndose como regresan a sus puestos corruptos de peso ya desechados por Chávez, se quedan los peores o como saltan lo mejor que aún queda en las instituciones y se impone en una inmensa proporción los intereses parciales de gobernadores, alcaldes, agentes políticos, mediadores empresariales, mafias de contrabando, etc.
Las interpretaciones tan vendidas por el gobierno y muchos núcleos políticos e intelectuales de izquierda respecto a la culpabilidad de la «guerra económica» impuesta por la burguesía y el imperialismo de todo este desastre, es en este caso una justificación a estas alturas imposible de sostener. ¿Porqué sean ahora unos santos del mercado y no la hagan?. Claro que no, el problema es que ya no la necesitan como sí pasó en el 2002. Siguen llenándose de riquezas; caso concreto entre otros: transnacionales y monopolios internos que hasta le hemos dado nuestros dólares para convertir su ganancia en la moneda que les interesa (importan con nuestros dólares regalados, hacen su negocio interno, y luego convierten sus ganancias en bolívares en nuevos dólares regalados en un ciclo de desfalco sin fin). Este «hiperneoliberalismo» de doble subsidio a la ganancia transnacional y monopólica que llaman control de cambio, de precios, de importaciones, esta demasiado bello como para hacerle mucha guerra. Como dice Roig presidente de fedecámaras, «no hay problema con el presidente Maduro el problema es el legado que lo amarra». No es por tanto una política económica lo que desata su guerra, todo lo contrario desata todo su amor y contribución. Sus guerra declarativas, acaparamientos y financiamientos a la conspiración es el terror a la revolución verdadera que aún se propagandiza en el gobierno, que reclama el proyecto Simón Bolívar y la introducción al Plan Patria. Pulsión revolucionaria que en todo caso tiene un nivel de realidad en una diplomacia internacional contraria a los intereses imperiales de los EEUU, por lo cual la burguesía nacional podría desatar una guerra rápida y garantizada para borrar toda memoria del chavismo y tomarse hasta la parte de la torta petrolera que todavía va a los gastos de subsidio social, mientras que «el imperio» más desesperado por intereses propios la quiere ya apoyando abiertamente la rebelión de corte paramilitar y fascista. ¿Pretenden acabar hasta con esa concreción revolucionaria en la petición de conversaciones a los EEUU?. Si no lo pretenden se lo van a exigir, vamos a ver hasta donde llega la última valentía.
Ese es el maldito Estado que tenemos (maldición desde 1830 y formateado en su connotación autoritaria y rentista por Juan Vicente Gómez) y que en su estructura esencial nada ha cambiado respecto a la IV república salvo las reformas centralistas hacia este modelo corporativo-burocrático que enarbola el capitalismo de Estado (a nombre de Bolívar y el socialismo) , lo que comienza su inevitable final. Bello hubiese sido que esta decadencia moral, política y material hubiese sido acelerada por la rebelión del «pueblo en lucha», completamente chavista. Pero no, ha sido la vanguardia política, cultural y militar fascista quien tomó la delantera teniendo el privilegio de no estar encerrado en absoluto a ninguna lealtad chavista (que pueblo y gobierno reclaman y por tanto comprometen), aupando por el contrario el odio histórico al hombre que fue Hugo Chávez. Tal rebelión terrorista obliga a este Estado a cosas inauditas, como unas «mesas de paz» donde en definitiva, mas allá de los significantes utilizados de lado y lado, solo intentan ponerse de acuerdo las dos fracciones de la gran burguesía hoy al borde de la guerra presionadas por los factores políticos radicalizados a su espalda que recorren la historia de los últimos 15 años. Se chantajean mutua y públicamente y allá van. Triste ver como Arreaza le pide las «luces que ellos no tienen» a Roig y Mendoza como nueva burguesía ignorante en negocios de que son, mientras la oposición le pone sus condiciones políticas. Evidente que el gobierno juega al desgaste de la protesta guarimbera con este mareo del diálogo. En lo inmediato es posible que lo logre pero el que realmente se desgasta es él, en su completa y probada indisposición a «refundar la república», es decir, cambiar de raíz la naturaleza y estructura de este maldito Estado, y su nueva y acelerada descomposición.
Por ello el fascismo ha quedado totalmente vivo, esperando su nuevo momento para reactivarse en forma probablemente mucho mas violenta y guerrerista, en una fase superior de desgaste, donde el imperialismo entre de manera mucho más evidente con una verdadera guerra económica y militar. Lo que era tan fácil de desactivar si se transparenta la pobredumbre interna, se asumen de lleno las consecuencias legales y políticas del desastre moral y se «refunda la república» no sobre el éxtasis estatista y burocrático de controles y mas controles, corporaciones y más corporaciones, dádivas con agencias tan corrompidas a una población que solo se ve como como cliente político y agente pasivo de consumo, esta totalmente impedida internamente.
Se trata de la desactivación de fondo de toda contrarevolución, bajo una iniciativa general que haga estallar el corporativismo inútil y el capitalismo de Estado; una revolución profunda que supone un gran pacto político en función de trasladar toda la gestión productiva y distributiva posible a un poder popular organizado que es visto como sujeto proletario, cognocente y productivo, como sujeto político decisivo, construyendo toda forma de «comuna y comunidad», es decir, «comunismo»; que se acabe la represión no a los niñitos guarimberos que no les han hecho nada para la gravedad asesina del caso, sino contra esa la clase obrera, campesina, indígena que sigue en lucha frontal contra la propiedad monopóĺica y la explotación; es por la simple vía de gobierno un imposible probado. Particularmente ahora donde en un mes si hubiese querido y con el aplauso de todo el chavismo de base y gran parte del «escualidismo» internado en la pobreza o la clase media más golpeada, Maduro tuvo la oportunidad acabar con esa decadencia y la sigue teniendo. Pero no, ha preferido la «paz de los ricos», oxigeno de la contrarevolución y de la decandencia que viven esa burguesía y el Estado que la ha amamantado, y seguramente seguirá por ese sendero. Que irrumpa el «tercer sujeto» de esta historia tan necesario e imprescindible desde hace tanto tiempo, hoy es condición para que no nos quedemos atrapados en lo que puede terminar en una verdadera tragedia.
3. La movilización general como respuesta
Hablamos que se ha creado una generación de ultraderecha creada en un principio en los laboratorios de la Universidad Católica y este es uno de los batacazos del fascismo. En su contraparte no hay casi nada, y además sabemos que no hay laboratorio artificial revolucionario, sería una estupidez. Al contrario, son los acontecimientos históricos de ruptura lo que genera una nueva verdad y un sujeto portador de la «buena nueva» emancipadora dentro de los contextos concretos en que esos acontecimientos se dan. ¿Es un sujeto de clase?, por supuesto, pero su cara es también el rostro del «nuevo hombre» que empieza a nacer, suele ser la juventud que renueva el mundo. Ahora le toca a los hijos e hijas de los obreros, campesinos, intelectuales, militantes; los hijos de nuestra pobrecía, comenzar a liderizar una nueva épica revolucionaria acorde al inmenso reto que tenemos; compañeros, compañeras, que en muchos casos, por niños que eran ni siquiera vivieron, participaron o entendieron los acontecimientos del 2002.
En un primer documento expuesto por el Consejo Popular Revolucionario, se incita a la defensa territorial y la movilización general al Táchira, tomando en cuenta la terrible situación invasiva y de terror paramilitar que allí se vive, e invitando a nuestra juventud bolivariana a sumarse y ponerse a la cabeza de este inmenso esfuerzo. La movilización general es el comienzo del nacimiento de ese tercer sujeto y muy probablemente su rostro sea muy joven. Estamos totalmente de acuerdo, será hermoso constatar como el hijo del pobre destroza en sapiencia, pasión y convicción a estos hijos de ricos o al menos sometidos por ellos. Pero para ello esa juventud tiene que romper con la cultura y la práctica de la obediencia burocrática desde la cual la han callado.
Ahora, ¿por qué al Táchira si la raíz de todo esto se vive en el centro del poder, en el conjunto de ese «maldito Estado y maldita oligarquía»?. Porque el poder popular no es un «poder de asalto», es un tejido infinito de relaciones organizadas y autogobernadas situadas en el «no-estado» que hablaba Marx entre otros. Es decir, se sitúa en «otra política», a distancia del Estado y la representatividad política tradicional. Es la irrupción organizada del poder constituyente del pueblo en lucha como conjunto político y productivo. El problema de estos diez años el «poder popular» jamás se ha reconocido a sí mismo sino en pequeñas esferas avanzadas obreras, comuneras, indígenas, urbanas. De resto ha vivido como invocación permanente del verbo chavista y un espacio totalmente administrado por el Estado, legalizándose esta situación en buena parte de las «leyes del poder popular». No hay tercer sujeto con fuerza propia. Entre el gobierno, sus mandos hoy enriquecidos, y su pelea frontal con la oligarquía tradicional, no ha irrumpido lo que es fundamental para que avance un proceso revolucionario socialista pero donde aún gobierna un Estado burgués, colonial, burocrático, y se nos impone una economía rentista, dependiente, de puerto, a usufructo de las viejas y nuevas burguesías. Esa es una apuesta original y condicional de la «revolución bolivariana» no cumplida, aunque al menos podemos decir que ya se ha avanzado mucho en la armazón orgánica de los que podría ser en potencia ese poder popular a muchos niveles.
Luego, reconocerse es reafirmar ante todo la autonomía de clase, de pueblo, movilizarse, trabajar juntos, cumplir metas territoriales de defensa, comunicación, distribución y producción imprescindibles, producir conocimiento y tecnología no dependiente, superar la propiedad privada desde una comunidad real. Aprender a establecer con el Estado relaciones de horizontalidad de poderes hasta donde se pueda, de lo contrario, si no hay reconocimiento de poderes, es la rebelión abierta. Esto quiere decir, reventar esa estúpida y alienante relación entre «sociedad civil y sociedad política» que se funda el orden político capitalista. «Pulverizar el Estado burgués» como pedía Chávez.
Todo esto que tanto se ha discutido en los últimos 25 años, llegó a nuestro parecer un nuevo momento para empezar a convertirlo en una verdad concreta. No siendo un poder de asalto, es decir, no es un poder que se toma «todo el poder» incrustado en el Estado porque de lo que se trata es de pulverizarlo y acabar su maldición; hacer del principio «todo el poder para el pueblo» un hecho verificable en el control colectivo de los espacios de vida, la defensa y la producción, y no en la toma burocrática de nada; entonces lo primero que toca es recuperar nuestros territorios locales y en este caso por razones de prioridad estratégica -de lo contrario nos come el fascismo- de recuperar nuestra soberanía nacional.
Si estamos de acuerdo con la movilización local y nacional y esa última movilización que se decidió en asamblea general de partidos, movimientos, colectivos, individuos del CPR, salir el 13 de Abril desde todos los puntos del país posibles, entonces no hay ningún problema que el gobierno haga su agenda, la cual no compromete políticamente en nada a ese «tercer sujeto» (cada tendencia dentro de él sabrá que posición tomar). Dentro de la lucha de estas burguesías por el control de la renta petrolera, nace una tercera agenda que respeta la plena constitucionalidad del mando presidencial de Nicolás Maduro, siendo frontal a cualquier intento de golpe de Estado de derecha, así como tendrá que confrontar en la resistencia día a día la pobredumbre decadente de ese poder constituido. La rebelión contra él es un proceso complejo en un mundo popular tan diverso y hoy tan dependiente y sumiso al Estado burgués. ¿Cómo se manifiesta?, ese poder popular tendrá que responder y decidir que apoya en ese sentido; pero el hecho también se hace urgente. Y aún tomando el poder de Estado una vanguardia revolucionaria por la vía que sea, queda claro que ese «tercer sujeto», el poder popular, «la república autogobernante», no regala su autonomía a nadie, ni siquiera a lo que más se parece a él y se hace del poder constituido. Es la prefiguración del mundo comunista, del «buen vivir» dirán otros, del amor colectivo consagrado, de los socialismo más plenos o como quieran decirle, pero no solo desde su bondad e igualitarismo se reafirma también de su vertical firmeza y disposición combativa.
La movilización local como primera defensa territorial y la nacional hacia el Táchira, la formación de los Consejos Populares Revolucionarios como lugares síntesis de todo esto (cualquier idea mejor seguro que será bienvenida en sus asambleas) se entiende entonces como una nueva épica revolucionaria, una idea-fuerza que inspira lo que parecía muerto. De no darse tendrá los mismos que comenzaron esta idea u otros que los superen tendrán que reiventarlos pronto porque el fascismo, la contrarevolución en todas sus formas, y quien la alimenta fuera y dentro del Estado, está allí sin cambiar un pelo sus intenciones criminales y opresivas, se despierte «de golpe o de democracia». Toda una conspiración global se mueve para darle vida, porque se trata de aniquilar la rebelión nuestramericana. El problema no es una política de gobierno que está fantástica, el problema somos «nosotros» como pueblo bolivariano y en lucha que además se despliega y recoge del mundo. Si eso es así y lo entendemos así, empecemos nosotros mismos por responder a esa tragedia que nos bordea cada vez más cerca. Si se logra, si ayudamos con nuestro esfuerzo a declarar al mundo que este país es nuestro y no de la barbarie de Alvaro Uribe, EEUU y sus cómplices locales, cualquier meta superior en adelante será posible: habrá nacido con toda la fuerza y alegría un poder popular joven que sería muy tonto ponerle objetivos ahora porque los desbordará todos.