Recomiendo:
0

La Patria y el otro

Fuentes: Rebelión

En el año 1961 se publica una conferencia de Augusto Mijares que lleva por título «Ideología de la revolución emancipadora». Nuestro maestro comienza la charla destacando el sentido afirmativo de la emancipación que, más allá de poseer un carácter meramente destructivo, lo que buscaba era una justificación moral como punto de partida. Me permito citar […]


En el año 1961 se publica una conferencia de Augusto Mijares que lleva por título «Ideología de la revolución emancipadora». Nuestro maestro comienza la charla destacando el sentido afirmativo de la emancipación que, más allá de poseer un carácter meramente destructivo, lo que buscaba era una justificación moral como punto de partida.

Me permito citar una parte de este comienzo que, si bien puede parecer un poco extensa, nos conducirá directamente a los problemas de nuestro tiempo:

» Recordamos por asociación inmediata una frase de Bolívar que, afortunadamente, ha entrado de tal manera en la conciencia pública, que la vemos repetida en toda ocasión y figura como lema al frente de nuestras escuelas: «Moral y luces – decía el Libertador- son nuestras primeras necesidades». Consideremos que Bolívar decía esto en 1819, y para la fecha apenas la Guayana y una parte de Oriente habían sido recuperadas por los patriotas; el resto del país y la Nueva Granada estaban en poder de los españoles; el ejército perecería por falta de abrigo; no tenía armas, ni siquiera había alimentación suficiente, porque hasta los próceres más ilustres comían carne sin sal y yuca por único alimento. Entonces, si no tenían armas, ni tenían alimentos, ni tenían fusiles, ¿cómo es posible decir: «Moral y luces son nuestras primeras necesidades»?

Las primeras necesidades, diría un simple, son alimentos, caballos, equipos y armas para expulsar a los españoles. Pues no, precisamente porque lo esencial no era expulsar a los españoles, no era ganar la guerra, sino una obra ulterior de perfeccionamiento social, es por lo que Bolívar desdeña detenerse en aquella realidad inmediata, por muy apremiante que fuera, y dirige su pensamiento a la realidad futura, a la cual se debía como estadista. A pesar de la desnudez y del hambre, las primeras necesidades de la República eran «moral y luces » « . 1

 

Antes de partir, Chávez nos regaló una frase que viene a muy a cuento con este texto: «Hoy tenemos Patria -nos dijo-, Patria para siempre». Al igual que las palabras de Bolívar, esta frase quedó resonando en toda Venezuela. ¿Qué significa tener Patria? ¿Por qué moral y luces? nos preguntamos entre el humo casi extinto de las guarimbas.

Cuando hablamos de la Patria ¿nos referimos tan sólo a una cuestión de tierras? ¿Tiene que ver meramente con un destino arbitrario que nos arrojó sobre Venezuela y que, gracias a determinados vínculos culturales, nos hizo llamarnos venezolanos? No, el sentido del término va más allá de estas frías definiciones antropológicas.

La Patria, la Patria Nueva, ese legado histórico que nos dejó Chávez, tiene que ver con la recuperación de la dignidad de millones de personas que se encontraron en un mismo proyecto para hacer frente a la humillación que habían aceptado como destino.

La Patria que se construyó con Chávez son las comunas que organizaron a todo un pueblo para llevar adelante infinidad de proyectos; los miles de graduados en la misiones y en las universidades que se crearon; los centros de salud social que le dieron la posibilidad a millones de venezolanos de tener un médico en su comunidad que atendiera sus necesidades; los mercales que permitieron la distribución de alimentos a precios accesibles; el descenso del desempleo al 5,6%; la recuperación de espacios e instituciones como PDVSA; la gran cantidad de viviendas entregadas a millones de familias desplazadas y muchos otros logros reales que reconstituyeron al país. Pero, además, la Patria Nueva supuso un modo distinto de entendernos en la historia. Una mirada que permitió la recuperación y la afirmación de tradiciones y pensamientos que se habían escondido en las mentes de un pueblo silenciado.

Ahora bien, ¿cuál es la esencia de la Patria Nueva? ¿Qué es lo que tienen en común todas estas obras? Lo que comparten cada una de ellas es su pertenencia a un proyecto político que permitió incluir dentro de sí a todas esas personas que habían quedado fuera del entramado social. Sólo es posible hablar de la Patria Nueva cuando hablamos de esos millones de venezolanos y venezolanas que construyen , ellos mismos, el país que desean. La patria, entonces, no es la tierra. Como bien dijo Alí Primera sin tanta vuelta, la Patria es el hombre y la mujer que la habitan.

La presidenta argentina, Cristina Fernández, suele decir: «La Patria es el otro» . Esta maravillosa frase nos da más luz en nuestra búsqueda de una definición. Sólo seremos capaces de comprender la Patria cuando entendamos que la condición de posibilidad de la misma son los demás, es decir, todos aquellos otros que no formaban parte del país y que ahora hacen la patria.

 

Sin embargo, si todo esto es la Patria Nueva ¿cuál es la Patria Vieja? ¿Cómo es posible hablar de dos patrias? Augusto Mijares planteaba, en otro texto, que la idea de la Patria se había corrompido 2 . No creo que la Patria sea un término definido, una idea pura que, por diversas causas, puede llegar a corromperse. Más que un problema de degeneración del concepto, creo que de lo que se trata es de una lucha constante por llenar de significado el enunciado. Como dice mi compañero, el término «Patria» es un término en disputa, ha cambiado de significado a lo largo del tiempo.

Hace unos treinta años también se hablaba de la Patria, de otra manera, pero se hablaba de ella. La Patria Vieja era radio rochela- ese programa superficial y denigrante-, eran las telenovelas de ricos, era la exclusividad de los colegios privados, la contradicción de las universidades privadas, el desprecio de las clínicas privadas, la superficialidad de los centros deportivos privados; en fin, era lo que el Fondo Monetario Internacional dijese que fuera.

La Patria era todo lo que significara alta alcurnia y, por supuesto, la única manera de constituir esa identidad era por oposición a los pobres, a los negros, a los incultos, a los sucios. Lo esencial era la negación del otro para afirmar el poderío de unos pocos. Como vemos, nuevamente, la condición de posibilidad del término son los demás, sólo que para la Patria Vieja era indispensable que el otro no entrara nunca en su círculo identitario. Mientras que la Patria Nueva necesita la presencia de esos otros excluidos, la Patria Vieja se constituye en la afirmación: «La patria es todo lo que no sea es el otro».

Ahora bien, ya sabemos que la Patria no es algo que se nos da, que se nos aparece como algo constituido, completo y definitivo; la Patria es algo que se hace y que puede transformarse. ¿Quién la hace? El hombre y la mujer, uno mismo con el otro. Pero… y ahora viene lo más difícil ¡¿ cómo se hace la Patria ?! Parece que la única manera, si buscamos una verdadera reconstitución, es con Moral y Luces: es por eso que ellas son nuestras primeras necesidades. Sin luces -sin educación- no es posible articular un proyecto que proponga soluciones concretas al resto de necesidades. Sin estudio constante no es posible hacer frente a las penurias y salir triunfante de ellas. Como dice Augusto Mijares: «es un instrumento de renovación social al servicio de una finalidad verdaderamente revolucionaria: la de incorporar al pueblo a esa empresa que debe realizarse y sin la cual la emancipación no tendría sentido». 3

Por otra parte, sin moral no seremos capaces de realizar un proyecto verdaderamente inclusivo. La moral es el cauce que conduce todos los propósitos, esa conciencia humanista capaz de convertir el resentimiento en esperanza. Gracias a la moral, Bolívar entendió que el verdadero fin -más que expulsar a los españoles- era construir una obra ulterior.

El pueblo venezolano comprende con el Libertador que el fin último no es acabar con las guarimbas, sino completar el proceso que comenzó hace más de 15 años. El pueblo ha aguantado, paciente pero firme, porque sabe que la solución no está en enfrentarse violentamente con ellos. A pesar de la guerra económica que se roba los alimentos, de las trampas a muerte, de la guerra psicológica, el pueblo sabe que las primeras necesidades en estos momentos son Moral y Luces, y con ellas, defenderá firmemente a la Patria Nueva.

Dicen los simples en tono de burla, «chama, no tenemos papel tualé, pero tranquila que tenemos patria». Incluso, decidieron sacar un «webshow» dedicado exclusivamente a destruir la frase de Chávez. Detrás de la banalización y la superficialidad está latente el deseo de retornar a la Vieja Patria donde la política sólo era cuestión de unos pocos y en la cual Venezuela no era otra cosa que una catira estupenda tomando champagne a la sombra de un crucero en los Roques.

1. Mijares, Augusto. » Ideología de una revolución emancipadora». Universidad Central de Venezuela. 1987. Pág 3-4.

2. Mijares, Augusto. La Patria en Obras Completas, Tomo IV, Lo afirmativo Venezolano. Ediciones Monte Ávila Editores Latinoamericana. Caracas, Venezuela. 1998. Pág 77.

3. Mijares, Augusto. » Ideología de una revolución emancipadora». Universidad Central de Venezuela. 1987. Pág 7.

Email de contacto: [email protected]

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.