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Segunda Parte de la entrevista con Steve Ellner sobre el Estado venezolano y la estructura capitalista

Fuentes: Rebelión

En el momento en que intentamos entrevistar al Steve Ellner sabíamos que quedarían preguntas y reflexiones pendientes. Quedó pendiente ahondar un poco más en observar este proceso en función de las ideas postuladas que nos dejaron figuras destacadas del marxismo. En función de esa situación, ofrecemos una segunda parte con las reflexiones que nos planteó […]

En el momento en que intentamos entrevistar al Steve Ellner sabíamos que quedarían preguntas y reflexiones pendientes. Quedó pendiente ahondar un poco más en observar este proceso en función de las ideas postuladas que nos dejaron figuras destacadas del marxismo. En función de esa situación, ofrecemos una segunda parte con las reflexiones que nos planteó Steve.

En varios momentos de esta entrevista, pensé y me ubiqué del lado de las explicaciones que nos ofreció Steve en cada una de sus respuestas. Me sentí comprometido con esa idea sobre el Estado que rescata de Nicos Poulantzas, en la cual, deja atrás esa especie de objeto secuestrado por una determinada clase y se concibe como una especie de espejo que recoge y refleja toda la dinámica social.

Es la idea clara de concebir al Estado como una relación de fuerza que se nutre y cambia en función de la capacidad de movilización de cada fuerza. Esta tesis tiene una gran sentido práctico para el proceso actual venezolano.

Es también muy alentadora la visión que nos comunica Steve, sobre la esperanza que se reúne en este proyecto de cambio bolivariano. En Venezuela de alguna manera, se juega una importante oportunidad para la revitalización del pensamiento marxista. Así lo creo y así lo extraigo de las explicaciones y aportes que hace Steve Ellner. Es un reto muy importante, que los intelectuales marxistas no deben ignorar. Aquí se está «refrescándose» un modelo de ir avanzando en ese proceso de construir y consolidar una nueva manera de comprender nuestra realidad.

E.M. – En la primera parte de la entrevista, hablaste de dos teorías marxistas sobre el Estado desarrolladas por Louis Althusser y Nicos Poulantzas, y la forma en que cada una incide en las estrategias seguidas por la izquierda. ¿Puedes resumir las dos?

S.E. Como no. El marxismo estructural asociado con Althusser planteaba que el Estado bajo el control de los líderes de la burguesía mantiene una autonomía relativa en su relación con los capitalistas con el fin de lograr la mayor estabilidad posible y defender los intereses a largo plazo del capitalismo. Sin embargo en ningún momento el Estado burgués promueve o acepta cambios estructurales que ponen en peligro el sistema capitalista. Este concepto es muy diferente al marxismo «dogmático» que ve el Estado como un simple «instrumento» de los capitalistas que siempre está al servicio de ellos. En los EE.UU., por ejemplo, los «dogmáticos» de la izquierda rehúsan apoyar a cualquier político del Partido Democrático, a pesar de que algunos de ellos son partidarios de reformas populares como, por ejemplo, el seguro social en el campo de salud. En cambio el marxismo estructural de Althusser que reconoce la capacidad del Estado de implementar reformas económicas medianamente progresista, se presta a una política selectiva en los EE.UU. de apoyar en momentos determinados a algunos Demócratas. Un ejemplo de un Demócrata progresista es el recién elegido alcalde de Nueva York Bill de Blasio, quien ha asumido posiciones interesantes a favor de las clases no privilegiadas.

E.M. – ¿Y la teoría del Estado de Poulantzas?

S.E. – Al principio Poulantzas defendió el esquema estructuralista de Althusser. Pero en su último libro titulado Estado, poder y socialismo, Poulantzas vio el Estado como menos ligado a la estructura capitalista que Althusser. Poulantzas planteó que el Estado es inherentemente inestable por cuanto absorbe los conflictos sociales de la sociedad y refleja los cambios en la correlación de fuerzas. Así que, por ejemplo, el auge de las clases populares como resultado de la organización y las movilizaciones de los no-privilegiados, el éxito de las luchas sindicales y los avances de los partidos de la izquierda tienen que impactar en alguna manera al Estado. La teoría de Poulantzas se presta a alianzas estratégicas entre la izquierda y los partidos cercanos al poder. Esa opción de alianzas para la izquierda va más allá del apoyo electoral ocasional a algunos políticos del «establishment» por parte de los izquierdistas sobre demandas puntuales, previsto en la teoría de Althusser.

E.M. – ¿Poulantzas tenía en mente una situación como la actual en Venezuela, donde la izquierda se mantiene en el poder sin necesidad de aliarse con partidos social demócratas ubicados a su derecha?

S.E. – Evidentemente no. La posición de la izquierda venezolana en el poder es mucho mas alentadora que en la Europa de la época de Poulantzas. La esperanza de los Eurocomunistas apoyados por Poulantzas era que los partidos socialdemócratas llegarían al poder con la ayuda de la izquierda a través de una especie de alianza estratégica en la cual los socialdemócratas iban a estar en el volante y ellos (los comunistas) iban a ser un socio secundario. En esa época era imposible imaginar una situación en Europa en la cual la izquierda socialista estaría en control del poder del Estado.

E.M. – ¿Que conclusión sacas referente a las características del camino al socialismo en Venezuela?

S.E. – Los factores favorables en Venezuela apuntan a un escenario contrario a la tesis del «poder constituido» contra el «poder constituyente» en el cual, el camino al socialismo se caracteriza por una lucha frontal entre los «burócratas» del Estado y la cúpula del partido PSUV (el «poder constituido»), por un lado, y los movimientos sociales de tendencia radical («poder constituyente»), por otro lado. Por el contrario, los factores favorables apuntan a un proceso en el cual el socialismo es el resultado de las iniciativas «desde arriba», por parte de los gobernantes comprometidos con el socialismo, y «desde abajo», por parte de los movimientos sociales y sindicales y otras organizaciones de la base, como contempla Poulantzas. En este proceso se establecen mecanismos de participación en la toma de decisiones a todos los niveles, y esto implica una transformación del Estado cuyas características son imposibles predecir. Sin embargo, esta tesis no niega la existencia de tensiones, conflictos ocasionales y contradicciones entre los «de arriba» y los de «abajo» dentro del campo revolucionario.

E.M. – ¿Cuales son los factores favorables en Venezuela a los que te refieres?

S.E. – En primer lugar, el ejecutivo nacional en 2002-2003 ganó control de la empresa estatal petrolera PDVSA y la Fuerza Armada – las dos instituciones más importantes en Venezuela. También controla el Banco Central que previamente había sido en gran parte «autónomo», que en la práctica significaba estar al servicio de intereses extranjeros. Los recursos abundantes provenientes del petróleo en un periodo de precios internacionales muy altos, representa otra ventaja de grandes proporciones. Otro factor es la debilidad del sector privado venezolano, el resultado del apoderamiento de la economía del país por parte de las empresas multinacionales al final de los 80 y los 90. Y el debilitamiento del poder norteamericano en todos sus aspectos menos el militar es otro factor. Finalmente, los Chavistas han ganado elecciones con porcentajes altos, como fue en 2006 cuando Chávez sacó 63 por ciento de los votos, el más alto de todas las elecciones presidenciales desde 1958.

E.M. – En esta entrevista no has presentado tu propio punto de vista. ¿Tienes algunas observaciones finales referente a las teorías del Estado y su aplicación al caso venezolano?

S.E. – Tengo dos observaciones principales. La más importante es lo siguiente. La discusión teórica sobre el Estado en la transición democrática al socialismo no debe quedarse en el plano intelectual porque sirve para apreciar los desafíos y la complejidad que enfrentan el gobierno y el movimiento chavista. El conocimiento de esta realidad sirve para contrarrestar la decepción y el desgaste. Por más honesto y comprometido con el socialismo que estén los dirigentes de este proceso, hay una realidad: la estructura de la economía sigue siendo capitalista y es lo más fundamental de todo, más fundamental que el sistema político e inclusive quizás los valores culturales dominantes. El marxismo enseña que la superestructura – en este caso el Estado – nunca puede ser completamente divorciada de la estructura, o sea el sistema capitalista. Creo que el caso de los 20 mil millones de dólares de Cadivi pone en plena evidencia esa realidad. El Estado venezolano no existe en un vacio, está vinculado en alguna forma con la estructura capitalista. Con esto no estoy justificando por un momento la corrupción que todo el mundo incluyendo los Chavistas reconoce que existe, aunque es muy difícil medir. Mientras el movimiento chavista lucha contra la corrupción y otros abusos de empresarios, algunos de los cuales están ligados al Chavismo, tenemos que reconocer que esos fenómenos son inevitables cuando el proceso es democrático y relativamente pacífico.

E.M. – Eso es su observación principal. Mencionaste que tienes otra también.

S.E. – La discusión sobre el Estado que no se basa en hechos reales queda en el plano especulativo. Eso fue una crítica que el marxista inglés Ralph Miliband formuló contra Poulantzas que el mismo Poulantzas, en una demostración de su honestidad intelectual, reconoció como válida. La certeza de los argumentos de Poulantzas, Althusser y otros va a ser demostrada en el camino, a través de la práctica. Específicamente en el caso de Venezuela, no hay dogma que puede servir como un diseño industrial para el futuro. El proceso es novedoso y en muchos aspectos únicos. Por esa razón, la tolerancia hacia posiciones diferentes dentro del campo revolucionario es lógica. Nadie puede saber con ciencia cierta lo que viene después. Inclusive estoy en contra del uso del término «pequeño burgués» para descalificar posiciones en el campo de la izquierda, porque la pequeña burguesía, o sea la clase media, tiene que desempeñar un papel importante en el proceso de cambio y sus intereses y sus propuestas no pueden ser ignoradas o despreciadas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.