Últimamente hemos visto en los medios de comunicación predominantes en el Estado español, un canto unísono criminalizando a Venezuela y vinculando al referente de Podemos, Pablo Iglesias, con los males que aquejan a ese país. Lo primero que deberíamos preguntarnos es ¿Venezuela es una dictadura como afirman?; y segundo, ¿qué actitud debería tener Pablo Iglesias […]
Últimamente hemos visto en los medios de comunicación predominantes en el Estado español, un canto unísono criminalizando a Venezuela y vinculando al referente de Podemos, Pablo Iglesias, con los males que aquejan a ese país. Lo primero que deberíamos preguntarnos es ¿Venezuela es una dictadura como afirman?; y segundo, ¿qué actitud debería tener Pablo Iglesias hacia la Revolución Bolivariana? Esto es a lo que se responderá en este artículo.
Los logros de la revolución bolivariana
Tras la llegada de Chávez al poder, millones de personas han pasado de ser invisibles a ser ciudadanos venezolanos. Muchas de estas personas ni siquiera poseían un Documento Nacional de Identidad y la Revolución Bolivariana se lo dio junto a otros derechos, como la sanidad universal y la educación universal.
El índice de malnutrición se redujo del 21% al 5%. Los beneficiarios de pensiones de jubilación han pasado de 380.000 a 2,1 millones. Y el número de médicos por 1.000 habitantes ha pasado de 18 a 58.
Esta revolución ha permitido que se haya erradicado el analfabetismo, enseñando a leer y escribir a 1,5 millones de venezolanos. Venezuela, según la UNESCO es el 2º país con mayor matrícula de estudiantes universitarios de América Latina y el 5º del mundo; de los cuales más del 67% estudian en instituciones públicas. Concretamente, la matrícula universitaria (gratuita en las universidades públicas) ha pasado de 800,000 estudiantes en 1998 a 2.6 millones en 2013.
Otro logro es que se hayan construido y entregado 250.000 viviendas a familias necesitadas entre 2010 y 2012, mientras que en España, por ejemplo, en el mismo período, se han producido 250.000 embargos hipotecarios.
También se han creado varias redes de distribución comercial, como PDVAL, MERCAL y ahora Abastos Bicentenario, con decenas de miles de puntos de expendio, que rivalizan con el principal conglomerado de distribución privada del país, el gigantesco grupo POLAR, y a precios mucho más asequibles. Es cierto que a veces se dan situaciones de desabastecimiento en algunos productos, pero esto es responsabilidad del boicot económico de los grandes empresarios que detienen la producción, esconden mercancías, o la orientan al mercado negro, para sabotear la revolución.
Hay diferentes Misiones (programas de atención social lanzados por la Revolución), que han dado vivienda, atención sanitaria, educacional. La formación de las misiones para cubrir las necesidades más básicas de la población más desfavorecida también ha sido un alivio para la población que provenía de unos niveles de extrema pobreza y pobreza muy elevados, pero que se han visto reducidos desde el cambio de rumbo de Chávez hacia su propuesta de Socialismo Bolivariano. Según la ONU, en 10 años Venezuela ha reducido la pobreza en un 50%, y la pobreza general de más de 60% al 28%; y en la pobreza extrema la reducción es más drástica aún: del 25% al 7%. La Misión Milagro, que cumple diez años, ha devuelto la vista a 3,4 millones de personas, de manera gratuita.
Muchos de estos avances sociales se han conseguido dedicando gran parte de la renta petrolera a los gastos sociales.
Los capitalistas lo quieren todo y lo que no pueden perdonar es que sus beneficios se vean afectados por la subida del poder adquisitivo de los trabajadores o por las expropiaciones de servicios públicos y empresas anteriormente privatizadas, que le han devuelto parte de su riqueza al pueblo venezolano. Esto es a lo que llamamos lucha de clases.
Pero aun así, ¿por qué los medios de comunicación españoles prestan una atención tan exagerada a Venezuela?
Esto es debido a que los capitalistas españoles tienen un trozo del pastel de la economía Venezolana. Hay muchas empresas españolas que buscan aumentar sus beneficios como: Banco Santander Central Hispano, BBVA, editorial Santillana, editorial Planeta, DRAGADOS, Grupo Duro Felguera, Meliá, MAPFRE, REPSOL, Telefónica, ZARA, etc.
Debido a este peso tan importante de empresas españolas en Venezuela, los medios de comunicación españoles – que en su 80% están controlados por Mediaset y Atresmedia, y éstos a su vez tienen vinculaciones económicas con multinacionales como el BBVA o el Banco Santander – han ido tejiendo durante años una visión dictatorial del proceso revolucionario en Venezuela que no han dudado en usar como arma arrojadiza dirigida a la Izquierda, que naturalmente ha apoyado este proceso, porque la verdad es que en 15 años de revolución se han celebrado 19 procesos electorales, ganando la revolución 18 de ellos.
Si de algo se le puede culpar a Venezuela es que aún sufre muchos males que son propios del capitalismo y no del Socialismo. Su estructura productiva es mayoritariamente privada, debido a que 2/3 partes de la economía del país están en manos de la burguesía. La división entre barrios pobres y ricos es heredada del régimen neoliberal anterior, al igual que la violencia en las calles y la corrupción. De hecho, es un problema tan propio del capitalismo que los grandes empresarios pueden intensificar esos problemas con su poder económico, además de añadirles otros como el desabastecimiento o la inflación con el objetivo de desestabilizar la economía del país y culpar de ello al gobierno para minar su popularidad, una táctica ya utilizada contra el Chile de Allende.
Bajo este contexto, donde la revolución no acaba de completarse en Venezuela, y cuyo gobierno intenta convivir con el capitalismo, surgen elementos tóxicos que se contagian de los vicios del capitalismo, como la corrupción.
Es cierto que existe una burocracia que actúa bajo el nombre del socialismo y la Revolución Bolivariana, que busca cargos importantes para que luego puedan ser sobornados por empresas privadas y hacerse de oro o buscan vivir de los impuestos de los venezolanos falseando cuentas públicas. Es algo repugnante que debe ser erradicado junto al capitalismo. Pero cuidado, no confundamos los síntomas con la enfermedad. Lo que quieren dar a entender desde los medios de comunicación españoles es que las expropiaciones, las ayudas sociales o el funcionamiento de lo público son los causantes de la enfermedad. Pero, como hemos analizado antes, eso es una falacia dicha de forma mal intencionada. Sólo hay intereses económicos detrás de esas palabras, mientras que detrás de las palabras del Socialismo solo hay el interés del bien común.
El Socialismo no contempla la corrupción, se previene contra ella por medio de una rotación en los cargos, que sólo recibirían un salario equiparable al salario medio de un trabajador cualificado, y el poder revocar un cargo público en cualquier momento. Todo lo que no sea así, nunca podrá llamarse Socialismo de forma plena. Por tanto, Venezuela debe profundizar en las ideas del Socialismo para encontrar su solución, expropiando a la oligarquía e introduciendo verdaderos mecanismos de control obrero y popular, en la empresas, barrios y pueblos; en el marco de la extensión de la Revolución al resto de Latinoamérica, empezando por Cuba, Bolivia y Ecuador; lo que permitiría integrar, unir y planificar en común y de manera democrática sus colosales recursos. Este es el camino para consolidar los logros adquiridos, junto con los ya reseñados en materia de organización popular: el pueblo es el que manda. Y no hacer caso a la falsa propaganda de la burguesía, que ya hemos visto cómo acaba una y otra vez cuando las crisis estallan.
Podemos y la revolución bolivariana
Después de las elecciones europeas del 25 de mayo, la izquierda tiene que congratularse por representar en su conjunto una amenaza seria para el poder político del capitalismo. Entre las fuerzas de izquierda, lo más destacable es la fuerte aparición de Podemos, a la que las últimas encuestas le dan ya el espacio de tercera fuerza política a nivel del Estado español.
Este éxito sin lugar a dudas es en gran parte de Pablo Iglesias y del resto del equipo promotor, que han sabido explotar la situación de crisis capitalista focalizando su discurso en la desigualdad que existe entre trabajadores y capitalistas. Pese a que Pablo Iglesias, junto con otros miembros de su equipo, se consideran de izquierdas, el contenido ideológico de su discurso fue bastante mellado por miedo de no congeniar con las capas menos politizadas de la sociedad, miedo que su vez genera ambigüedad, por lo que no compartimos ese método. El discurso de Podemos giró en torno a la figura de Pablo, que tiene un poder oratorio excelente y que hasta entonces no habían sido atacados por los medios de comunicación del régimen. De este modo se dieron los factores necesarios para haber obtenido un resultado tan sorprendente.
La derecha, nada más ver los resultados empezó a temblar y a ladrar cual perro arrinconado. Lejos de los argumentos razonados, buscaron iniciar una campaña de difamación contra Podemos y, sobretodo, contra su principal representante, Pablo Iglesias.
Todos hemos visto cómo han vinculado a Pablo Iglesias con ETA por defender los derechos humanos de los presos; pero también hemos visto cómo relacionaban a Pablo Iglesias con la Revolución Bolivariana.
Las respuestas de Pablo hacia estas acusaciones no han sido lo suficientemente contundentes como deberían haber sido. El miedo a perder a los votantes menos politizados le ha llevado a dar respuestas llenas de ambigüedad, que no responden adecuadamente a las acusaciones de la derecha, generando una confusión que puede ser suficiente para que pueda perder votantes tanto de la izquierda como del centro del espectro político en algún momento.
Desde la Corriente Lucha de Clases pensamos que un dirigente político como Pablo Iglesias que se considera de izquierdas, e incluso marxista, debe utilizar su protagonismo en los medios de comunicación para elevar la conciencia de clases entre la población, debe hablar con propiedad y llamar las cosas por su nombre, hablar de capitalismo, de la burguesía, de los trabajadores, de la lucha de clases. Estos nombres no son vacíos, detrás de ellos radica una teoría fundada por Marx que proviene de un análisis exhaustivo de la historia del ser humano y que ha dado claves que desvelan el funcionamiento socio-económico de la humanidad. De hecho, el marxismo tiene más sentido actualmente que hace 150 años. La acumulación de los medios de producción, el volumen de la clase trabajadora y la globalización capitalista son más visibles ahora que antes.
Entonces, ¿por qué esconderse? Es cierto que revolucionarios en el siglo XX proclamaban consignas simples como la famosa consigna de Lenin de «paz, pan y tierra» en la Revolución Rusa, pero éste jamás escondió la naturaleza del capitalismo, sino que fue claro que bajo el capitalismo no es posible la prosperidad perpetua y equitativa de la especie humana.
De este modo, con datos, cifras y argumentos sobre la realidad venezolana (y latinoamericana), que el compañero conoce con amplitud, creemos que Pablo debería haber defendido claramente la Revolución Bolivariana. La gente comprendería sus palabras si aclara que está favor de los éxitos de este proceso social, pero en contra de los elementos tóxicos de la revolución y del boicot del capitalismo en ese país. Tomar una postura de ambigüedad sólo hace que la derecha gane por partida doble, ya que se deslegitima el proceso revolucionario en Venezuela y se genera una confusión en torno a las ideas de Podemos.
En este sentido, creemos que los dirigentes de PODEMOS deberían actuar como lo hacen muchos de los dirigentes de IU, que reconociendo las dificultades o deficiencias que pueda tener la Revolución venezolana por las razones expuestas antes, dejan siempre absolutamente claro su apoyo y simpatía hacia la misma ante los ataques de la derecha y de sus medios. La claridad de las ideas es un elemento a favor y no en contra de una organización.
Fuente: http://www.luchadeclases.org/inicio/estado-espanol/estado-espanol/1830-2014-07-18-02-13-53.html