Ciertamente muy interesante ver lo que ha pasado con este «sacudón» anunciado por Nicolás dentro del gobierno. Un recambio de correlación de fuerzas internas del gobierno entre sus partes, donde no ha sido ningún «sacudón» lo que ha ocurrido sino una decisión de dejar el poder de la renta en manos de un componenete de […]
Ciertamente muy interesante ver lo que ha pasado con este «sacudón» anunciado por Nicolás dentro del gobierno. Un recambio de correlación de fuerzas internas del gobierno entre sus partes, donde no ha sido ningún «sacudón» lo que ha ocurrido sino una decisión de dejar el poder de la renta en manos de un componenete de poder y no de otro.
Lo que es interesante en este caso es la forma en que podemos corroborar hasta qué punto el Estado capitalista esta realmente determinado por las variables de mercado no solo por sus mecanismos y leyes internas que siempre el capital monopólico ha intentado controlar por entero, sino por sus correlaciones internas, es decir, por quienes dentro de las esferas monopólicas y oligopólicas terminarán controlado sus variables más importantes. En el caso de la economía venezolana: quiénes y bajo qué esquema o modelo de apropiación van a controlar la renta petrolera, músculo fundamental de toda la economía capitalista.
Ratifiquemos primero que la política burguesa, efectivamente no tiene la más mínima capacidad de autonomía frente a la presión capitalista de mercado, incluso aquella política que habla «contra el mercado» y lo criminaliza. Si no se cambian las variables estructurantes del poder entre capital y trabajo, si no es realmente socializada la riqueza, la decisión de qué hacer con ella y por tanto la propiedad fundamental sobre los lazos de producción e intercambio, sea cual sea, el esquema de control, (estatista o privatista por nombrar las dos grandes opciones aparentemente contradictorias), este siempre terminará en manos de los más ricos en detrimento del más pobre, Sea cual sea la pastillita suavizante que cada gobierno le ponga a su política, esta siempre servirá a los intereseses de quienes acumulan el dinero-capital entre su propiedades, algo que en las últimas décadas se ha concentrada básicamente alrededor del «servicio» financiero, el capital inmobiliario, el comercio de importación, la especulación con las divisas petroleras, la economía mafiosa de especulación y contrabando. Nada más ejemplarizante de esta determinación que la historia venezolana estos últimos 15 años.
Por tanto, al probarse una vez mas que este NO es un gobierno revolucionario ni mucho menos, con la valentía de atacar los hilos fundamentales que determinan la sumisión del trabajo al capital, y el monopolio de la renta en la decisión de unos cuantos burócratas ligados a este capital, efectivamente la discursiva se histeriza cada vez más. Se hace aparentemente cada vez mas radical pero nada cambia: un sofisma sin contenido ni práctica desde el cual podamos atribuirle alguna verdad. El limpio se queda limpio y el rico es cada vez mas rico. Y mientras tanto opera un proceso político y cultural por debajo que ha ido por un lado desangrando el gran acumulado político organizativo de la revolución bolivariana, y por otro el desangre tal cual de la sociedad en una socialización generalizada de la pérdida de valores de vida, la guerra delictiva y asesina de todo calibre: un socialismo del desgaste que puede verse en la mirada final de un malandro armado, último nudo de una cadena mafiosa que comienza entre los laberintos de gobierno y sigue por los jeques del capital, paseando todos los días entre PDVSA y Fedecámaras, uno a dos cuadras del otro. Ciertamente el imperialismo debe estar gozando con nosotros, generando un laboratorio de desgaste de una sociedad -su estrategia fundamental mundial- sin que tenga que actuar mayormente. A este le hacemos el servicio solito y regalado nosotros mismos.
Entrando en materia, la presión capitalista estaba hasta hace dos días presionada por tres grandes tendencias que a su vez han determinado las propias posiciones de las corrientes críticas y de izquierda:
-Tenemos por un lado una primera tendencia ganadora liderizada por el componente de militares de alto rango, Diosdao, Nicolás, Arreaza, etc, cada quien peleándose su espacio respectivo.
-Una segunda liderizada por Giordani y protegidos definitivamente derrotada en este lapso. Allí probablemente podemos situar de añadidura a Elias Jaua, que él lo confirme, si es que está en algún lado.
-Otra tercera que en los que respecta a gobierno tímidamente y bajo una versión casi de no tocar un pelo a los intereses estructurales del capital que no se su acceso al dolar y la gasolina regalada, liderizada por Ramirez, quien pierde gran parte del inmenso poder que llego a acumular alrededor de él.
Ganó la primera tendencia, dirigida a garantizar los controles básicos en cuanto al manejo centralizado y discrecional de las divisas, los mercados públicos de alimentación, medicinas, servicios públicos, comercio básico. Con ello la corrupción de gran calado se garantiza una victoria extraordinaria. Quedan intocables los procedimientos básicos alrededor de los cuales se ha consumado la generación de una nueva burguesía directamente ligada al gobierno y la apropiación directa y desinformada de divisas: absolutamente aislada de todo componente productivo, sin tener otra cosa aún que una gigantezca cantidad de dinero acumulada fuera y dentro del país que irá conviertiéndola en propiedad y poder como toda burguesía que se respete y está haciendo.
El modelo corporativo-burocrático, se conserva en gran parte incluso se profundiza cuando vemos lo que es la concepción de la relación entre gobierno y poder popular (estos consejos populares de cualquier cosa por ejemplo -modelo cubano sin revolucion-) donde el gobierno intenta atrapar por entero las dinámicas de base, tal y como se hace desde hace diez años. Pero al mismo tiempo lo hace buscando una conciliación con la vieja burguesía de tres cosas básicas: reparto de divisas bien definido, finalización de los procesos de expropiación de tierras, industrias, inmuebles, liberación paulatina de los precios monopólicos. Conciliación que en las entrevistas a Roig queda muy claro sus pequeñas disconformidades y sus grandes agrados, al fin y al cabo no son mas que zamuros parasitarios a quienes se le seguirán regalado las riquezas básicamente petroleras, y la promesa de ser clases propietarias intocables.
Es en esta conciliación donde aparentemente queda derrotada la tendencia de Giordani, que la veía de acuerdo a los viejos libretos izquierdistas de la etapa de capitalismo de Estado necesaria previamente para garantizar un socialismo que será básicamente distributivo y de Estado en una versión más democrática que las del desaparecido «socialismo real». Con esta derrota queda igualmente derrotada gran parte de la izquierda chavista que sigue absorta en este modelo estatista y etapista, que ha sido la base del entrampamiento de todo este proceso revolucionario.
Pero igualmente queda derrotada lo que podía parecer un paso táctico fundamental para empezar liberarnos de esta «inmamable» burocracia autocrática y corrupta que se ha formado, y generar el formato macroeconómico que como tal no iba a crear ningún cambio estructural pero sí producir las condiciones de un verdadero reapoderamiento de los espacios del poder popular, y un insentivo básico en estos momentos para el desarrollo de una economía socializada en manos de las comunidades y los trabajadores.
Ramirez, quien al fin y al cabo presionaba por una liberación del control de cambio, esquema de precios (gasolina, electricidad) una reforma fiscal de fondo, en su versión mas escueta y sin meterse con nadie, según entendemos estaba tratando de acercarse el vuelco total propuesto por el exministro Felipe Perez: de llevar los subsidios directamente a las manos del necesitado, apoderando el poder de base, socializando la propiedad y liberando un mercado, sobretodo en lo que respecta a control de cambio y gasolina, que en definitiva se libera solo todos los días a costa del desfalco diario de las riquezas en divisas y bienes básicos importados que terminan en manos de cualquier menos de quien los necesita. La gasolina y el dolar regalados los pagamos carísimo a través de la inflación, solo si calculamos la cantidad de dinero inorgánico que genera una PDVSA que necesita de esos recursos inorgánicos para no terminar de quebrar, y toda la economía especulativa del dolar negro y el contrabando que este desastre de controles generan. En definitiva cada índice de inflación no es mas que nuestro pago como pueblo al desfalco que producen ricos y corruptos por medio de estos mecanismos de controles; un saqueo bárbaro que paga el pueblo día a día, y para colmo agradeciéndole a los saqueadores, es la perfección de su obra caritativa y por tanto contrarevolucionaria.
Esta animaversión al mercado en pro del Estado (es decir, el mismo mercado pero manejado centralmente por los mandos del poder constituido) es una típica respuesta de las burocracias rentistas que ya en Venezuela tiene varias generaciones formando una tras otra burguesía y vamos para la tercera o la cuarta en cien años de historia petrolera. Lo cierto es que ¡ganó la corrupción!, que ya a estas alturas no es solo un problema moral de los funcionarios. Es un componente fundamental para entender quienes tienen el poder sobre los mercados básicos dentro una una economía rentista: el control sobre la divisas rentarias. La corrupción es la mediación de estas divisas hacia el capital monopólico, bancario, oligopólico y finalmente transnacional y la fuente para la elevación de nuevos agentes de acumulación de riquezas en pocas manos.
Lo cierto es que la determinación mercantil de la política y en este caso de los ministros, bajo el contexto de nuestra economía, queda perfectamente probada. Solo que en este caso, más allá de los intereses triunfantes, el gobierno no ha podido decidir peor para él y el conjunto de la población. Se decidió por el dólar negro y todo lo que supone hacia abajo. Decidió carse de cualquier manera, la continuidad de un círculo vicioso de saqueo y desfalco, que puede llevarnos a una especie de desesperación colectiva donde no hay dirección ni intelectual ni política de suficiente peso y capacidad comunicacional en estos momentos como para explicar algo que no se entiende y construir una nueva vanguardia colectiva. Gran parte de la izquierda se rindió en su oportunismo al mecanismo esquizofrénico de estar atada a un gobierno, sus símbolos, su discursos, sus promesas, su engañosa virtualidad de la cual no sancan sino migajas. Que cosa más inatrapable para la comprensión que algo como la inflación desbordada, el desabastecimiento, la fiesta de los ricos y los grandes funcionarios que a su vez se acusan entre ellos para mantener la ceguera….