Si para algo ha servido la red «social» tuiter, es para difundir cosas ante las cuales es imposible no sorprenderse. Hoy, repasando las primeras planas de los medios de comunicación impresos y electrónicos, vemos reflejada la violencia que caracterizó el día de ayer en Caracas y otras zonas, no sólo por el largo evento escenificado […]
Si para algo ha servido la red «social» tuiter, es para difundir cosas ante las cuales es imposible no sorprenderse. Hoy, repasando las primeras planas de los medios de comunicación impresos y electrónicos, vemos reflejada la violencia que caracterizó el día de ayer en Caracas y otras zonas, no sólo por el largo evento escenificado en una calle de Quinta Crespo, sino por el hallazgo de dos policías muertos en Guarenas, también «en extrañas circunstancias» como ahora suele decir el ministro Rodríguez Torres cerrando con versículos de la Biblia.
Hemos visto uno a uno los videos colgados en diferentes medios digitales sobre el caso de José Odreman, llamado líder del Colectivo 5 de marzo». Nos metimos en su «TL» ayer (me enteré de su existencia virtual y material gracias a «tuirer») y su aparición con diversos actores del gobierno y en no pocos actos oficiales, nos recordó la magistral cinta de Woody Allen, «Zelig» (1983), pues uno no sabe si aparece al lado del mismísimo Nicolás Maduro por obra y arte del photoshop o porque realmente él estuvo allí…
Zelig, camaleónicamente, podía estar en un mitzvah con sus rulitos característicos, o hablando con el presidente Kennedy o muy cerca de John Lennon, sin que aquello comprometiese la integridad de los personajes reales. Pero, claro, era una película y en el cine de ficción todo se recrea. Sin embargo la revolución no es cine de ficción, nos ha costado sangre, sudor y lágrimas, y ahora, luego de la partida de Chávez, Otaiza, Serra, Anderson, Sabino por mencionar sólo a algunos, hay que sumarle la palabra «muerte». Ya la revolución nos cuesta muerte, sangre, sudor y lágrimas, y entonces este episodio de Odreman alguien tendrá que explicárnoslo.
Odreman al lado de José Vicente Rangel; Odreman al lado de Cilia Flores; Odreman al lado de Robert Serra; Odreman al lado de Juancho Montoya; Odreman en un grupo de gente donde aparece el presidente Chávez; Odreman detrás de Nicolás Maduro en un sitio privilegiado adonde sólo se llega después que la Casa Militar autoriza estar allí, como lo veo en el acto con los motorizados.
Por extraña alquimia, ahora Odreman pasa de ser el líder de un «colectivo» a jefe de una «banda de asesinos», y no es difícil que la confusión de términos nos haga entrar en el análisis. Entonces nuestro presidente estuvo flanqueado nada más y nada menos que por un asesino, como se aprecia en videos y fotos y digo que por algo parecido tuvo que renunciar la jefa de seguridad de Obama.
No sé quién está asesorando al gobierno en materia comunicacional, pero es obvio que se le ha hecho un daño inmenso a los movimientos sociales que en verdad defienden la vida, la cultura y el vivir bien al bautizarlos como «colectivos» metiendo en ese saco también a los grupos que, estemos claros, sean chavistas o no, la sola posesión de armas ya los vincula con hechos de violencia. He leído una declaración del hermano del fallecido Juancho Montoya, donde afirma que en esos colectivos «hay mucho malandro», pero ¿quién es capaz de advertir esto sino los cuerpos policiales y de inteligencia? Si claramente, pese a todos los esfuerzos, no hemos podido ni siquiera mermar la delincuencia en Venezuela, entonces ¿será capaz de cuidar a los altos dirigentes de la revolución el ente encargado? Con semejantes resquicios lo dudo.
Por último: es preocupante el uso indiscriminado y fácil de la palabra «enfrentamiento». Es una figura que no está incluida en el Derecho Internacional Humanitario y los expertos la definen como un «eufemismo». En los tratados del DIH al funcionario policial se le autoriza el arma de fuego «sólo en defensa de una vida» (utópico ¿verdad? Recordemos el caso del joven Michael Brown, en Estados Unidos), pero todo el que muere en un «enfrentamiento» ¿bien muerto está?. Los medios están llenos de crónicas rojas donde muchos mueren en enfrentamiento y más nunca se sabe de eso. En los eventos de Quinta Crespo murieron cinco personas y según las denuncias del propio Odreman antes de morir tiroteado, tres de ellas dormían cuando el Cicpc llegó al sitio. Los fallecidos ya han sido calificados como «homicidas» y el ministro Rodríguez se adelantó a decir que el caso no está relacionado con el crimen de Robert Serra. Todo eso antes de las investigaciones. Ha sido el presidente Maduro el que ha ordenado una exhaustiva investigación y ya la Fiscalía designó fiscales. Esperemos.
Nuestro facilitador de Derecho Internacional Humanitario, el abogado y profesor Alejandro Rodríguez Morales, recordó en uno de los cursos esta frase de Confucio que hoy transcribo: «Trabaja en prevenir delitos para no necesitar castigos».
Refiero un titular de la prensa colombiana puesto como ejemplo en el taller de Periodismo de Conflicto que cada año ofrece la Cruz Roja Internacional, de lo que no se debe hacer en periodismo: «lo mataron porque, seguro, algo debía».
¿Qué debían Odreman?