Finalmente Venezuela consiguió un lugar como miembro no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, ocupando el asiento que actualmente tiene Argentina, como miembro del Grupo de America Latina y el Caribe (Grulac). El apoyo a la propuesta del Grulac fue contundente: Venezuela consiguió 181 votos, recibió 10 abstenciones y 1 sólo voto […]
Finalmente Venezuela consiguió un lugar como miembro no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, ocupando el asiento que actualmente tiene Argentina, como miembro del Grupo de America Latina y el Caribe (Grulac). El apoyo a la propuesta del Grulac fue contundente: Venezuela consiguió 181 votos, recibió 10 abstenciones y 1 sólo voto en contra. Sólo necesitaba unos 122 votos, es decir dos tercios de los países que componen la ONU, para concretar la propuesta.
Hay un interesante dato adicional aquí: si bien Venezuela ya había ocupado en cuatro oportunidades dicho asiento (durante los períodos 1962-1963, 1977-1978, 1986-1987, y 1992-1993), este es el primer momento dentro del marco de la denominada Revolución Bolivariana en que logra este objetivo. Y había sido el propio Hugo Chávez, durante 2006, quien intentó esto con comprensión del dinámico escenario internacional, con una candidatura que luego se frustró con la intermediación de Estados Unidos, quien promovió que sea Panamá quien ocupe ese lugar.
Las palabras del recientemente nombrado canciller venezolano, Rafael Ramírez, pueden ilustrar las sensaciones de esta victoria diplomática, al decir que «es la primera vez que nuestro país ocupa, de manera simultánea, un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU y la presidencia del Movimiento de Países No Alineados». Ramírez finalizó su charla con los medios internacionales afirmando que «queremos reiterar y transmitir a los países hermanos nuestro compromiso con la paz, la amistad, la solidaridad, y el compromiso por el beneficio de nuestros pueblos».
Dos primeras conclusiones del ingreso de Venezuela al Consejo de Seguridad de la ONU:
a) El trabajo diplomático de Nicolás Maduro, Elías Jaua, Rafael Ramírez, Samuel Moncada y María Gabriela Chávez rindió sus frutos.
El actual presidente de Venezuela fue seis años canciller del país, y conoce como pocos este tipo de instancias, siendo uno de los principales promotores de esta nueva candidatura. Jaua y Ramírez fueron los cancilleres que, durante este último año, afinaron la propuesta y lograron el apoyo casi unánime de quienes ayer votaron. Moncada, el Embajador en la ONU al momento de efectuar la propuesta. Y María Gabriela Chávez, hija de el ex presidente venezolano, acompañó esos esfuerzos desde hace dos meses, como nueva Embajadora Alterna del país en la ONU. Seguramente cumpla ahora un importante papel en el nuevo desafío internacional de Venezuela, llevando cotidianamente la voz de América Latina a la Organización de Naciones Unidas.
b) El papel del G77 + China en la ONU, cada vez más importante y decisivo. Fue este conjunto de países el que promovió, junto a los países de América Latina y el Caribe, la candidatura de Venezuela, disipando de esta forma la posibilidad de «bloquear» la propuesta, tal como había sucedido en 2006.
Con esta votación, tal como sucedió recientemente con el apoyo de este bloque a la Argentina en el litigio con los fondos buitre, queda cada vez más claro el destacado rol que cumple el G77 + China en el nuevo ordenamiento internacional de un mundo crecientemente multipolar.
Venezuela, entonces, deberá ahora sintentizar las voces del conjunto de los países de la región en un ámbito diplomático destacado, donde los temas del acontecer internacional suelen tratarse al compás de los hechos. Una realidad internacional convulsionada ameritará que nuevas voces tengan allí una intervención persistente y laboriosa.
@jmkarg
Juan Manuel Karg es Politólogo UBA / Periodista / Analista Internacional
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