1. Las propuestas políticas que surgen planteando maneras de hacer diferentes a las dominantes señalan como una cuestión fundamental a tratar la relación entre la ética y la política. Buscan sustituir aquello que consideran responsable de la crisis política, socioeconómica, democrática y ecológica que vivimos. Y para ello hay que tener presente la ética y […]
1. Las propuestas políticas que surgen planteando maneras de hacer diferentes a las dominantes señalan como una cuestión fundamental a tratar la relación entre la ética y la política. Buscan sustituir aquello que consideran responsable de la crisis política, socioeconómica, democrática y ecológica que vivimos. Y para ello hay que tener presente la ética y pensar sobre la política que se ha hecho y aquella en la que se aspira.
2. En los últimos años, coincidiendo con esta crisis, ha crecido la reivindicación de la ética. Se ha denunciado la falta de ética y se ha demandado más ética. Esta manera de expresarse esconde la confusión de que la ética es un componente bueno para la vida individual o colectiva. Pero hay muchas éticas posibles: las egoístas, las altruistas, las que buscan el interés individual a cualquier precio, las que intentan equilibrar con el interés colectivo, las orientadas a reivindicar nuestros derechos, las que se preocupan también de garantizarlos… Es por ello que la ética, lo que consideramos bueno, correcto, deseable, no es el mismo para todos. La ética es un conjunto de normas morales que pueden guiarnos. Pero no todos seguimos las mismas. Y el hecho de que no compartamos la manera de hacer de otra persona no significa que le falte ética. Puede haber muchas éticas posibles y seguramente algunas de ellas han guiado los comportamientos que hoy rechazamos. Es por ello que no es suficiente pedir, en abstracto, más ética.
3. La ética es reflexión, análisis, argumentación, debate, sobre lo que consideramos correcto o incorrecto, bueno o malo, un bien o un mal. Sin necesidad de proponer nada concreto. La ética en una sociedad es básica para interrogarnos sobre todo lo que hacemos individualmente y colectivamente. ¿Cuál es una buena democracia? Cómo debe funcionar una correcta participación política? Como actúa una persona que representa bien a la ciudadanía que lo ha escogido? ¿Cuál es el sueldo que consideramos adecuado para un representante público? ¿Qué criterios tienen que estableceelo? Las preguntas son muchas, pero es imprescindible abordarlas si no queremos dejar asuntos tan importantes fuera del poder ciudadano.
4. La ética, como análisis, reflexión y debate, no nos ofrece respuestas incuestionables, verdades absolutas. La ética nos anima a pensar, a proponer, a ponernos de acuerdo, a establecer criterios que hemos argumentado y consensuado. En la ética no deberíamos buscar respuestas fáciles y milagrosas, pero sí un camino para llegar a establecer los fundamentos de nuestro comportamiento personal y colectivo. Sabiendo que estos fundamentos en sociedades abiertas y plurales no pueden descansar en verdades reveladas y dogmas acríticamente asumidos. La ética nos debe ayudar a buscar fundamentos compartidos. La ética, como la democracia, puede ser lenta, cara y desgastando, pero nos libera de la tiranía de la imposición.
5. La ética no se mueve sólo en el ámbito teórico. La ética se hace política al actuar en la sociedad. Las jornadas «Gobernar obedeciendo. Jornadas de Código Ético para construir la confluencia» impulsadas por Guanyem son buena muestra. Se ha buscado avanzar en la elaboración de un código ético para la práctica política. Se ha discutido y teorizado mucho sobre la relación entre la ética y la política. Hay quien defiende la separación de estos dos espacios, y un comportamiento claramente diferenciado (incluso contrapuesto) en cada uno. Hay quien los intenta unir. ¿Podemos tener el mismo comportamiento ético en nuestra vida personal que en la vida pública? ¿Aceptamos no decir la verdad cuando hay intereses que lo justifican? ¿Somos altruistas con los nuestros y egoístas con los demás? La ética y la política viven una relación pasional no resuelta, pero ahora emerge una demanda de unirlas. Se busca una política que haga posible la coherencia entre el decir y el hacer, una democracia en la que se garanticen verdaderamente los derechos de las personas, la participación en el gobierno y la decisión… Se busca una ética que pueda fundamentar esta manera de hacer política. Quizás no es sencillo, ni rápido, encontrar los caminos que nos llevan al paraíso. Pero hay voluntad de señalar claramente aquellos que llevan al infierno y no volver a transitarlos.
Fuente oriinal: http://www.eldiario.es/catalunya/opinions/politica-hecha-etica_6_329027100.html