El coronavirus se nos presenta como el caballo de Troya del siglo XXI para desmoronar la economía mundial. El lunes 8, denominado “lunes negro”, provocó uno de los mayores derrumbes de precios del petróleo de la historia: 30 por ciento en un solo día, la segunda mayor caída desde la guerra del Golfo, cuando Estados Unidos invadió Irak en 1991.
El fenómeno del coronavirus sumado a la guerra comercial entre EE.UU y China junto con el aumento de producción de petróleo de EE.UU (revolución del shale), son un cóctel detonante que también amenazan la caída de precios de los hidrocarburos.
Ante semejante estado de situación, el pasado viernes se iniciaron conversaciones entre los países miembros de la OPEP y aliados no miembros, encabezados por Rusia (grupo conocido como OPEP+) para recortar la producción y mantener los precios. El diálogo finalizó sin ningún tipo de acuerdo.
Desde 2017, el grupo OPEP+ mantiene un acuerdo para llevar adelante recortes de producción y así mantener alto el valor del barril de petróleo. La última decisión era sostenerlo hasta fines de marzo 2020 (Libia, Irán y Venezuela están exentos del acuerdo de reducción).
Los países productores querían aumentar el recorte a la producción en un 1,5 millones de barriles por día (aproximadamente un 1,5% de la producción mundial). Algunos miembros, como Arabia Saudita e Irán, declaran que necesitan de aliados no miembros que colaboren con recortar 500 mil barriles por día, mientras que Rusia se negó a firmar dicho acuerdo.
Así lo afirmó Pavel Sorokin, Viceministro de Energía de Rusia: «No podemos combatir una situación de caída de la demanda cuando no hay claridad sobre dónde está el fondo. (…) No estamos en una guerra de precios con nadie. Somos competitivos. Observamos el mercado y entendemos que tal situación ayudará al mercado a recuperarse.
Los proyectos de alto costo desaparecerán.”[1] Con lo cual, la baja del precio de petróleo sacaría del mercado a los productores de shale oil en Estados Unidos, país que logró el autoabastecimiento petrolero por la denominada “revolución del shale” comenzada en el año 2010, el cual pasó de una producción de 5 a 13 millones de barriles por día, que según Jason Gammel, analista de Jefferies, “el punto de equilibrio promedio en el sector es de U$D 55 por barril.”
¿Que se disputa en la denominada «Guerra del petróleo»?
En los últimos años, la OPEP+ se ha visto obligada a lidiar con el aumento de la producción estadounidense y una guerra comercial entre Estados Unidos y China, que pesaron sobre los precios del crudo. Ahora hay una tercera amenaza: el brote de coronavirus, que mató a miles de personas en China y detuvo al país. Es probable que la demanda China de productos petroleros caiga en más del 35% interanual en el primer trimestre, dijo Morgan Stanley en un informe reciente, citando datos de investigadores del gigante petrolero chino CNPC.
Cambiando de estrategia, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos proponen elevar la producción de petróleo un 3.5% lo que deprime aún más el precio del crudo y agudiza la crisis del sector.
Por otro lado, la revolución del shale con altos niveles de endeudamiento como es el caso de EE.UU pone en desventaja a este país, frente a la estrategia de Arabia Saudita. Sin embargo, según Marcos Buscaglia, columnista de La Nación, la caída del precio del petróleo provocaría en Estados Unidos una baja en el precio de las naftas, que representa un ahorro de 75.000 millones de dólares anuales. Esto beneficiaría a Donald Trump para su reelección, ya que es un impacto directo en el bolsillo de los norteamericanos.
¿Las energéticas estadounidenses son las nuevas subprime del 2020?
La “revolución del shale” provocó que las compañías energéticas sean las mayores emisoras de bonos basura (junk bonds), que representan más del 11 por ciento del mercado estadounidense de alto rendimiento. La industria del shale de Estados Unidos estaría entre los mayores perdedores. Incluso antes de que el coronavirus impactara sobre la demanda, había crecientes preocupaciones sobre la confiabilidad del sector dada la acumulación de niveles peligrosos de deuda.
Ya en diciembre de 2019 la Consummer News and Business Channel (CNBC), líder mundial en noticias de negocios y cobertura del mercado financiero en tiempo real, declaraba que “estamos en las primeras etapas de la sacudida. El problema es que algunas de estas empresas todavía tienen un poco de holgura para continuar operando, éstas no tienen los vencimientos de la deuda en 2020 y 2021. Por lo que van a intentar adelantarse y contar con que los precios del petróleo suban”.
Estos emisores tienen calificaciones crediticias BB o inferiores, esto indica que tienen mayor riesgo de default (incumplimiento de pagos) que los emisores con mejor calificación (BBB o superior). Por lo tanto, la caída de los precios del petróleo podría marcar el comienzo del default de la deuda energética clasificada como “basura” desde el aumento de la producción de shale de EE.UU en 2010 y el posterior colapso del precio del petróleo a fines de 2015.
Este estado de situación podría compararse con la crisis de 2008 ya que la caída del Dow Jones (7,8%) se acercó al récord de 7,89% que marcó la caída del Lehman Brothers.
Según John Dixon, operador de bonos de alto rendimiento en Dinosaur Financial Group, “estamos en la cúspide de una nueva ronda de reestructuraciones de compañías de energía, tanto dentro como fuera de los tribunales» (…) «Dado que muchas de estas compañías ya gastan más que su flujo de caja, en busca de recortes en los gastos de capital, lo que reducirá aún más los servicios y proveedores ya en dificultades».
Tomando como referencia los datos de Hayes and Boone’s, firma internacional de abogados especializado en la industria energética, solo en EE.UU un total de 64 compañías de energía se declararon en bancarrota durante el año 2019, incluye a 42 productores de petróleo y gas, 20 compañías de servicios de yacimientos petrolíferos y dos compañías del midstream (transportistas).
La denominada transición energética y el cambio climático amenazados
Fatih Birol, Director Ejecutivo la Agencia Internacional de Energía, declaró que esta crisis «definitivamente ejercerá una presión a la baja sobre el apetito por una transición energética más limpia.»
Es de esperar que la baja de los precios del crudo detendrá el desarrollo de la transición energética, tal como explica Michel Salden, Manager de Vontobel Asset, esta situación “detendrá la revolución verde en el mundo”, ya que “las economías consumidoras de energía como China, la Unión Europea, Japón y otros mercados emergentes se apresurarán a explotar un período de petróleo y gas baratos en lugar de renovables”.
La posible parálisis del desarrollo de las renovables, es un freno hacia las políticas de cambio climático. Si bien hoy la matriz energética mundial depende en más de un 80 por ciento de los hidrocarburos (petróleo, carbón y gas), esta situación retrasa las voluntades de diversificación de la misma para disminuir las emisiones de dióxido de carbono y pone en riesgo el cumplimiento del acuerdo de París, el cual ya fue abandonado por EE.UU.
Mark Lewis, jefe de investigación de inversión en cambio climático de BNP Paribas Asset Management, observó: “Obviamente es el caso, si hay un shock económico muy severo, entonces las energías renovables y el cambio climático pueden arriesgarse a bajar nuevamente en la agenda política, pero no creo que bajaría tan mal como en el pasado»(…) “Esto es diferente, la economía ha avanzado demasiado ahora.”
Situación en la región y Argentina
La región no está exenta al golpe provocado por el desplome de los precios del petróleo, el cual desencadenó devaluaciones, caída de las bolsas, disminución de ingresos por las commodities, entre otras, afectando en mayor o menor medida a los países de América Latina.
En Argentina esta situación pone el falso foco en Vaca Muerta, donde la ventaja es que todas las inversiones son a largo plazo a diferencia de Estados Unidos. Además, el costo de producir en Vaca Muerta es de 35 o 40 dólares por barril, 15 dólares menos que en el país del norte. El problema radica en otro lugar, si el precio cae por debajo de los 40 dólares, las provincias con yacimientos convencionales (Santa Cruz, Chubut y Mendoza) serán las más afectadas.
En total, el personal afectado por la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) directa e indirectamente en campos convencionales de Santa Cruz, Chubut y el norte de Neuquén supera las ocho mil personas. Como primera medida el estado nacional dispuso la aplicación de licencias no automáticas a la importación de petróleo crudo, gasoil y naftas para evitar que la baja de precios sea aprovechada por algunos jugadores para comenzar a comprar afuera en detrimento de la producción local.
¿Qué desafíos tenemos por delante?
El fenómeno mundial del coronavirus ha demostrado lo dependiente que somos del petróleo y cómo eso ha desestabilizado globalmente nuestras economías y por lo tanto nuestras situaciones como pueblos.
Debemos ir hacia un modelo energético para el desarrollo nacional y regional, partiendo del desarrollo local en todas sus ramas, y que sea un modelo integrado al modelo productivo que definamos a largo plazo. Es por ello que la transición energética en Argentina, debe contemplar que la explotación de nuestros recursos naturales, sea en beneficio del desarrollo de un modelo productivo nacional, que incluya a las mayorías, y no para la exportación y negocios de los grandes capitales.
Hoy tenemos una oportunidad histórica como pueblo que no debemos desaprovechar para alcanzar un modelo productivo-energético soberano y no una burbuja financiera.
Delfina Di Lorenzo es licenciada en Relaciones Internacionales argentina (UNICEN) y maestranda en Cooperación Internacional (UNSAM).
Nicolás Malinovsky es Ingeniero Eléctricista argentino (UNRC) y maestrando en Gestión de la Energía (UNLa). Miembro del Instituto de Energía Scalabrini Ortiz.
Ambos, investigadores del Observatorio de Ciencia y Tecnología asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico, CLAE
Fuente: http://estrategia.la/2020/03/13/la-burbuja-de-petroleo-una-nueva-crisis-financiera-en-puerta/.