El presente ensayo es parte de una incipiente agenda de investigación sobre las relaciones de comercio, inversión y producción intrarregionales en las dos últimas décadas, con especial atención al papel ejercido por Brasil. Por motivos de espacio y organización metodológica, se optó por presentar aquí consideraciones sobre el primero de los temas, los intercambios comerciales.
Inicialmente, vale apuntar que solamente por medio del comercio no se resolverán los obstáculos para la construcción de una América del Sur integrada y equitativa. El comercio, dependiendo de la estrategia de los países más desarrollados de la región, puede ser un elemento que amplíe o que reduzca la brecha entre las economías. Desde esta perspectiva, será analizada la evolución de las asimetrías comerciales entre Brasil y los países vecinos. Se aclara que asimetrías comerciales, en ese caso, significa la relación entre exportaciones (A) e importaciones (B), es decir, A/B.
Durante el período llamado «progresista», de 2003 a 2014, la integración ganó espacio en la agenda regional, especialmente con la idea de que América del Sur podría convertirse en un polo de poder en el Sistema Internacional. Con la intensificación de las iniciativas integradoras, también aumentaron las preocupaciones con relación a la distancia entre las economías que conforman el bloque. Era un deseo común que la promoción de la integración, en sus diversas dimensiones, se convirtiera en impulso al desarrollo de los países y en la reducción de las asimetrías entre ellos.
En 2005, la asimetría comercial de Brasil con América del Sur fue del 1,98. Es decir, para cada US$ 1 importado por Brasil el país exportó US$ 1,98. En los años siguientes, la diferencia disminuyó gradualmente, llegando a 1,22 en 2014. La importancia de las economías suramericanas en el total de las exportaciones brasileñas aumentó de un 13,8% en 2003 para un 16,2% en 2014, período en el cual las ventas totales crecieron 3,1 veces. En el mismo período, el peso de las importaciones brasileñas de los países vecinos pasó del 15,8% al 13%, con un aumento del 4,7% en las compras totales de Brasil.
Durante aquellos años, vale la pena señalar que, entre los países de América del Sur, Argentina fue la que tuvo la relación menos asimétrica con Brasil, con un promedio de 1,25. Con Bolivia, Brasil tuvo déficits comerciales durante todo el período. Colombia fue el país con el cual se redujo más la asimetría, de 7,59 para 1,38. Venezuela fue la relación más inestable y desigual (excluyendo a Surinam y Guyana).
Por otro lado, cabe destacar que del 2003 al 2014 Paraguay fue la excepción, el único país suramericano que presentó un aumento en la asimetría en favor de Brasil, pasando de 1,48 a 2,63, con picos de 4,1, en 2006, 2010 y 2011.
Desde 2014, América del Sur ha experimentado varias turbulencias. En el caso brasileño, de manera resumida, hubo una desviación de las agendas de desarrollo e integración, seguida de una crisis económica y política que culminó en un golpe institucional, vía proceso de impeachment. Luego hubo un cambio de presidentes y nuevas elecciones. En 2019, toma posesión un opositor declarado del proceso de integración de América del Sur y representante de un grupo que ve el subdesarrollo de los países de la región como un argumento para acercarse a las grandes potencias, especialmente a Estados Unidos y Unión Europea.
La actual política exterior es, según el propio gobierno, de «alineación automática con Estados Unidos». Con este fin, el país ha estado adoptando, desde el año pasado, una serie de medidas, como la implementación de cuotas de importación sin aranceles de productos estadunidenses. También a pedido de Washington, Brasil aceptó abandonar la lista de países con trato especial y diferenciado de la Organización Mundial del Comercio (OMC), supuestamente a cambio de recibir apoyo para la rápida adhesión a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), lo que no ha sucedido.
Brasilia también se ha comprometido con el objetivo de firmar el acuerdo de Mercosur con la Unión Europea, lo que debería facilitar el acceso de productos industriales de Europa hacia América del Sur y, en menor medida, de productos agrícolas del Mercosur en los países de la Unión Europea. Se debe tomar en cuenta que el sector agrícola europeo está básicamente protegido por subsidios, que continuarán existiendo, y no por aranceles. Es decir, si prevalecen estas condiciones, la tendencia es de aceleración de la desindustrialización y aumento de la primarización de las pautas exportadoras de las economías de la región.
En los años posteriores a 2014 el desequilibrio entre países suramericanos se comportó de manera inestable. En 2015, la asimetría comercial de Brasil con los vecinos comenzó a aumentar rápidamente, regresando en 2017 a los niveles de 2006. Luego volvió a caer. Este movimiento tiene lugar en medio de un escenario, en toda la región, de fuga de capitales, caída de los mercados bursátiles y devaluación de las monedas locales frente al dólar.
En este escenario, se destaca el caso de Venezuela, país en profunda crisis, con el cual la asimetría con Brasil pasó de 3,8 en 2014 para 5,2 en 2019. En los primeros tres meses de 2020, saltó a 17,2. Ya en el caso de Bolivia, hubo un cambio significativo. En tres de los últimos cinco años, el país andino tuvo déficit comercial con Brasil, debido a la reducción de las compras brasileñas de gas natural, que actualmente se están renegociando. De nuevo en el contrapunto, la asimetría con Paraguay cayó; en 2019 encontró su nivel más bajo desde 2003, llegando a 1,9.
En el caso de Estados Unidos, a pesar del discurso entusiasta de Brasilia, el déficit comercial brasileño se mantuvo en 2019. Hasta marzo de 2020, el resultado negativo alcanzó US$ 2,7 mil millones, periodo en el cual las ventas hacia Estados Unidos cayeron al 10% del total de las exportaciones brasileñas (fueron de un 12% en 2014 y de un 22% en 2003). A su vez, las importaciones alcanzaron el 18,9% del total (contra un 15,3% en 2014 y un 19,8% en 2003).
Con la Unión Europea, Brasil acumuló superávits en los últimos tres años. Pero este resultado no significó expansión comercial, por el contrario, de 2013 a 2019 las exportaciones brasileñas al bloque europeo cayeron un 24,8% y las importaciones, un 34,2%. En otras palabras, el saldo positivo se produjo porque las importaciones brasileñas disminuyeron, debido a la recesión del país. La Unión Europea, que representó el 25,7% de las exportaciones brasileñas en 2003, finalizó 2019 con el 15,9%. En el período, las importaciones cayeron de un 27% para un 18,2%.
Una parte significativa de estas pérdidas relativas fueron ocupadas por China, que desplazó a Estados Unidos, convirtiéndose, en los últimos años, en el principal socio comercial de Brasil. En 2003, el país asiático representó un 6,2% de las exportaciones y un 4,4% de las importaciones brasileñas. En 2019, ya habían crecido para un 28,1% y un 19,9%, respectivamente. China ha sido responsable por nada menos que dos tercios de la balanza comercial brasileña en los últimos años. A pesar de esto, desde el año pasado el gobierno brasileño ha dado varias razones para sacudir esta relación.
El análisis de los resultados del comercio de Brasil con los vecinos durante los últimos años permite presentar algunas consideraciones preliminares. Antes que nada, es importante tener en cuenta que cuando no existe una estrategia de integración dirigida a reducir las asimetrías o cuando se deja que el mercado libre decida, la integración comercial puede agravar aún más las disparidades existentes, beneficiando desproporcionadamente a los países más desarrollados, como Brasil y Argentina. Al mismo tiempo, cuando no existe la comprensión por parte de Brasil de que una América del Sur fuerte e integrada es fundamental para su propia estrategia de inserción internacional, el supuesto líder regional seguirá tirando piedras en su propio tejado.
Camila Caresia Wexell Severo es economista egresada de la PUC-Sao Paulo, estudiante de maestría en Integración Contemporánea de América Latina – UNILA e Investigadora del Observatorio de Integración Económica Suramericana (OBIESUR). Este artículo es una versión de un artículo originalmente publicado en la revista La Espada (nº 22, mayo/2020).