Para sorpresa de algunos comentaristas, en las reuniones del G7 se ha planteado la necesidad de nuevas normas fiscales a las multinacionales y que garanticen una imposición de como mínimo el 15%. Y se apunta como objetivo que sean de aplicación a toda su cadena de valor (es decir de producción, distribución y venta), que no puedan eludirlas a través de paraísos fiscales, u otras artimañas. Se señala que es un tema sobre el que vienen trabajando durante meses los gobiernos de Alemania, Francia, Italia y España.
Es evidente que no a va resultar fácil establecer una regulación que sea eficaz. Pero el sólo planteamiento del tema ha suscitado un enorme interés. Mathias Cormann, el nuevo Secretario General de la OCDE desde el 1 de junio, se ha pronunciado ya a favor de este objetivo. Después de las reuniones del G7 los días 5 y 12 de junio en el Reino Unido, la próxima cita para abordarlo es la del G20 el 9 y 10 de julio en Venecia.
Esta posible nueva norma fiscal, importante elemento de una aún imprecisa gobernanza global, tendría repercusión en prácticamente todos los países del mundo. Porque en todos ellos operan las empresas multinacionales: los de las casas matrices, los de sus filiales y sucesivas subcontrataciones, los de sus cadenas de producción y de distribución y ventas. Plantearía sin duda notables problemas para su eficaz aplicación y control, para la administración de lo que de ella resulte. Pero es evidente que tiene enorme interés y puede ser muy útil.
Constituye una nueva vía de fiscalidad global que habrá que poner en relación con las particulares normas fiscales de cada uno de los países, su interrelación nacional y regional, y, a la vez, con las necesarias formas de incidencia global.
Al movimiento sindical, nacional y transnacional, suponiendo que el tema le interese, como parece obvio, se le plantea un viejo y nuevo, un permanente problema. ¿Hemos de repetir un también viejo tic consistente en señalar, o exigir, lo que nos gustaría que hicieran los demás sin plantearnos qué hacer nosotros para conseguirlo?
De momento sólo he visto un reciente y primer comentario de la Confederación Sindical Internacional (CSI): Minimum global tax rate: a positive step but concerns remain – International Trade Union Confederation (ituc-csi.org), nada aún en las páginas web de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), o de IndustriALL Global Union, tampoco en las de nuestras Confederaciones de CCOO y de UGT.
Si consideramos la evidente incidencia del trabajo en los beneficios de las empresas, deberíamos entender que el interés sindical tendría que suponer y traducirse en una concreta intervención sindical, con propuestas y con iniciativas de acción sindical.
Porque no debería tratarse solamente de apoyar la iniciativa si se considera, como es, positiva, sino de abordar tanto la cuantía de la imposición fiscal como también los procedimientos para hacerla efectiva en cada uno de los países, así como su aplicación. Que su resultado no se limite a engordar las arcas de los correspondientes gobiernos nacionales, sino, por ejemplo, tener traducción directa en la protección social (empleo, salud, seguridad, …) de los trabajadores del país, lo que exigiría sin duda mecanismos particulares de no fácil aplicación, como subraya la compleja renovación del Acuerdo de Bangladesh para la protección de la seguridad y salud de los trabajadores del país en las cadenas de producción de las marcas de ropa del mundo.
Podría incluso suponer una referencia que facilitara la aplicación del Acuerdo de Bangladesh si en estos meses se consigue su concreta renovación. O una alternativa más amplia si fracasan las negociaciones en la prórroga recién pactada.
Supone en todo caso una cuestión de gobernanza global, y por ello de enorme interés sindical, lo que exigiría una atención particular desde todas las instancias sindicales, nacionales e internacionales.
Estamos a la espera de que se produzca y que sean perceptibles los síntomas de tal interés sindical. No basta una nota de prensa más o menos difundida, ni “recomendaciones” a otros. Es necesaria una propuesta, una voluntad sindical de intervenir en las discusiones globales del tema. Y no sólo en las instancias supranacionales, también desde cada país, tanto de aquellos en los que están las cabeceras de las multinacionales como de aquellos en los que se extienden sus cadenas de valor.
Si esta necesaria pretensión sindical fuese asumida como tal, es evidente que las estructuras y organizaciones sindicales supranacionales y nacionales implicadas deberían plantear su presencia en las instancias de discusión y negociación del tema con propuestas al respecto. Y, con ello y para ello, la explicación en sus propios ámbitos de organización y representación de esa iniciativa, de todo lo relacionado con la nueva fiscalidad que se plantea, con sus nuevas características de fiscalidad global y su necesaria relación con la fiscalidad local, su estrecha relación con las condiciones de vida y de trabajo en todos los rincones del mundo, del Norte y del Sur, del Este al Oeste. Con atención a las coyunturas que pueden facilitar su planteamiento, como debería ser la Conferencia de la OIT que se está desarrollando y de la que queda aún una semana.
UN PLAN DE ACCIÓN SINDICAL GLOBAL, TRANSNACIONAL Y NACIONAL, estrechamente relacionado con la acción sindical de cada día.
ISIDOR BOIX. Representante de CCOO en el Foro Social de la Industria de la Moda en España | Miembro de la Secretaría Técnica y Coordinador del Grupo «Cadenas de suministro»