La semana pasada, la Secretaria del Tesoro de EEUU, Janet Yellen, dijo al Congreso que “estamos entrando en un período de transición de una recuperación histórica a otro que puede estar marcado por un crecimiento estable y constante. Hacer este cambio es una pieza central del plan del presidente para controlar la inflación sin sacrificar las ganancias económicas que hemos logrado”.
Es cierto que la economía de los EEUU se ha recuperado desde las profundidades de la crisis pandémica (que recordemos en términos de producción nacional, ingresos e inversión fue la peor desde la década de 1930, incluso peor que la Gran Recesión de 2008-9). Pero difícilmente podría describirse como ‘histórica’ esa recuperación. Y en cuanto a la afirmación de que la economía estadounidense, la de mejores resultados de las principales economías en el último año, se dirige hacia un ‘crecimiento estable y constante’, no está respaldado por la realidad.
Sí, existe una especie de ‘pleno empleo’, es decir, la tasa oficial de desempleo está cerca de los mínimos ‘históricos’, pero muchos de estos trabajos son a tiempo parcial, temporales o de obra. Y muchos pagan mal. La tasa de participación laboral, que mide el número de personas que trabajan fuera de la edad laboral, se mantiene muy por debajo de los niveles previos a la pandemia, niveles que ya estaban en declive.