En este artículo el autor sostiene que la política que está económica que sostiene el Banco Central brasileño obedece al mismo patrón golpista del 8 de enero de 2023, pero en la esfera del terrorismo económico.
Las tasas de interés estratosféricas del Banco Central provocan un desajuste permanente de las finanzas públicas y un desequilibrio fiscal crónico. Son, por tanto, un factor relevante de retraso y estancamiento del país.
El aumento del gasto del Tesoro en el pago de intereses de la deuda beneficia a un puñado de rentistas, mientras reduce la disponibilidad de dinero público para el conjunto de obras, inversiones y políticas públicas dirigidas a decenas de millones de brasileños.
El aumento del gasto del Tesoro para pagar intereses crea un círculo vicioso que obliga al gobierno o bien [i] a recortar gastos esenciales, urgentes y prioritarios, o bien [ii] a endeudarse en el mercado pagando tipos de interés absurdos, lo que acrecienta aún más la necesidad de aumentar ingresos públicos no para expandir inversiones y políticas públicas, sino para transferir a los rentistas.
Solo en los últimos dos años del gobierno de Bolsonaro, el aumento del gasto para pagar las tasas de interés estratosféricas fijadas por el Banco Central representó un superávit de gastos de R$ 410 mil millones, casi cuatro años de Bolsa Família de R$ 600 potenciados con R$ 150 por mes niño hasta 6 años.
La dirección “autónoma” del Banco Central, designada por el gobierno anterior, simplemente se desentiende de los postulados del gobierno electo y mantiene la política de altas tasas de interés, aun con el rotundo fracaso de esta elección.
Además de que el Banco Central no pudo contener la inflación dentro de la meta con la política de tasas de interés altas, en 2021 el desempeño fue aún más desastroso, cuando la inflación superó el doble de la meta establecida por el propio Banco Central.
Esta realidad de “desempeño insuficiente comprobado y recurrente para alcanzar los objetivos del Banco Central de Brasil” [Ley 179/2021] es justa causa para la destitución de Roberto Campos Neto, presidente bolsonarista de la institución.
A pesar de todas las evidencias de la realidad que indican el fracaso de la política de altas tasas de interés mantenida “en nombre del riesgo fiscal” [minutas del Copom], “Brasil seguirá teniendo la tasa real, descontada la inflación, más alta del mundo, casi 8 % anual”, denuncia André Lara Resende en un artículo de Valor [7/2/2022].
Con esto, Brasil va contra la corriente de la mayoría de los países desarrollados, que practican tasas de interés reales negativas.
¿A qué se debe esto?, se pregunta Lara Resende, quien responde: “la necesidad de anclar expectativas. ¿Las expectativas de quién? Del mercado financiero, divulgado por sus propios analistas. ¿Por qué estarían anclados? Por el riesgo fiscal que ellos mismos decretaron que es muy alto y se encargan de propagarlo por todos los medios”.
Por último, Lara Resende ironiza este bucle de búsqueda de rentas: “independientemente de los datos y la realidad, se decide que el riesgo fiscal es alto. Se estipula que el riesgo fiscal determina las expectativas de alta inflación y que el aumento de las tasas de interés revertirá la situación”.
La autonomía del Banco Central [Ley Complementaria N° 179/2021] secuestra la soberanía popular, pues le quita al gobierno electo la prerrogativa de realizar la gestión monetaria y ejecutar el plan de desarrollo elegido en las urnas.
Dirigido por el equipo designado por el gobierno fascista-militar, el Banco Central está siendo manipulado por prácticas de terrorismo económico y sabotaje para perjudicar al gobierno electo el 30 de octubre.
La extrema derecha no acepta y no respeta la voluntad soberana del pueblo brasileño, y busca permanentemente desestabilizar y hacer inviable el gobierno de Lula.
El 8 de enero fue la batalla más violenta y audaz de la guerra fascista contra la democracia. Y la política de altas tasas de interés del Banco Central representa la continuación del 8 de enero, pero a través del terrorismo económico y financiero.
Jeferson Miola es miembro del Instituto de Debates, Estudios y Alternativas de Porto Alegre (Idea), fue coordinador ejecutivo del V Foro Social Mundial y colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
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