Para muchos de nosotros era como volver a los viejos tiempos: reuniones de alto nivel entre políticos británicos y dirigentes de la Unión Europea, titulares en los medios sobre avances históricos y tertulianos en Irlanda del Norte evaluando la reacción de la «opinión pública» ante un acuerdo histórico.
Los acontecimientos que han rodeado el anuncio de los Acuerdos de Windsor han tenido una sensación muy familiar para cualquiera que haya seguido el proceso de paz o los giros y vueltas de las negociaciones del Brexit en los últimos años. Desde la gestión política pública de la declaración conjunta y la conferencia de prensa de Rishi Sunak y Ursula von der Leyen en Windsor el lunes hasta la cuidadosa coreografía de las reuniones del primer ministro con los partidos políticos y las «comunidades de Irlanda del Norte» el martes, esto ha sido una clase magistral de cómo hacer política burguesa contemporánea. Si bien el diablo está claramente en los detalles, el Acuerdo desarrolla y modifica el protocolo existente de Irlanda del Norte. En su conferencia de prensa y discursos posteriores, Sunak dio una interpretación muy positivo del Acuerdo, que aseguró que representa cambios muy positivos del protocolo y abre nuevas oportunidades económicas a Irlanda del Norte como parte a la vez del Reino Unido y el mercado único de la UE.