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Entrevista a Carlos Manuel Rivera Rosado, docente, investigador y escritor

«Me considero un escritor puertorriqueño, afrodescendiente y caribeño en ese estricto orden»

Fuentes: Rebelión

Carlos Manuel Rivera Rosado (Arecibo, Puerto Rico, 1965-) es docente, investigador y escritor de cuentos y teatro. Estudió un Bachillerato (B.A., 1993) y una Maestría en Artes (M.A., 2005) con concentración en español (Estudios Hispánicos) en la Universidad Interamericana de Puerto Rico. Tiene a su vez, un doctorado en Literatura de Puerto Rico y el Caribe del Centro de Estudios Puertorriqueños y del Caribe, San Juan, Puerto Rico (Ph.D., 2017). Desde 1994 se desempeña como docente en el Departamento de Educación del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. Ha sido docente en la Universidad Interamericana (Arecibo) y en la Universidad de Puerto Rico (Utuado y Arecibo). En el 2015 su libro de relatos Colt 45 (fractales) fue primera mención de honor en el Segundo certamen interuniversitario, auspiciado por la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. En el 2020 el Pen Club Internacional de Puerto Rico le otorgó una Mención de Honorífica por su libro de relatos Cocobalé: Danza guerrera. Relatos cimarrones del Caribe y América (2019). A partir de éste, Carlos Manuel ha contestado mis preguntas. Todas sus respuestas son para ser compartidas con todos vosotros.

– Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) –¿Cómo se inicia vos en el relato y la dramaturgia cuando pequeño en Puerto Rico? ¿Quiénes fueron esos maestros, padres, abuelas, vecinos, compueblanas en Arecibo que le pusieron ese primer papel en la mesa o la cabeza para que se llenara de palabras, de imágenes, de amor por su lenguaje, por su cultura?

Carlos Manuel Rivera Rosado (CMRR, en adelante) – Primeramente, gracias por invitarme y saludos a todos sus seguidores. Mis primeros pasos en la escritura creativa comenzaron con los juegos en mi niñez. Soy el último de cinco hijos en una familia con muy pocos recursos económicos. Mi padre se pensionó muy joven debido a un accidente y mi mamá era una devota ama de casa que nos dirigía con canciones, valores y reglas. Imaginaba historias y a mis hermanos y vecinitos de mi comunidad les asignaba personajes mientras simulaba grabarlos con una cámara dañada. Luego trataba de llevar esas historias al papel, pero como no tenía las destrezas ni las técnicas básicas, las historias se me desviaban y terminaba dejándolas olvidadas. Fue entonces en la escuela superior que recibí mis primeras nociones del arte de la escritura. Primero en la clase de drama donde escribí algunas piezas teatrales que se llevaron a escena. Luego, realicé ejercicios de escritura libre en la clase de español de la profesora Rodríguez. Ella estimulaba la expresión escrita y verbal de una forma particular. Era una clase de lengua muy dinámica y memorable. De hecho, fue ese arquetipo de profesora la que me estimuló a dedicarme también a impartir la enseñanza tanto en la escuela superior como en la universidad. En esa primera etapa intentaba crear historias de todo tipo, especialmente historias de aventura y fantasía porque podía dar rienda suelta a mi imaginación que ahora catalogo como curiosa, inquieta.

– WRS – Carlos, Cocobalé (Danza de guerra) es su segundo libro de relatos publicado. ¿A qué debe u obedece su título? ¿En qué se diferencian sus cuentos y microcuentos? ¿Qué tiene de especial, de particular escribir cuentos en lugar de microcuentos?

CMRR – Quise aplicar la simbología de la lucha que representa ese baile de la bomba puertorriqueña llamado el cocobalé. Esta expresión de la bomba estaba casi extinta, pero gracias a exponentes modernos ha sido rescatada en los círculos culturales afrodescendientes. El baile del cocobalé simula un combate que se llevaba a cabo con palos, machetes y también se utilizaban los pies como armas ofensivas. En este aspecto, el cocobalé es muy parecido a la capoeira brasilera. El titulo ya nos adelanta que los relatos que conforman la colección serán una representación de las luchas de los africanos y sus descendientes contra la maquinaria esclavista en la primera época colonial de América y el Caribe. No son los típicos relatos antiesclavistas que representan el sufrimiento y vejaciones de los secuestrados, víctimas de las instituciones que representaban el poder. Más bien, los relatos dan protagonismo a los secuestrados para que relaten, en primera persona, las acciones que llevaron a cabo a favor de su libertad y la de sus descendientes. A diferencia de mi primer libro de microcuentos Colt 45 (Fractales), me apropié de un relato un poco más extenso porque las historias así lo requerían. El recuento historiográfico, la memoria mítica ancestral y los cronotopos exigen una extensión del relato, pero sigue siendo un relato breve que es parte de mi estilo y concepción literaria. En mi primer libro jugué con las corrientes creativas de lo fantástico, real maravilloso y realismo mágico en textos breves e hiperbreves. La complicidad con el lector en el llamado pacto lector-escritor-relato se da en la misma propuesta, en el desafío de contar con el mínimo de palabras y dejar referentes que el lector debe descifrar o investigar. En Cocobalé el relato adquiere una perspectiva más documental por su naturaleza y por su forma (elementos de la nueva novela histórica americana). Sin embargo, los relatos aún lucen su vestimenta de brevedad a pesar de estar sembrados en un pasado histórico lleno de detalles y personajes complejos.

– WRS – Vives en el Caribe, Puerto Rico, o se mueve en torno de esa zona caribeña que es Puerto Rico desde casi al alba. En Cocobalé: Danza guerrera, ¿cómo el cuentista nos devela su mirada al Puerto Rico que habita, el Caribe desde donde hace literatura o micro-literatura?

CMRR – Puerto Rico es parte de esa sopa orgánica llamada El Caribe, aunque algunos no lo quieren admitir o lo nieguen. Compartimos con los pueblos hermanos de la zona una misma historia, una alquimia étnica evidente, elementos antropológicos, culturales, culinarios, musicales y hasta idiomáticos con el Caribe Hispano. Por lo tanto, Puerto Rico debe procurar extender puentes con los pueblos de la zona ya que compartimos retos y visiones similares. Un aislamiento con nuestros vecinos redundaría en una especie de alienación de nuestra historia y cultura. Soy firme partidario de dar ese paso firme para buscar esas coordenadas. ¡Y qué mejor forma de aproximarse a nuestros vecinos que no sea a través del arte, la literatura y la música! Posiblemente, superando escollos políticos enajenantes como las leyes de cabotaje y los complejos de dependencia absoluta hacia la Metrópoli, Puerto Rico debería insertarse en la corriente antillana y caribeña. Hasta podría ser un colaborador más activo en la zona debido a su posición idiomática, económica y estratégica.

– WRS – Estudiasteis Literatura Puertorriqueña y del Caribe. ¿Cómo se reflejan sus experiencias de vida dentro y fuera de Puerto Rico, y su formación disciplinar en Cocobalé: (Danza de guerra)?

CMRR – Quiero destacar que, durante mi formación de maestría en la Universidad Interamericana Recinto Metro, recibí un gran estímulo para desarrollar mi arte creativo. Tuve profesores excelentes que nos enseñaron a buscar esos tesoros de sentidos en la literatura, ya sea puertorriqueña, española, hispanoamericana o caribeña. De igual forma, aprendí a disfrutar la literatura desde todos los géneros y desde diversas instancias. Más adelante, completé un doctorado en El Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Esa interacción entre Literatura e Historia que se desarrolla tanto en los salones como en los pasillos del Centro me hicieron sentir como pez en el agua. Esas convergencias de temas interesantísimos me activaron muchas inquietudes y acercamientos a investigaciones que iban más allá de las asignadas en los cursos. Cocobalé es el resultado de esos flujos, de esa apertura a dos campos del saber que siempre me han fascinado. No he viajado mucho. Debería experimentar más a menudo. Pero tanto la historia como la literatura me han dado una considerable sensibilidad, una formación profesional y personal que me reconforta en plenitud.

– WRS – Cocobalé (Danza de guerra) contiene un relato que trata de la vida de uno que otro personaje histórico desconocido o no reconocido por la historiografía oficial. ¿Cuán importante es la microhistoria en Cocobalé (Danza de guerra)?

CMRR – Ese es uno de los objetivos de esta propuesta narrativa que consiste en presentar esas intrahistorias que las instituciones oficiales no han querido reconocer. Estas historias contienen una parte de la historia negra o afrodescendiente que es necesario destacar. El crítico y poeta martiniqués Eduard Glissant comentó en un su ensayo El discurso antillano que los escritores antillanos o caribeños deben hurgar en los recuentos históricos que ni la Oficialidad ni la Historia Convencional han relatado. Es preciso buscar estas vivencias porque complementan un hueco persistente en nuestra historia, en nuestro pasado, en nuestra memoria. Por ejemplo, el relato titulado “Cangrejos” registra el papel crucial que tuvo La Compañía de Morenos Libres de Cangrejos en la Defensa de 1797 contra las tropas invasoras del general inglés Abercromby. La historia de Puerto Rico apenas le dedica unas líneas someras a este evento patriótico que marcó una identidad insular propia. Por otro lado, personajes como Juana Agripina, Marcos Xiorro, María Concepción, Dandara, Zumbi, el rey Miguel de Venezuela y otros tienen contundentes testimonios de lucha que son dignos de contar y rememorar. Se cumple un axioma indicado en uno de los epígrafes iniciales del libro. Aquí cito de un antiguo proverbio africano: “Hasta que los leones no cuenten su propia historia, las historias de cacería solo glorificarán al cazador”. Es fundamental que la versión de los leones emerja del olvido o de las trampas enajenantes de la historia para alcanzar una conexión más objetiva y justa entre pasado, presente y futuro.

– WRS – Además del cuento o del microcuento, sabemos que se aproxima a la realidad por medio de la dramaturgia. ¿En, desde qué género se siente más cómodo haciendo literatura, estudiando la literatura, relatando la realidad desde la literatura?

CMRR – Me gusta mucho contar historias. Es mi primer amor con la literatura. Me siento muy compenetrado cuando relato y he desarrollado una forma o estilo que me permite plasmar esos conflictos con efectividad. Sin embargo, también disfruto de la dramaturgia pues es una escritura viva que, cuando la pulsas, te obliga a pensar en el montaje escénico. El teatro se escribe desde la propuesta de la representación y esto me encanta porque me lleva a esos primeros años de la escuela superior cuando pude producir, escribir y representar mis primeros dramas y comedias. Incluso cuando escribes comedia, que está catalogado como un subgénero ligero dentro del arte dramático, puedes exponer grandes realidades y hasta denuncias contra todo tipo de iniquidades. No obstante, la narrativa es el género que más cultivo y disfruto. Tengo algunos intentos con la poesía, pero es un género que respeto demasiado y entiendo que aún no estoy listo para embarcarme en ese viaje o tal vez nunca lo haga.

– WRS –¿Qué escritores influencian o nutren su trabajo creativo?

CMRR – Para mí, la buena literatura gana adeptos no importa de dónde lleguen. Siempre me han cautivado los narradores. Los primeros escritores en esas lindes son: Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Felisberto Hernández, Adolfo Bioy Casares, Silvina Ocampo, Roberto Arlt, Fernando Iwasaky, Carlos Fuentes, Clarice Lispector y el amigo Pedro Antonio Valdez. Los novelistas Alejo Carpentier, Gioconda Belli, Isabel Allende, Gabriel García Márquez, José Saramago, Jorge Amado, Santiago Gamboa y Leonardo Padura tienen un puesto preferente como innovadores del relato largo. En Puerto Rico veo a José Luis González como el maestro indiscutible del cuento puertorriqueño. Otros que disfruto y releo, como si fuera la primera vez, son: Carmelo Rodríguez Torres, Emilio Díaz Valcárcel, Pedro Juan Soto, Ana Lydia Vega, Luis Rafael Sánchez, Edgardo Rodríguez Juliá, Mayra Santos Febres, Juan Antonio Ramos e Hiram Lozada Pérez. En la poesía me encanta Luis Pales Matos, Julia de Burgos (poetas adelantados a su época), Ángela María Dávila y Manuel Ramos Otero. Últimamente, estoy leyendo al poeta Pedro Adorno a quien tuve la oportunidad de conocer personalmente. Y los eternos: Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pablo Neruda, Cesar Vallejo, Mario Benedetti, Octavio Paz y Alejandra Pizarnik.

– WRS – En Cocobalé (Danza de guerra) trabajas el tema de la libertad desde el género (Agripina, por ejemplo). ¿Cómo tratas estos asuntos, cómo les cruza con el racial en Cocobalé (Danza de guerra)?

CMRR – Cuando comencé a investigar sobre los hechos históricos que sirven de marco, tuve gran curiosidad de auscultar cómo fue la respuesta de las mujeres en la lucha por la libertad. Aunque narro acerca de reconocidos líderes cimarrones cuyas acciones fueron destacadas, son las mujeres las que acentúan el tono más épico de la colección de relatos, evidentemente porque ellas fueron recipientes de una triple degradación colonial: ser negras, mujeres y rebeldes. Muchas de ellas igualaban en valor y determinación a los cimarrones masculinos y sus historias son sencillamente extraordinarias, colocando un dechado de empoderamiento tan necesario en estos días donde la mujer es blanco de tanta iniquidad, negligencia del Estado y crimen. Por lo tanto, las mujeres en Cocobalé juegan un papel destacado y protagónico como seres humanos profundamente solidarios, guerreras a favor de la libertad, maestras en distintas formas de lucha, resilientes y transmisoras de saberes.

– WRS – Cuando se trata de cimarronaje, se trata de mecanismos de resistencia, solidaridad, pero también de persecución y camuflaje. ¿Cómo fue su encuentro con esa imagen? ¿Cómo resuelves traer el conflicto racial y el político o cómo le tratas al tratar de la presencia cimarrona a manera de relato con trazos históricos?

CMRR – Los relatos que nos ocupan, además de representar las vidas de estos intrépidos seres humanos, también registran las diversas estrategias de lucha que implantaron para defender su libertad y su total humanidad. Por ejemplo, muchos de ellos ejercieron la lucha abierta como cimarrones o como soldados formales contra la plantación o el Estado. Otros utilizaron las fugas, las conspiraciones, el robo de armas y alimentos, el sabotaje contra la maquinaria azucarera y cafetalera, Hasta implantaron otras formas sutiles de lucha como el espionaje o el envenenamiento contra los amos y mayorales. Esas estrategias de lucha y resistencia en los relatos de Cocobalé fueron variadas y muchas de ellas catalogadas como sumamente exitosas. Esas acciones muestran una aguda inteligencia y determinación de los rebeldes. Claro, tomando en cuenta sus circunstancias y el contexto en el que se dieron, estas formas de cimarronaje fueron la punta de lanza para muchas victorias en las Guerras de Independencia ulteriores.

– WRS – La guerra puede ser también una manera de resistir o afrontar la muerte en Cocobalé: Danza guerrera. ¿De qué historias de vida tratas, qué otras vidas relatas? ¿Cuán importante es la memoria en Cocobalé (Danza guerrera)?

CMRR – Hay un relato que toma en cuenta ese aspecto que usted menciona. Es el relato titulado “La pantera de Jacmel”. Esta historia está anclada en la Guerra de Independencia de Haití contra Francia en 1803. Su protagonista es una mujer, una criada que servía como espía de los revolucionarios comandados por el general Dessalines. Cuando alguien delata su conspiración, ella es golpeada, torturada y sentenciada a morir a través de un castigo aterrador: la encadenaron a un islote en la rada y la rociaron con sangre de animales con el propósito de que fuera devorada viva por los tiburones que se acercaban a la costa. Esta forma de suplicio era una práctica recurrente por parte del imperio francés. La valerosa mujer ya tenía resuelta la aceptación de su destino. Su objetivo principal fue no delatar a sus compañeros de lucha y llevarse con su muerte secretos importantes que le darían un giro positivo a esa singular guerra contra el imperio. Para ella todo se define en ese instante cuando se enfrenta, cara a cara, con el depredador marino. Ese relato me conmueve mucho. Es uno de los relatos más queridos en lo personal. Nuevamente, presento a la mujer como líder en el infortunio, concretando acciones firmes a favor de la libertad personal y colectiva.

Respecto a la memoria, la memoria es un detonador de propósitos, un dispositivo de saberes sincréticos, ancestrales y hasta míticos. En la mente de los secuestrados se encontraba este enorme arsenal de conocimientos, rituales, palabras mágicas que tenían el peso de extender o sustentar la vida, recuerdos que pudieron aprehender para resistir el trauma de ser desarraigados de su tierra natal y conducidos por ese dantesco viaje trasatlántico que se convirtió en tumba flotante para muchos. Textos orales como poemas, narraciones históricas de las tribus, las invocaciones a las deidades y a los ancestros, las lecciones aprendidas en la sabana africana forman una cadena de elementos que otorgan a la memoria una autoridad para desafiar las imposiciones y lograr una apertura de resistencia contra la opresión ejercida por las diversas hegemonías políticas coloniales. En los relatos, la memoria ejerce estas diversas funciones y constituye un arma defensiva de alto impacto cognitivo y espiritual.

– WRS – Se vale de palabras y conceptos africanos en Cocobalé: Danza de guerra. También integra ritmos que nos afirman que el Caribe tiene o retiene reminiscencias o memorias que han pasado de una generación a otra. ¿Cómo abordas las leyendas o dentro de qué contexto literario le abordas? ¿Qué le quitó a la leyenda, qué le añadió en sus cuentos?

CMRR – El lenguaje es vital pues es parte de esa episteme, ese caudal de conocimientos africanos. Además de otorgar autenticidad a los relatos, el lenguaje define el ser, se reafirma la propia voluntad cimarrona al retener las voces de la Tierra Madre. En mi investigación, fue necesario apropiarse de esas voces, aunque formaran un tipo de polifonía irregular por sus orígenes tribales tan diversos. El lenguaje da la certeza de ser el anverso de los captores, de ser diferente a ellos a pesar de la transculturación inevitable, de luchar contra ellos utilizando todos los elementos que los definen como esa gran descendencia de reyes, príncipes, reinas, sacerdotes, arquitectos, guerreros, médicos y forjadores con el acero; el “Muntu” como lo definiría el escritor colombiano Manuel Zapata Olivella. En Cocobalé se acomoda el discurso de la ficción histórica para que el lector se mantenga en un constante fluir entre lo histórico y la cosmogonía con sus leyendas en estado límite. Por lo tanto, esa cosmovisión mítica matiza la historia con el fin de ampliarla y que pueda presentar otros discursos marginales que aportan aspectos culturales rescatados de la memoria oral que es un elemento fundamental en este tipo de narrativa. Algunos de los textos del Cocobalé contienen esta dualidad que podríamos nombrar como real maravillosa o real mítica, anclada en los mitos y en las voces populares, un caudal de tesoros de sentidos que reafirman el valor de nuestra herencia y de nuestro pasado victorioso.

– WRS –¿Se considera un autor puertorriqueño o no? O, más bien, un autor de literatura sea esta puertorriqueña o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente vos?

CMRR – Interesante pregunta. Me considero un escritor puertorriqueño, afrodescendiente y caribeño en ese estricto orden. Puertorriqueño porque arrastro una herencia étnica del suelo natal, una herencia netamente boricua formada por un hombre negro natural de Aguadilla y una mujer caucásica, una bella jibarita nacida en el barrio Quebradas de Camuy. Mi idiosincrasia es boricua, pienso como boricua, me identifico con mis rasgos culturales que atesoro, especialmente los que provienen de mi raíz africana. También me considero un escritor caribeño porque siento un vínculo con todos esos pueblos de mar y continentales que también comparten con nosotros elementos étnicos y culturales. Mi trabajo como escritor refleja esos vasos comunicantes. Siento una responsabilidad para con nuestra zona porque su riqueza literaria y musical apenas renace y creo que puedo aportar para dar a conocer esa bella palestra de colores llamada El Caribe.

– WRS – ¿Cómo integra vuestra identidad étnica y de género y su ideología política con o en vuestro trabajo creativo y su formación y experiencia creativa de origen puertorriqueño o no?

CMRR – La identidad étnica se reafirma en la gran mayoría de mis trabajos literarios. Incluso en mi primer libro Colt 45, que sostenía una temática más lúdica, incluí elementos de la identidad afrodescendiente en algunos microcuentos. Ya en Cocobalé, esa identidad se afinca y la resalto con lo mejor de su prisma: orgullo, resistencia, lucha, solidaridad y triunfo.

No milito en ningún partido político, pero siempre he sido defensor de las causas justas y de la verdad en todos los frentes. He participado en movimientos de pueblo cuando así la justicia y mi conciencia me lo han dictaminado. No hacerlo sería una contradicción a mis principios y a mi deber como maestro y profesor. Si mi trabajo literario puede ser un referente de cambio o un estímulo para pensar en perspectivas más equitativas en favor del pueblo y los desventajados, Carlos Manuel Rivera siempre estará presente para colaborar.

En cuanto a la identidad de género, soy hetero, pero fiel defensor de los derechos inalienables de las mujeres y de todo ser humano. Siempre solidario con las luchas de los desventajados y resistidor contra esos horrendos feminicidios que son producto de concepciones convencionales machistas y retrógradas que no deben tener espacio en este nuevo milenio. En mis trabajos creativos, especialmente en el drama, he abordado conflictos donde se denuncian varias de estas convenciones anticuadas e injustas. Pero, claro está, las escribo desde los subsuelos con el fin de que el lector o espectador analice las situaciones y medite ante el conflicto presentado.

– WRS – Ya para finalizar, ¿qué otros proyectos creativos tenéis recientes y pendientes?

CMRR – Estoy dando los toques finales a un texto narrativo que constituirá la primera novela de este, su servidor. El tratamiento que he elegido en esta primera incursión es el detectivesco con elementos ominosos, fórmula que ya exploré en mi primera colección de cuentos. También tengo un proyecto en dramaturgia, una pieza teatral sobre algunos aspectos de la vida del cantante Ismael Rivera, El Sonero Mayor. Luego espero retomar nuevamente el microcuento para un segundo libro de este tipo, en la misma línea de Colt 45. En el ínterin, continuar escribiendo, enseñando y aportando a nuestra cultura y ayudar a nuevos escritores y escritoras.

Muchas gracias por el tiempo concedido.

Entrevista realizada en julio de 2022.

Wilkins Román Samot, Doctor de la Universidad de Salamanca, donde realizó estudios avanzados en Antropología Social y Derecho Constitucional.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.