Este libro (virtual), cuyo título es «La deuda en América Latina y el Caribe», se propone considerar la gravedad del endeudamiento como elemento de dominación capitalista y las regresivas consecuencias sobre la clase trabajadora y el pueblo. Es un aporte necesario a la “batalla de ideas” que debemos enfrentar en tiempos de crisis global. Hoy presentamos el capítulo escrito por José Luis Rodríguez sobre la deuda externa en la economía cubana en la actualidad.
I
La economía cubana [1], a partir del triunfo de la Revolución en 1959, tuvo que enfrentar una estructura económica subdesarrollada, que funcionaba como un apéndice neocolonial de los Estados Unidos, creándose una situación de dependencia externa de ese país, que se reflejaba a finales de los años 50, en el nivel de concentración de un 70 % de las importaciones de bienes y un 67 % de las exportaciones, estas últimas fundamentalmente de azúcar de caña, que aportaba aproximadamente el 30% del consumo del mercado de EE. UU.
En esas condiciones el país requería para su desarrollo romper la monoproducción azucarera, lograr la diversificación de la producción industrial y de los vínculos económicos con el exterior, pero para alcanzar esos objetivos primarios del crecimiento económico había que acabar con el esquema de dominación de la economía nacional que ejercían las empresas y el gobierno norteamericano.
Ese fue el camino inicial emprendido por el Gobierno Revolucionario cubano
al tratar de iniciar, entre 1959 y 1963, una política de industrialización
basada en la sustitución de importaciones. Pero, como era de esperar, ese
proceso, unido a las transformaciones en
las relaciones de propiedad que se iniciaron con la ley de Reforma Agraria de
mayo de 1959, desembocaron en un proceso de ataques al gobierno cubano
organizados por agencias del gobierno de Washington, que se materializaron en
la invasión mercenaria de abril de 1961 y en el establecimiento de un férreo
bloqueo económico implantado oficialmente en febrero de 1962, mediante la Orden
Ejecutiva N.o 3447 del presidente Kennedy.
Ya en esas condiciones, un proceso de desarrollo a partir de una estructura económica incapaz de generar el fondo de acumulación indispensable, unido a un inaplazable nivel de atención a necesidades esenciales de la población cubana, que constituía —además— una demanda política inaplazable para la Revolución, generaron la necesidad un flujo financiero externo capaz de cubrir ambos objetivos. Pero todo eso habría que hacerlo en medio de un proceso incesante a ataques de todo tipo contra la el país y —particularmente— enfrentando un bloqueo económico que cumplió ya sesenta años, sin que se avizore ni siquiera un alivio de sus medidas más dañinas y cruentas, cuestión esta última que muchos olvidan o pretenden ignorar y que ha costado, hasta febrero del 2022, 154 217 millones de dólares en daños y perjuicios al pueblo de Cuba [2] se ponga, en primer lugar, el bloqueo económico que sigue siendo el obstáculo fundamental para el desarrollo de la nación.
II
Durante la década de los años 60 y luego de intentar una industrialización sustitutiva de importaciones, el gobierno cubano se propuso generar los recursos indispensables para la creación de las condiciones financieras necesarias con vistas a la industrialización gradual de la economía mediante el incremento de la producción y la exportación de volúmenes crecientes de azúcar, así como un proceso de desarrollo del sector agropecuario para asegurar la producción de alimentos para la población y un volumen de exportación de los mismos.
Esa estrategia no alcanzó a cumplir la meta de producción de 10 millones de toneladas de azúcar en 1970, lo que debía generar unos 400 millones de dólares anuales para el desarrollo del país, aunque se logró producir 8 538 mil TM —un récord para el sector azucarero cubano—, pero se generó un desbalance comercial de unos 2 065 millones de dólares, fundamentalmente con la URSS, lo que obligó a una primera renegociación de ese adeudo [3].
En la medida en que la economía cubana logró un equilibrio financiero
externo superior en los años 70, lo que permitió recibir créditos de países
capitalistas desarrollados, el nivel de endeudamiento se incrementó, alcanzando
2 914 millones de dólares en el verano de
1982, momento en que fue preciso iniciar un proceso de renegociación de esos
adeudos con un grupo ad-hoc del Club de París, a partir del incremento
explosivo de las tasas de interés que ocurrió en esos años en todo el mundo.
Los acuerdos alcanzados funcionaron hasta 1986, momento en el cual se produce un
nuevo endurecimiento de la banca internacional en su política con relación a
Cuba, lo que llevó al país a la suspensión de pagos, cuando la deuda alcanzaba
unos 7 500 millones de dólares.
Por otro lado, la situación registrada en 1986 se agravó en la misma medida en que se produce una rebaja en el precio de las exportaciones cubanas a la Unión Soviética, (básicamente de azúcar, níquel y cítricos) a partir de la ruptura de un acuerdo de indexación de precios entre las exportaciones cubanas y las importaciones soviéticas que estaba vigente desde 1976 y cuya suspensión se llevó a cabo sin consultar a la parte cubana [4].
A partir de la suspensión de nuevos créditos desde 1986, a la altura de 1989, la deuda cubana en moneda libremente convertible alcanzó 6 165 millones de dólares.
A esta cifra se añadió la reclamación a Cuba —en noviembre de 1989— de un adeudo de 15 490 millones de rublos por parte del gobierno de la Unión Soviética. Sobre esta demanda, durante los años 90 se produjeron varias reuniones entre Cuba y el gobierno de Rusia para la renegociación de esta deuda, partiendo del principio de obligaciones mutuas y de gradualidad en los pagos, que Cuba no podía sumir a corto plazo.
Cabe señalar que Cuba nunca se negó a cumplir sus obligaciones, pero estas gestiones para materializar esa voluntad no fructificaron y el 27 de octubre del 2001 la prensa cubana publicó un editorial titulado “El párrafo infame” en el que se hacía un recuento de este diferendo en respuesta a diversos artículos publicados en los medios rusos y en el que se explicaba los reclamos de Cuba por los incumplimientos de Rusia y los perjuicios que eso había causado a la economía cubana [5].
Sobre el tema de las relaciones económicas con la URSS —sobre el que se han escrito múltiples trabajos con un enfoque sesgado— es cierto que los soviéticos financiaron con créditos comerciales, unos 16 614 millones de pesos para cubrir los desbalances con Cuba, a lo que se añaden 6 611 millones como financiamiento para el desarrollo, todo lo cual constituyó una contribución extraordinaria para el desarrollo del país. Sin embargo, aunque no fue una cifra equivalente a esa colaboración, también la URSS de beneficiaba con las compras que realizaba a Cuba de azúcar, níquel y cítricos, por tener costos menores que la producción en la URSS de esos bienes y ser pagados en rublos transferibles y no en divisas como hubiera correspondido de tener que importarlos del mercado mundial. Todo esto se ha estimado que en los años 80 generaba costos de oportunidad entre 2 000 y 2 500 millones de dólares anuales a favor de la economía soviética.
La crisis que provocó el derrumbe del socialismo en Europa y la
desaparición de la Unión Soviética en 1991 impactó violentamente en Cuba,
cuyo PIB cayó cerca de un 35 % entre
1989 y 1993 generándose una profunda depresión durante los años 90, etapa que
se conoce
en Cuba como Período Especial, que se extendió hasta el año 2004, momento en
que se recupera el nivel del PIB de 1989, pero, al mismo tiempo, se eleva el
nivel de endeudamiento, que crece a un ritmo del 5,6 % promedio anual,
frente a un incremento del 5 % en el PIB entre 1994 y el 2009.
Como cabe suponer, los flujos financieros externos prácticamente desaparecieron en esos años y se suspendió el pago del servicio de la deuda, generándose un default generalizado.
A pesar de estas dificultades, la economía cubana logró recuperarse en 15 años —aun en medio de un bloqueo de EE. UU. intensificado— enfrentando también la necesidad de reinsertarse en una estructura económica internacional más compleja. No obstante, las condiciones financieras externas mejoraron —gracias a la posición solidaria del gobierno de Hugo Chávez— que decidió convertir en bienes transables los servicios gratuitos que Cuba brindaba a Venezuela desde 1999. Esta decisión incrementó los ingresos por exportación de servicios lo cual generaría un saldo positivo en la balanza comercial del país desde el 2004 y hasta el 2020. [6]
De igual modo, el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos en el 2014 y la posición del presidente Obama para eliminar el bloqueo a Cuba, aunque no renunciara a lograr — por otros medios— los mismos fines políticos con relación a la Revolución, fue un factor que impactó positivamente en la renegociación de la deuda externa vencida y no pagada por Cuba.
Estos procesos abarcaron, en lo fundamental, 6 mil millones de dólares con China en 2011, unos 1 400 millones con acreedores comerciales japoneses en 2012 y casi 500 millones con México en 2013.
Por otro lado, en 2014, Rusia canceló el 90 % de la deuda de Cuba que llegaba a 35 200 millones con la otrora Unión Soviética, mientras que en 2015 un acuerdo con el Club de París perdonó 8 500 millones de la deuda no pagada de 11 100 millones pendientes de liquidar por Cuba y reestructuró los pagos del resto. En resumen, se logró renegociar en condiciones favorables alrededor de 54 200 millones de dólares de los cuales se obtuvo un 82 % de condonación.
A pesar de los avances, no se logró crear los mecanismos para hacer sostenible el pago de la deuda externa, que ya en el 2016 llegaba a unos 29 891 MMUSD, [7] con un servicio anual promedio entre el 2015 y el 2018 de 2 500 millones, que no se alcanzaba cubrir con el saldo promedio de la balanza comercial de esos años, que llegaba solo al 95,1 % del servicio de la deuda. [8] No obstante, se pudo mantener en ese período 11 528 MMUSD en reservas internacionales, que serían vitales para enfrentar los últimos tres años.
Sin embargo, las complejidades de la reforma económica que Cuba emprendió en el 2011, [9] que tenía como objetivo una mayor eficiencia económica y un nivel de financiamiento externo sostenible, impactaron negativamente en las proyecciones de crecimiento del país —un 5 % promedio anual— en cinco años. De tal modo, las transformaciones previstas solo se cumplieron en un 21 %, permaneciendo en el 2016 un 77 % en proceso, lográndose un crecimiento de solo algo más de un 2 % en el quinquenio. Al mismo tiempo, no fue posible reducir el nivel de endeudamiento del país, a pesar de las favorables renegociaciones del servicio de la deuda alcanzadas en esta etapa.
Nuevamente las condiciones externas golpearon a la economía cubana a partir de la presencia del Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Este nuevo mandatario dictó a lo largo de cuatro años unas 242 medidas que endurecieron el bloqueo norteamericano contra Cuba a niveles no vistos con anterioridad, en especial al tomar la decisión de incluir —nuevamente— a Cuba en la lista de estados patrocinadores del terrorismo en enero de 2021, [10] lo cual provoca una violenta persecución financiera contra el país, muy por encima de la que existía anteriormente.
A lo anterior se sumó en el 2020 el impacto de la covid-19 en Cuba, que prácticamente paralizó el país la mayor parte del tiempo entre el 2020 y el 2021, provocando una caída del PIB de 10,9 % en 2020, luego de una disminución de 0,2 % en el 2019 y de un crecimiento mínimo (1,3 %) en 2021.
III
Del tal modo, Cuba llega a la situación actual en un escenario donde se conjuga un incremento muy notable de los efectos negativos del bloqueo de EE. UU., con la paralización del país producto del impacto de la covid y con la crisis económica internacional —cuyos efectos a partir del 2008 nunca se lograron superar del todo en el mundo— a la que se suman actualmente los depresivos efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania.
Adicionalmente, la reforma económica emprendida en el 2011 no logró sus objetivos, especialmente en lo referido al gradual equilibrio en el manejo de los flujos financieros externos. A esto se añaden medidas adoptadas en condiciones muy difíciles —como fue el proceso de reunificación monetaria y cambiaria emprendido en el 2021, conocido como Tarea Ordenamiento— que creó dificultades adicionales a las ya generadas por el difícil manejo del sector externo, a lo que se añadió —también sin efectos favorables visibles hasta el momento— una reapertura del mercado cambiario en los últimos meses, que ha reforzado las presiones inflacionarias en el país.
Un referente de ese incremento de la tasa de inflación se observa al considerar el valor de la tasa de cambio del peso por dólar para las personas naturales en la economía informal. En efecto, frente a una tasa oficial de 24 CUP por USD hasta el 2020, [11] ya al cierre de ese año la tasa en la economía informal alcanzaba unos 40 CUP por USD, pero a finales del 2021 esta tasa era de 70 por dólar, con una tasa de inflación no oficial [12] estimada en un 152 %. [13] En lo que va del 2022, la tasa de cambio llegó a alcanzar un valor de 200 CUP por USD a finales de octubre y a finales de noviembre alcanzó 175 CUP por USD.
Por su parte, las nuevas casas de cambio que se abrieron en el verano de este año, elevaron la tasa de cambio del CUP frente al USD para las relaciones con la población, a 120 por dólar, pero con una venta de divisas solo a personas naturales y a partir de las compras de divisas del día anterior, todo lo cual hace muy difícil que este mercado funcione adecuadamente, lo cual ha impulsado el movimiento de la divisa en el mercado informal.
Por otro lado, la deuda externa entró en un default generalizado a partir
del segundo semestre del 2019 y los intentos de renegociación que se han
emprendido solo han logrado una posposición de pagos, pero con el recargo de
los intereses moratorios. Así, se logró mover los pagos de China, Rusia y el
Club de París hasta el 2027, pero habrá que enfrentar montos más elevados del
servicio de la deuda. [14] En la actualidad y según estimados
del EIU, la deuda externa, al cierre del 2022, llegará a 30 028 millones de
dólares, con un servicio de 2 360 millones. En términos relativos al PIB el
servicio de la deuda representa un 25 % del valor de las exportaciones.
Adicionalmente, se estima que las reservas internacionales 6 553 millones de
dólares en 2022, equivalentes a 7,5 meses de importaciones. Al respecto cabe
se-
ñalar que estas reservas han descendido en un 42,3 % en los últimos cinco
años, lo que equivale a 4 800 millones de dólares de reducción.
Los datos más recientes muestran una situación que apunta a la búsqueda de soluciones más flexibles para la economía cubana.
En efecto, tomando en cuenta que en una gira internacional en noviembre del
presidente Miguel Diaz Canel, puede observarse que se obtuvo la cancelación de
los intereses acumulados por la deuda con Argelia y una posposición “hasta
nuevo aviso” de los pagos que
hay que realizar. En el caso de China, se registró una donación de 100 millones
de dólares y la continuación de varias inversiones en proceso que estaban
paralizadas por los impagos de los adeudos. También se lograron reactivar un
conjunto de negocios con la Federación de Rusia, al margen del default que se
ha registrado.
La compleja situación que hoy enfrenta la economía de la isla demanda la adopción de medidas extraordinarias que permitan una recuperación económica de los niveles del PIB del 2018 en dos o tres años. Para ello se requiere concentrar los esfuerzos en los siguientes puntos críticos.
1. Renegociación flexible de la deuda externa con mínimo de liquidez, pero asegurando pagos a corto plazo por diferentes vías.
2. Un programa antinflacionario que posibilite frenar gradualmente
la tasa de inflación, incluyendo un programa de mitigación para
la población más vulnerable.
3. Elevación de la oferta de alimentos por la vía de la producción nacional o las importaciones, asegurando las necesidades nutricionales básicas de la población.
4. Un programa de estabilización energética, que garantice la generación de electricidad indispensable para la vida del país y que
asegure el combustible necesario para otros usos. [15]
No se agotan los temas en este breve ensayo sobre los problemas vinculados a la deuda externa como parte del financiamiento externo de nuestro país. No obstante, puede apreciarse que Cuba resiste e implementa transformaciones indispensables para asegurar salir de la crisis actual, pero al mismo tiempo, lograr en el mediano plazo, una sociedad capaz de generar el ahorro interno indispensable para asegurar su desarrollo.
Descargar el libro
Puedes descargar el libro completo a partir del siguiente enlace:
https://biblioteca-repositorio.clacso.edu.ar/bitstream/CLACSO/248281/1/La-deuda-AL-Caribe.pdf
Notas:
[1] Este trabajo se
apoya básicamente en la información contenida en los libros del autor
Estrategia de desarrollo económico en Cuba (Editorial de Ciencias Sociales,
La Habana, 1990) y Notas sobre la economía cubana (Ruth Casa Editorial e
Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, La Habana, 2011).
También se consultaron los siguientes trabajos “Cuba. Deuda externa” (22 de
abril de 2019) www.
foresight.com; “Wealthy Nations defy Trump with Debt Lifeline to Ailing Cuba”
(16 de
octubre de 2020); www.thecubaneconomy.com “Cuba: Entre la
vida y la deuda” (21 de
noviembre de 2022) www.oncubanews.com, y “Cuba. Country Report” The Economist
Intelligence Unit (8 de octubre de 2022) www.eiu.com.
[2] Ver Discurso del ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, en la presentación del proyecto de Resolución A/77/L.5, titulado “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”, el 3 de noviembre de 2022. www.cubaminrex.cu
[3] La deuda en
moneda convertible con los países capitalistas, producto del bloqueo
económico de EE. UU., solo alcanzaba 291 millones de dólares en 1969.
[4] Ver del autor “Las relaciones económicas entre Cuba y la antigua URSS 1959-2009” en el libro Notas sobre la economía cubana ya citado. Esta decisión de la URSS provocó una pérdida de la relación de términos de intercambio de alrededor del 30 % en el quinquenio 1986-1990
[5] Ver del autor
“Las relaciones económicas entre Cuba y la antigua URSS 1959-2009”
en el libro Notas sobre la economía cubana ya citado. Esta decisión de la URSS
provocó
una pérdida de la relación de términos de intercambio de alrededor del
30 % en el
quinquenio 1986-1990.
[6] El saldo
positivo de la balanza de servicios de la economía cubana alcanza un máximo de
12 198 millones de dólares en el año 2012. Ver Oficina Nacional de Estadísticas
e Información [ONEI] (2019) “Balanza de pagos 1993-2016” La Habana, 2019
[7] A partir del año 2004 la información oficial sobre la deuda externa solo refleja la deuda activa (renegociada) y no la deuda total, por lo que este análisis se apoya en los datos del Economist Intelligence Unit en sus informes titulados “Cuba. Country Report”. Actualmente emitidos trimestralmente
[8] Un análisis del saldo de la cuenta corriente de ese período lleva a las mismas conclusiones.
[9] Ver
“Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución”,
VI
Congreso del Partido Comunista de Cuba, La Habana, 18 de abril del 2011
[10] Anteriormente, el presidente George Bush hijo, había incluido a Cuba en esa lista, pero el país fue retirado de ese documento por Barack Obama al final de su mandato.
[11] Se refiere a la tasa de cambio con que operaban las casas de cambio (CADECA S. A.) para la compra y venta de divisas con la población hasta el 2020. Esta misma tasa se adoptó para el sector empresarial —que venía operando con una tasa oficial muy sobrevaluada de un CUP por un USD— a partir del 2021, lo que produjo —sin embargo— una devaluación muy fuerte, que disparó los costos internos y que no pudo compensar sus efectos en la población, a pesar de los aumentos salariales y de pensiones que acompañaron el ajuste. Ver otros análisis publicados por el autor en el sitio www.cubaperiodistas.cu
[12] La tasa oficial de inflación al cierre del 2021 fue 77,3 %. Ver ONEI “Índice de precios al consumidor. Diciembre de 2021” La Habana, enero de 2022 www.onei.gob.cu
[13] Estimado del Economist Intelligence Unit [EIU] “Cuba Country Report 3rd Quarter 2022” www.eiu.com
[14] En el caso del Club de París los intereses moratorios son superiores al 9 % anual.
[15] Sobre este
punto, todo indica que se lograron acuerdos con Rusia y Turquía que
permitirán eliminar los cortes programados de electricidad a inicios del 2023.
José Luis Rodríguez. Doctor en Ciencias Económicas, ha sido Ministro de Economía y Planificación en Cuba de 1995 hasta 2009. Asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial Cuba.
Fuente: https://www.cadtm.org/La-deuda-externa-de-la-economia-cubana-en-la-actualidad