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Reseña de Gaza ante la historia, de Enzo Traverso (Akal, 2024)

Para orientarnos en un mar de prejuicios

Fuentes: Rebelión

El terror que supone la destrucción de un país y el asesinato sistemático de sus habitantes se ha convertido últimamente en rutina de los telediarios, y mientras la denuncia de estos crímenes se abre paso en la sociedad, fuerzas políticas y mediáticas poderosas intentan justificarlos con una maraña de mentiras y tergiversaciones que infinitamente repetidas toman visos de realidad: “Israel es la única democracia de Oriente Medio”, “Israel tiene derecho a defenderse”, “Toda la culpa es de Hamás”…

En estas circunstancias no es de extrañar que aparezcan en las mesas de novedades de las librerías volúmenes que tratan de arrojar luz y orientar la reflexión sobre lo que está ocurriendo. El filósofo e historiador Enzo Traverso (1957), que ha estudiado sobre todo el antisemitismo del siglo XX y el totalitarismo nazi, responde al reto apremiante con Gaza ante la historia, recién editado en castellano por Akal (trad. de Valentina Olalla Salvador). En el prefacio que ha puesto a la obra, Traverso confiesa que ésta surgió al constatar una “comprensión” de los crímenes de Israel por parte de amplios sectores de Occidente —no así del Sur global— que le resulta dolorosa. El libro repasa la historia para iluminar el presente y tratar de construir, más allá de las tergiversaciones a la orden del día, un proyecto ambicioso de futuro capaz de superar el problema.

¿Sabemos reconocer a las víctimas y los verdugos? Sólo la historia responde

Un aspecto inquietante es que la narración dominante en Occidente tiende a presentar al Estado de Israel como víctima y a los palestinos como agresores, haciendo un uso abusivo de los ataques del 7 de octubre. Se obvia de este modo la atroz violencia sufrida por los palestinos desde 1948. En el caso concreto de Gaza en los últimos años, las cifras de muertos a manos del Tzahal son estremecedoras (1400 sólo en 2008) y un análisis de la situación actual nos introduce de lleno en la mecánica de un genocidio. No se puede comprender que la consigna: “Acabar con Hamás” conceda licencia para asesinar a decenas de miles de civiles, siempre de forma intencionada pues el nivel tecnológico de las armas que se usan contra ellos hace que así sea. Las declaraciones que se recogen en el libro de militares israelíes abundan en esta idea.

Acudir a la historia resulta imprescindible. Traverso ve en lo que está ocurriendo una prolongación del racismo colonial denunciado por Edward Said en Orientalismo, hoy encarnado en la dicotomía entre democracia y fanatismo islámico. En este proceso las élites occidentales han abandonado su antisemitismo secular en favor de un apoyo sin fisuras al Estado de Israel, al tiempo que los judíos de Oriente Medio, que convivieron durante siglos con el islam, son ahora llamados a una cruzada contra él que desprecia sus propias tradiciones; en este sentido es precioso el testimonio del historiador de Oxford, de origen judío iraquí, Avi Shlaim en Three worlds: Memoirs of an Arab-Jew (2023). Por otra parte, rastreando las fuentes del sionismo se identifica en él una fuerte impronta del peor nacionalismo excluyente europeo.

Ficciones para justificar un genocidio

En las estrategias de desinformación usadas resulta muy valiosa una perversa confusión entre antisionismo y antisemitismo que debe ser desenmascarada. Las protestas en los campus contra el genocidio de Gaza recuerdan enormemente las que surgieron en ellos en los años 60 contra la guerra de Vietnam y al igual que por entonces los que mostraban su rechazo eran tildados de “comunistas” y totalitarios, hoy se recurre al sambenito de “antisemitas”. Esto no tiene ninguna justificación, pues en estas movilizaciones no se critica a los hebreos en cuanto tales, sino los crímenes del Estado sionista, y hay que decir además que con participación en las protestas de muchos judíos. No obstante, el poder comprende el desafío que representan estas manifestaciones y su potencial para frenar la guerra, comprobado en Vietnam, y reacciona con una violencia desproporcionada y activando la máquina de mentiras.

En Alemania es revelador que el respaldo inquebrantable a Israel por parte de su gobierno sea definido por éste como “razón de Estado”, lo que viene a decir que la violación de los principios éticos más elementales queda justificada en este caso en aras de un interés superior que no es otro que la preservación del Estado sionista. Situaciones similares se dan en otros países europeos, como Italia o Francia, donde se detiene a manifestantes por portar banderas palestinas o se prohíben conferencias sobre la historia de Oriente Medio. No hay que desdeñar el peligro de que al hilo de estos groseros excesos represivos pueda resurgir un antisemitismo real que creíamos en declive.

Otro aspecto esencial es el análisis de lo ocurrido el 7 de octubre. Para Traverso todos los asesinatos de civiles ese día deben ser condenados, pero también considerados en su contexto, lo que lo lleva a concluir que son una consecuencia extrema de décadas de ocupación y opresión por parte del Estado sionista. Lo cierto es que mientras Hamás evolucionaba políticamente y realizaba propuestas razonables tras su acceso al poder en Gaza en 2006, recibía como respuesta sólo represión y masacres, con lo que el 7 de octubre debe entenderse como un fruto de esta cerrazón. Hay que decir también que los crímenes de Hamás ese día fueron exagerados por los medios occidentales, lo que sirvió para crear un clima que justificara el genocidio. Traverso repasa la violencia terrorista de los grupos que lucharon contra la opresión colonial en diversas regiones del mundo y concluye que ha sido una constante, aunque se tienda cada vez más a criticar y condenar los asesinatos de civiles en este contexto. En el caso de Palestina, lo más vergonzoso es el doble rasero de Occidente ante los crímenes de un bando y otro, y es evidente que la ocultación y tergiversación de la historia es el instrumento que el poder utiliza para convertir a los verdugos en víctimas. A nuestro alrededor vemos de continuo lo bien que funciona esta fábrica de mentiras.

Respecto a las opciones para el futuro, el autor del libro se declara partidario de pasar página a la solución de dos Estados que Israel hace imposible, y concentrarse en el proyecto de un único Estado laico, desde el río hasta el mar. El actual ente sionista, que abre sus brazos a todos los judíos del mundo al tiempo que niega el retorno a su tierra a los palestinos expulsados de sus hogares desde 1948, es un engendro que no merece existir desde una perspectiva mínimamente respetuosa con los derechos humanos.

El reto es formidable sin duda y libros como Gaza ante la historia, de Enzo Traverso, con su caudal de datos y argumentos, resultan imprescindibles para tomar conciencia del compromiso que a todos nos incumbe de luchar, por cualquier vía pacífica, contra un Estado genocida que avergüenza la condición humana.

Blog del autor: http://www.jesusaller.com/. En él puede descargarse ya su último poemario: Los libros muertos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.