En este artículo el autor hace una reflexión rápida sobre el descubrimiento de la trama golpista dirigida por el propio Bolsonaro.
En una prueba de que el país posee un servicio de inteligencia capaz de cumplir sus obligaciones legítimas cuando se tiene voluntad política para hacer cumplir esa misión, una investigación oficial en torno a una conspiración contra el Estado Democrático de Derecho comienza a mostrar los primeros resultados. Las noticias son estremecedoras.
Conforme al informe de la Policía Federal, elaborado en base a reuniones, cambios de mensajes y conversaciones telefónicas monitoreadas con autorización judicial, propio de un servicio discreto y silencioso, las autoridades acaban de poner manos a la obra en una temeraria operación en el primero escalafón de las Fuerzas Armadas, empeñada en conspirar contra el régimen democrático y el gobierno Lula. Una indecencia y un escándalo.
Integrada por un grupo de oficiales -diez generales, 16 coroneles y un almirante han sido identificados hasta esta mañana (21 de noviembre de 2024)-, esa trama se alimentó de una dañina influencia golpista de las Fuerzas Armadas del país, que ya produjo varios momentos trágicos en la historia de la República.
Monitoreando conversaciones a través del celular de oficiales envueltos en la conspiración, la investigación dio con un diálogo del general Mário Fernandes, quien durante el gobierno Bolsonaro ocupó un cargo relevante en el Palacio del Planalto.
En plena conspiración para mantener a Bolsonaro en el Palacio, a pesar de la victoria de Lula, confirmada por las urnas y por el TSE, el general Fernandes dejó registrado su inconformismo con la decisión del Alto Mando del Ejército, que cumplió su deber constitucional, respetando la voluntad expresada en las urnas: «Cuatro líneas de la Constitución son un carajo», dijo él al celular, conforme el relato del Estadão de São Paulo.
En noviembre de 2024, pasados casi dos años de su tercera victoria en una campaña presidencial -único político brasileño que puede presumir de ello- Luiz Inácio Lula de Silva se mostró a la altura de una de las más graves crisis de sus mandatos presidenciales por una razón clara y insustituible.
Enfrentando una operación golpista que no todos pudieron (o quisieron) ver en su momento, Lula mostró quién es, una vez más, por una razón muy simple. Contra adversarios que intentaban poner la mesa patas arriba, como tantas veces se vio en la historia de la República, cumplió su deber.
Cumplió e hizo cumplir la Constitución de su país -primera obligación como presidente-.
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Fuente: https://www.brasil247.com/blog/golpistas-foram-apanhados-e-devem-ser-punidos
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