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2025: el caos global y el ascenso de las elites

Fuentes: El tábano economista

Colaboración para la era “poco” inteligente

El año 2025 comienza con más preguntas que respuestas. Será, como mínimo, un año de treguas, pero no de paz. En Ucrania, la diplomacia ganará terreno, aunque los movimientos de las potencias pondrán a prueba un sistema internacional incapaz de resolver las causas estructurales de los conflictos. En Gaza, el alto al fuego estará marcado por el previsible incumplimiento israelí.

En un panorama global dominado por el caos geopolítico, el crecimiento desigual entre las economías sigue siendo una tendencia alarmante. En los últimos 20 años (2004-2024) los países del G7 crecieron a un promedio de apenas 1,58%, mientras que China lo hizo al 8,15% y la India al 6,9%. Estados Unidos, el líder del G7, creció casi cuatro veces más lento que China, una diferencia que evidencia el ascenso imparable de Asia como eje del poder económico global.

Sin embargo, esta transición no será fácil. Un mundo en caos ralentiza el crecimiento económico global, generando incertidumbre e inseguridad que afectan tanto el comercio como el desarrollo. Para las potencias occidentales, esta ralentización es una estrategia para frenar el avance de China e India, aunque el futuro parece inclinarse inevitablemente hacia Asia.

El año 2024 marcó un cambio político global. Más de 1.600 millones de personas acudieron a las urnas, movidas por el enojo, el malestar o el miedo. En la mayoría de los casos, votaron para castigar a los partidos en el poder. Gobiernos como el de los demócratas en Estados Unidos, los conservadores británicos, los macronistas en Francia o la izquierda en Portugal sufrieron derrotas significativas. Incluso los que resistieron, como Japón, India o Sudáfrica, salieron debilitados.

Esta ola de cambios políticos refleja una creciente desconfianza en las instituciones tradicionales, alimentada por la frustración ciudadana y las divisiones sociales. Según el filósofo Peter Sloterdijk, la ira colectiva ha sido un motor histórico para la transformación social. En el pasado, instituciones como la iglesia o los movimientos obreros canalizaron este enojo hacia objetivos claros, como la lucha contra la explotación o las desigualdades.

Sin embargo, en la era de las redes sociales, la ira ha perdido su dirección. Estas plataformas democratizan la indignación, pero la fragmentan en emociones reactivas y polarizadas sin un propósito transformador claro. Mark Zuckerberg, director general de Meta (Facebook, Instagram, WhatsApp y otros), anunció para el 2025 el fin de la verificación programada de datos y contenidos en las redes sociales de la empresa, una señal de alineamiento con la presidencia de Donald Trump y su aliado ideológico y comercial Elon Musk.

La decisión de Zuckerberg afecta a las populares redes sociales bajo su control y a un universo de unos 3.000 millones de usuarios en todo el mundo, eliminando los filtros automáticos contra la desinformación y fake news, y allana el camino para la actividad deliberada de granjas de trolls y constructores de la “opinión pública” en miras a sostener una agenda política reaccionaria. Bienvenidos a la plaza pública domina por las elites.

Las viejas fracturas sociales y culturales se han intensificado: desde las guerras culturales a la lucha por el control de la información y de las burbujas algorítmicamente construidas en las redes sociales. La irrupción del magnate Elon Musk en la presidencia del nuevo Gobierno de Donald Trump personifica este cambio en el ejercicio del poder. El hombre más rico del mundo, con el megáfono más potente de la sociedad digitalizada, entra en la Casa Blanca para ejercer de mano derecha del presidente. Musk es un poder global, detentor de una agenda política y unos intereses privados, que muchos gobiernos democráticos no saben cómo gestionar. 

Mientras tanto, Europa enfrenta su propia crisis. Parlamentos fragmentados y una «locomotora franco-alemana» debilitada reflejan la fragilidad de la integración europea. La dependencia de Europa hacia Estados Unidos y su incapacidad para liderar de manera autónoma acentúan esta debilidad.

El año arranca con un individualismo reforzado. Estamos ante un mundo menos institucional. Si el miedo o la rabia se han convertido en el estímulo movilizador que determina el voto, esta creciente sensación de desesperanza es preocupantemente alta entre los jóvenes. Como dice el Barcelona Centre for International Affairs, “… en las elecciones europeas de 2024, se produjo un descenso de la participación electoral entre los menores de 25 años. Solo el 36% de los votantes de este grupo de edad acudió a las urnas. Entre los jóvenes que no votaron, un 28% adujo, como razón principal, la falta de interés en la política; un 14% mencionó la desconfianza en la política, y el 10% sintió que su voto no cambiaría nada.

La mitad de los votos que sumaron los nazis en su segunda elección, 8,5 millones sobre 16,5 millones “correspondió a nuevos votantes, a jóvenes”. Siegmund Ginzbergautor de Síndrome 1933, excelentemente explicado por Jorge Fontevecchia en su artículo “1998-2025 (¿1933?)”, recurre a una ironía de Bertolt Brecht: “si los resultados electorales los decepcionan, les sugiero que disuelvan el pueblo y elijan otro”.

“Despiadados con los seres humanos, compasivos con los animales. Entre las primerísimas medidas aprobadas por el gobierno de Hitler, figuraba una ‘ley contra la crueldad contra los animales’, promulgada en abril de 1933. En esta Argentina de hoy para nada comparable con aquella Alemania, a pocos meses de haber asumido un nuevo gobierno, a instancias de aliados al oficialismo, se propuso la Ley Conan, que aumentaba las penas por maltrato animal de 15 días a un año de prisión vigentes, a de tres meses a tres años de prisión, y además establecer el Día del Animal como jornada de reflexión en las escuelas.

También rima el presente actual de la Argentina con “el lento suicidio del Parlamento alemán: en 1930 el Congreso había aprobado 98 leyes y el Gobierno cinco por decreto. En 1931 el Congreso había aprobado 32 leyes y el Ejecutivo 44 decretos. Y en 1932 el Congreso había aprobado cinco leyes mientras que el Gobierno había promulgado 66 decretos” En los primeros 12 meses de Javier Milei en Casa Rosada, el Parlamento aprobó 44 leyes, la cifra más baja para un primer año de gestión de las últimas cuatro presidencia y 46 decretos en 330 días de gobierno.

La previsión del FMI de crecimiento global para 2025 es del 3,2%, una tasa muy similar a la estimada para 2024, pero inferior a la dinámica prepandémica. Sin embargo, esta cifra enmascara diferencias significativas por regiones, donde la fortaleza de Estados Unidos y algunas economías asiáticas emergentes contrastaría con la debilidad de Europa. En este contexto, es de esperar un incremento de la inseguridad económica y una aceleración de la fragmentación de la economía global, donde ya es observable el mayor acercamiento entre países afines. El ataque a los BRICS será frontal.

En 2025, China sigue consolidando su liderazgo tecnológico, destacándose en sectores clave como los drones, baterías de litio y paneles solares. Sin embargo, su avance en semiconductores se ha visto ralentizado por los bloqueos y restricciones impuestos por Occidente.

El panorama global está marcado por la fragmentación económica. Las alianzas regionales, como los BRICS, enfrentan un ataque frontal por parte de las potencias occidentales, mientras que las economías emergentes buscan alternativas para reducir su dependencia de Estados Unidos y Europa.

El año 2025 no se presenta prometedor. En medio de la incertidumbre económica, el caos político y la manipulación masiva de la información, el mundo avanza hacia un futuro cada vez más individualista y menos institucional. La desesperanza entre los jóvenes y la falta de interés en la política son síntomas preocupantes de una sociedad que parece haber perdido su rumbo.

Fuente: https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2025/01/23/2025-el-caos-global-y-el-ascenso-de-las-elites/