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El pueblo brasileño es víctima y no responsable de las desgracias que sufre

Fuentes: Rebelión [Imagen: El presidente Lula da Silva junto a los presidentes del Senado, Davi Alcolumbre, y de la Cámara de los Diputados, Hugo Motta, el 2 de febrero de 2025. Créditos: Fabio Rodrigues-Pozzebom/Agência Brasil]

En este artículo el autor reflexiona sobre el motivo por el cual buena parte de las masas populares brasileñas -y de otros países del mundo-, vota y apoya a representantes políticos de las clases dominantes.


Estamos transitando una desesperante etapa de nuestra existencia como sociedad. Al mismo tiempo que notamos que el pueblo trabajador está siendo expoliado con más violencia e intensidad a cada día, nos damos cuenta de que una buena parte de este mismo pueblo sostiene políticamente a los verdaderos causadores de su expoliación.

Al enterarnos de la nueva composición de los mandos tanto del Senado como de la Cámara de Diputados de Brasil, nos quedamos asombrados al encontrarnos ante la macabra conformación que reunió a los más malignos para ocupar cargos donde sería necesario tener a los mejores. Es espantoso ver que, al mismo tiempo que votó por Lula para la presidencia de la nación, el pueblo brasileño haya elegido el parlamento más reaccionario de toda nuestra historia postdictadura militar. ¿Cómo entender que los mismos que le entregaron el gobierno de la nación a alguien abiertamente alineado con las expectativas populares, también hayan elegido para ocupar los cuerpos legislativos a una mayoría de enemigos viscerales de todo lo que concierne a los intereses de los trabajadores?

Uno de los primeros impulsos que nos vemos incitados a expresar es una enorme bronca e indignación por la falta de conciencia y comprensión de quienes, aun siendo parte del grupo de las principales víctimas de las clases dominantes, siguen sirviendo de masa de maniobra para los monstruosos intereses reflejados en el nazismo-bolsonarismo-neopentecostalismo, el neoliberalismo y el gran capital financiero y agroexportador en general.

Pero, es importante reconocerlo, esta primera motivación se debe mucho más a una deficiencia de quienes nos consideramos agentes de las fuerzas políticas de izquierda comprometidas con transformaciones estructurales que a la culpa de nuestro humilde pueblo. Y esta opinión no deriva de ninguna falsa modestia, sino de una valoración realista del papel que nos corresponde en el proceso de luchas de las mayorías trabajadoras.

Sin embargo, nuestro pueblo más carenciado es doblemente victimizado por este monstruoso esquema que, además de chupar la sangre de sus presas, logra manipular sus debilidades para inducirlas a actuar a favor de sus propios verdugos.

Una izquierda bien ilustrada e intelectualmente bien formada nunca debería dejar de comprender el estado de vulnerabilidad de nuestras masas populares. Es inaceptable que no entendamos que su falta de capacidad crítica se debe a las circunstancias del inmenso aislamiento social en el que sobreviven los pueblos de nuestras periferias.

No podemos pretender ser la vanguardia política de la clase obrera sin haber asimilado la convicción de que la vida en sociedad es el único medio en el que los grupos humanos pueden tomar conciencia de su verdadera dimensión en la interacción con el resto de sus semejantes.

¿Cómo podemos esperar que aquellos que han sido completamente abandonados durante mucho tiempo sean capaces de desarrollar su capacidad crítica hasta el punto de distinguir claramente quienes son los que expresan fielmente sus intereses de clase?

Por lo tanto, en lugar de dirigir nuestro estupor hacia los pobres que se dejan llevar por los llamamientos del nazismo-bolsonarismo-neopentecostalismo, deberíamos preguntarnos: ¿Por qué dejamos a toda esta importante gente de extracción humilde y necesitada totalmente a merced de los enemigos más acérrimos de las causas populares? ¿Por qué no estamos del lado de estas personas, compartiendo su vida cotidiana, tratando de hacerles reflexionar a partir de sus propias dificultades? Si las fuerzas de la extrema derecha nazi-bolsonarista-neopentecostales están dispuestas a ejercer su diabólico trabajo de deformar a nuestro pueblo, ¿por qué no nos dedicamos a educarlo a favor de sus verdaderos objetivos y necesidades?

Lo que quiero decir con lo que acabo de expresar es que el principal factor que hace posible que haya un número significativo de personas humildes y trabajadoras que brindan apoyo a los representantes más nefastos de la maldad capitalista es nuestra ausencia, nuestra no presencia junto a aquellos que más necesitan y dependen de nuestra ayuda para salir del mundo de tinieblas en el que fueron arrojados. No podemos ni debemos culpar a las víctimas por el crimen que se está cometiendo contra ellas.

Sin embargo, no debemos cultivar la ilusión de que basta con volver a estar presentes junto a nuestro pueblo en sus lugares de trabajo y residencia para que, rápidamente, todo empiece a funcionar como nos gustaría que funcionara. Ciertamente, ¡no podemos esperar que todo se resuelva por arte de magia! Este va a ser un trabajo costoso y a largo plazo.

Como sabemos, es mucho más fácil destruir que construir. Como resultado, las tareas constructivas invariablemente exigen mucho más tiempo y requieren mucha más dedicación y tenacidad. Por otro lado, las de la reconstrucción, por regla general, suelen ser aún más arduas, ya que también tienen que superar los anticuerpos que surgieron y se desarrollaron en anteriores intentos fallidos de edificación.

Por lo tanto, nos enfrentamos a un trabajo inmenso que requerirá de toda nuestra dedicación y deberá absorber toda nuestra atención y energía. Sólo estando imbuidos de la conciencia de la grandeza de nuestra causa y de nuestra dedicación podremos superar los obstáculos que encontraremos por delante. Es algo que nos va a exigir, sobre todo, tener la convicción de que la lucha a favor del pueblo trabajador es lo más valioso que puede existir en la vida de un revolucionario.

Y hablando de una verdadera revolución popular, ésta sólo será real si es llevada a cabo activa y conscientemente por las propias masas trabajadoras. Bajo ninguna hipótesis, nuestra intención nunca debe apuntar a eliminar el protagonismo activo del pueblo en la construcción de un nuevo mundo más justo y solidario.

Publicado originalmente en portugués en: https://www.brasil247.com/blog/o-povo-e-vitima-e-nao-responsavel-pelas-desgracas-que-sofre y traducido para Rebelión por el propio autor.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.