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Elon Musk y Buda: la falsa analogía

Fuentes: Nueva tribuna

Al retirarse a sus empresas, Musk insinúa que su «obra» perdurará como la de Buda. Pero el egoísmo no siembra semillas: las quema.

El paso de Elon Musk por la Casa Blanca ha sido un ejercicio de contradicciones. Llegó como el genio empresarial que prometía revolucionar el gobierno con su «motosierra» de eficiencia, pero su legado se reduce a recortes brutales, despidos masivos y un aparato estatal debilitado.

Su colaboración con Trump, más cercana a un capricho político que a un proyecto serio, ha dejado en evidencia que el poder no se domina con tuits ni con audaces declaraciones mediáticas. Cuando la realidad le demostró que gobernar es más complejo que lanzar cohetes, Musk optó por la retirada.

Pero antes de irse, nos regaló una frase reveladora: «El DOGE seguirá sin mí. ¿No creció el budismo tras morir Buda?».

La falsa analogía

La comparación que establece Elon Musk entre su legado político y la pervivencia del budismo tras la muerte de Buda constituye una falacia, un razonamiento erróneo denominado falsa analogía.

Una auténtica analogía requiere semejanzas profundas, no meras coincidencias superficiales. El budismo perduró tras la muerte de su fundador porque había creado un sistema filosófico completo basado en principios universales como la compasión, el desapego y la búsqueda de la iluminación. Estas enseñanzas trascendieron precisamente porque han ofrecido respuestas perennes al sufrimiento humano, con independencia de contextos históricos o condicionantes personales.

Lo que Musk considera su legado carece de la fuerza eterna de la trascendencia

Lo que Musk considera su legado carece de la fuerza eterna de la trascendencia. Su paso por la administración pública no dejó un cuerpo doctrinal ni unos principios rectores, sino una serie de medidas coyunturales vinculadas estrechamente a su persona y a intereses particulares. Mientras el budismo propone trascender el ego, el proyecto muskiano se construyó sobre la exaltación de su figura. Donde aquel enseñaba desapego, este practicó la acumulación.

La falsedad de la comparación se revela aún más al contrastar sus motivaciones esenciales. El crecimiento del budismo respondió a la solidez de su mensaje espiritual. El eventual olvido del experimento político de Musk será consecuencia natural de su inconsistencia ética y su dependencia de circunstancias temporales.

Esta reflexión nos lleva a distinguir entre las analogías válidas, que iluminan relaciones profundas, y las falsas analogías, que solo crean ilusiones de semejanza. El mensaje de Musk hace parte de esta última categoría, porque utiliza el prestigio de una tradición milenaria para enmascarar la precariedad de un proyecto personalista. Olvida Elon que el verdadero legado no se mide por la persistencia burocrática de instituciones, sino por su capacidad para elevar la condición humana. Buda lo entendió perfectamente; Musk, al parecer, no.

Buda y Musk: dos caminos irreconciliables

Mientras Buda enseñaba el desapego como camino hacia la liberación, señalando que el sufrimiento humano nace precisamente del apego a lo material, Musk ha convertido el exceso en su marca personal: más riqueza, más poder, más influencia, como si la acumulación fuera en sí misma una virtud.

El mensaje del príncipe Siddhartha, que abandonó palacios y privilegios para encontrar la verdadera felicidad, tiene particular fuerza en nuestra era de hiperconsumo, donde el valor de las personas se mide por lo que poseen y donde la publicidad nos convence constantemente de que necesitamos más para ser felices. Buda comprendió hace dos milenios lo que la psicología moderna confirma: que la codicia es un pozo sin fondo, y que la paz interior no se encuentra en la acumulación, sino en la libertad ante los deseos compulsivos.

En contraste, Musk erige monumentos a su propia ambición que incluyen coches eléctricos que prometen salvar el planeta mientras alimentan el mito del crecimiento infinito, hasta cohetes que sueñan con colonizar Marte mientras ignoran los problemas terrenales. Su filosofía, aunque disfrazada de progreso, en el fondo celebra la misma ilusión que Buda cuestionó: que poseer más equivale a ser más. Donde el maestro espiritual veía la trampa del ego en la acumulación material, el magnate tecnológico ve una tabla de clasificación que debe liderar a cualquier costo.

El proyecto muskiano reproduce y amplifica los mismos valores vacíos que nos han llevado a la crisis ecológica y existencial actual.

La paradoja se asoma como un problema de fondo actual, pues mientras las enseñanzas budistas ofrecen herramientas para navegar el malestar de nuestra época consumista, el proyecto muskiano reproduce y amplifica los mismos valores vacíos que nos han llevado a la crisis ecológica y existencial actual.

Esta divergencia fundamental explica por qué el legado de Buda sigue iluminando a millones, mientras el de Musk, por impresionantes que sean sus logros tecnológicos, deja un regusto a oportunismo y fatuidad. Uno enseñó a soltar; el otro, a acumular. Uno mostró el camino hacia la libertad interior; el otro, hacia la próxima adquisición. En un mundo ahogado en objetos, pero sediento de sentido, la diferencia es relevante, y urgente en nuestras vidas

Así, el crecimiento del budismo tras la muerte de su fundador se explica por la solidez de sus principios éticos; el eventual olvido del paso de Musk por la política será el resultado natural de su inconsistencia moral.

El egoísmo no es un legado

Al retirarse a sus empresas, Musk insinúa que su «obra» perdurará como la de Buda. Pero el egoísmo no siembra semillas: las quema. Quien quiso ser visto como visionario no comprende que las verdaderas revoluciones no se miden en ganancias ni en titulares, sino en su capacidad de elevar la condición humana. Buda sigue vivo en cada acto de generosidad; Musk, en cambio, se condena a ser recordado como el hombre que pudo conquistar el espacio, pero no su propia irrelevancia moral.

Su falsa analogía es el síntoma definitivo de una mente brillante que, en su obsesión por la acumulación de poder y dinero, perdió de vista lo único que realmente trasciende: el desapego, la compasión y el amor.

James Fernández Cardozo/ PhD Análisis del Discurso

Fuente: https://www.nuevatribuna.es/articulo/global/elon-musk-buda-falsa-analogia/20250505171337238033.html