Recomiendo:
1

Aranceles, fentanilo y geopolítica

Fuentes: CTXT [Imagen: reunión en agosto de 2022 entre la entonces presidenta de la Cámara de Representantes de EEUU, Nancy Pelosi y Tsai Ing-wen, presidenta de Taiwán. / Oficina Presidencial de Taiwán]

El frente farmacológico en la guerra comercial

En su rueda de prensa del pasado 5 de marzo, Lin Jian, portavoz del ministerio chino de Asuntos Exteriores, afirmaba: “La presión, la conversión y las amenazas no son la forma correcta de tratar con China. La parte china ya ha expresado en múltiples ocasiones su oposición a que la parte estadounidense utilice de forma persistente la cuestión del fentanilo como excusa para aumentar aún más los aranceles a las importaciones chinas”. Tal era la respuesta ante la crisis comercial desatada por la subida arancelaria global de Trump.

En su intervención, el Gobierno chino volvía a poner en primer plano la cuestión del fentanilo. O lo que es lo mismo: la cuestión del régimen farmacológico que afecta a la política farmacológica norteamericana y la atraviesa en visiones irreconciliables.  Divide et impera. Como es evidente, las declaraciones chinas iban muy medidas y destinadas a devolver el golpe en una línea de tensión que viene apareciendo de forma recurrente en las relaciones entre ambas superpotencias.

Hacia agosto de 2022, China había decidido suspender la colaboración con Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico

Un claro antecedente de esto se había hecho patente en la reacción china a la polémica visita a Taiwán de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, en agosto de 2022. Por aquel entonces, China había decidido suspender la colaboración con Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico; lo que implicaba al fentanilo de forma muy directa. Hasta aquel momento, el Gobierno chino había cooperado con EEUU para limitar el tráfico de los precursores químicos imprescindibles en la síntesis del fentanilo; pues, aunque este entra ilegalmente desde México, introducido sobre todo por el cártel de Sinaloa, su elaboración no sería posible sin los precursores de origen chino.

Las implicaciones de la advertencia de Lin Jian, por tanto, iban mucho más allá de la coyuntura actual y buscaban afectar a los dos paradigmas que tensionan el bloque presidencial con orientaciones tan divergentes como podrían ser el viejo punitivismo neoliberal y el emergente “trumpismo ácido” encabezado por el ministerio de Robert F. Kennedy y los oligarcas de Silicon Valley. Si el primero insiste en la vigencia del modelo de la Guerra contra las Drogas, el segundo ha crecido en sus devastadores efectos y apunta más allá hacia un cambio de paradigma basado en un marco desregulador que podría comprometer los intereses farmacéuticos forjados al amparo de décadas de punitivismo. Entre unos y otros debe manejarse la administración Trump.

Las implicaciones de la advertencia de Lin Jian iban mucho más allá de la coyuntura actual

Por otra parte, la gravedad de este asunto tampoco puede ser desligada de otro hecho inesperado: el asesinato de Brian Thompson, director de United Healthcare, la mayor aseguradora de EEUU, a manos de Luigi Mangione. No por casualidad, la acción letal del joven tuvo una acogida muy favorable en amplios sectores de la sociedad; harta de los abusos que Mangione denunciaba con la triple D de las tres balas que disparó sobre el CEO y que sintetizaban las prácticas abusivas de las aseguradoras: “Delay” (retrasar la atención), “Deny” (negar la reclamación) y “Defend” (defender lo decidido ante los tribunales).

Todos estos hechos, y muchos otros, se anudan ahora en una crisis extraordinaria que deja en evidencia hasta qué punto Trump ha regresado como elefante en cacharrería. La importancia que reviste cuanto sucede, de hecho, se encuentra estrechamente ligada a cómo se ha articulado durante décadas el régimen farmacológico, dentro y fuera de las fronteras de EEUU. Toda la arrogancia que Trump puede exhibir en el terreno militar presionando a la comunidad internacional contrasta con la fragilidad de su respuesta a la implosión del neoliberalismo cuando se ve obligado a atender la crisis doméstica de un sistema sanitario del todo ineficiente.

El fentanilo pasa al primer plano

La crisis del fentanilo que asola EEUU desde principios de la pasada década es la más devastadora de cuantas hayan tenido origen en el consumo de drogas. Atrás quedan las dos olas que precedieron al fentanilo, pero que advertían ya de un peligro intrínseco al régimen farmacológico norteamericano. Esta siniestra genealogía no es casual, sino política, y tiene origen en el devastador modelo de sanidad privada que ningún presidente se ha atrevido a enmendar por miedo a los intereses de aseguradoras, farmacéuticas y demás beneficiarios del sistema.

Entre 2010 y 2015, las muertes por sobredosis de heroína se triplicaron

La primera de las olas que anunciaban la crisis del fentanilo fue debida al abuso de opioides recetados y tuvo lugar entre finales de los noventa y 2010. En aquel contexto, farmacéuticas como Purdue Pharma promovieron agresivamente analgésicos como OxyContin. Sustancias como la oxicodona, la hidrocodona, la morfina y otros opioides recetados incrementaron la dependencia de muchos pacientes. El número de muertes se disparó. Una segunda ola tuvo entonces lugar protagonizada por la heroína. Al endurecerse la regulación de los opioides recetados, los usuarios se vieron abocados al consumo de heroína con el consiguiente aumento de sobredosis inherente al mercado negro. El resultado fue devastador: entre 2010 y 2015, las muertes por sobredosis de heroína se triplicaron.

A pesar de estas olas previas que ya advertían del peligro, la crisis del fentanilo acabó por estallar. Un régimen farmacológico basado en la comercialización engañosa y el exceso de prescripción de opioides legales abrió la puerta a que miles de personas que nunca habían tenido contacto con drogas ilegales se volvieran dependientes y no tuvieran otra alternativa que acudir a la distribución ilícita. Como no podía ser de otro modo, el mercado respondió a su manera: a partir de 2020, año de la covid, la incautación de pastillas con fentanilo se disparó: de 4.149.037 pasó a 115.562.603. Como era previsible, el problema de salud “pública” solo fue a peor.

El fentanilo ha disparado la cifra total de muertes por sobredosis de opiáceos sintéticos; de 52.404 casos en 2015 a 111.029 en 2022

Llegamos así al escenario actual. Por situarnos rápido, estamos hablando ya de la principal causa de muerte no natural entre los 18 y 45 años. Hasta 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más que la morfina, el fentanilo ha disparado la cifra total de muertes por sobredosis de opiáceos sintéticos; de los 52.404 casos registrados en 2015 a los 111.029 de 2022. Y aunque la crisis parecía imparable, en 2023 se ralentizó la tendencia por primera vez bajando hasta las 108.318 muertes por sobredosis.

Entre las razones por las que se ha producido este descenso en el ritmo se encuentran algunas que resultan de la gestión doméstica del problema. Por ejemplo, la mayor disponibilidad de la naxolona, un antídoto contra las sobredosis de fentanilo o, por más terrible que sea, la menor población de dependientes debida a la mortalidad previa. Con todo, el problema estructural persiste y viene a entrecruzarse con la crisis arancelaria y el devenir político global.

Geopolítica de un problema: la presión indirecta de China y México

Hasta 2018 el fentanilo se enviaba como un fármaco acabado y legal a Estados Unidos, Canadá y México

La advertencia china sobre el fentanilo era la respuesta a un asunto que antes había sido lanzado por Trump en su campaña presidencial de 2017. Por entonces había advertido: “Si vendéis fentanilo a EEUU a través de México, impondremos un arancel del 25%. Será así hasta que paréis”. Hasta 2018 el fentanilo se enviaba como un fármaco acabado y legal a Estados Unidos, Canadá y México. A finales de aquel mismo año, tras la reunión entre Trump y Xi Jinping, China modificó el estatus legal del fentanilo y otras sustancias similares prohibiendo las exportaciones.

Las empresas chinas, sin embargo, no renunciaron a exportar los precursores, lo que reforzó las redes del narcotráfico. Entre 2020 y 2024, ante el aumento disparado de las incautaciones, EEUU y China volvieron a negociar, pasando a prohibir la exportación de una treintena de precursores. Como parte de esta estrategia de cooperación, China forzó el cierre de 332 cuentas empresariales que habían estado exportando desde suelo chino, así como 1.016 tiendas que vendían sus productos online. Pero el impacto de estas medidas, por más que estén prohibidas a nivel formal, ha sido y es limitado. La venta de precursores online desde China prosigue hoy a gran escala.

La visita de Pelosi en 2022 fue respondida con un año de interrupción en la cooperación

La visita de Pelosi en 2022 fue respondida con un año de interrupción en la cooperación, lo que se complicó por la cuestión de la minoría musulmana uigur en la provincia china de Xinjiang. A fin de ejercer presión sobre China en materia de Derechos Humanos, los EEUU adoptaron una serie de sanciones en materia de exportación tecnológica. China volvió a responder con la “diplomacia del fentanilo” y EEUU tuvo que dar marcha atrás. La cooperación entre ambos países se relanzó, si bien China continuó operando de manera encubierta y violando los Derechos Humanos.

En este orden de cosas también es fundamental tener presente el papel de México, toda vez que el fentanilo nunca llegaría a EEUU sin que los cárteles mexicanos –muy en especial el de Sinaloa, pero también el de Jalisco Nueva Generación (CJNG)– sinteticen e introduzcan ilegalmente el fentanilo a partir de los precursores chinos. Para los cárteles las ventajas del fentanilo frente a otras sustancias son evidentes: más barato de producir, más fácil de esconder y con un margen de beneficio mucho mayor.

Qué régimen farmacológico para qué futuro

El retorno de Trump a la Casa Blanca ha provocado un terremoto político a la altura de la manera en que se fue. La guerra comercial desencadenada por su política arancelaria ha inaugurado un tiempo del que todavía está por ver cuáles son sus resultados. Si por un lado parece evidente que el neoliberalismo inaugurado por la era Reagan ha tocado fondo, por el otro parece repetirse una lógica global. La insurrección de las oligarquías avanza a cuenta de una degradación sin precedentes de la democracia y los Derechos Humanos.

La cuestión de fondo es cómo se va a articular una respuesta tras el fracaso de las antiguas variantes progresistas del neoliberalismo

Ante este escenario, la política estadounidense se encuentra fracturada y desarmada. Por más que las movilizaciones en las calles que lidera el tándem formado por Sanders y Ocasio-Cortez ofrece al empoderamiento ciudadano, la cuestión de fondo es cómo se va a articular una respuesta tras el fracaso de las antiguas variantes progresistas del neoliberalismo (Clinton, Biden, Harris). Ya sea la socialdemocracia alemana, el Gobierno español previo al 23J o los demócratas en EEUU, lo cierto es que estos interregnos entre las declinaciones conservadoras no han sabido actualizar alternativas más o menos reformistas desde dentro del paradigma neoliberal.

A estas alturas parece evidente que hace falta algo más; una lectura que entienda qué se juega a nivel político en el régimen farmacológico. Con la crisis del paradigma neoliberal también ha entrado en crisis el punitivismo. EEUU y Alemania, junto a muchos otros países, han avanzado tímidamente en el cambio de paradigma. La regulación del cannabis ha abierto una vía a otras sustancias que sirven de contrapunto a la tragedia del fentanilo: psilocibina, MDMA, ketamina, LSD y otros psiquedélicos ofrecen hoy una arena donde se agudizan las contradicciones en el seno del bloque oligárquico. La cuestión es si los servicios de salud pública se harán cargo o se dejará al mercado negro.

Y así, la cuestión del fentanilo reclama ser enmarcada bajo otra perspectiva. Aún está por ver hasta dónde alcanza la política reaccionaria del trumpismo en articular un régimen farmacológico alternativo al que ha originado y sostenido la crisis del fentanilo. El “trumpismo ácido” (psiquedélicos para las oligarquías, benzodiacepinas para las clases medias, fentanilo para las clases bajas) podría ser la opción emergente que habita ya el bloque reaccionario y disputa el futuro al viejo punitivismo.

Pero, entre tanto, ¿qué tiene que ofrecer el progresismo al respecto? ¿Dónde se encuentra, más allá del “comunismo ácido” del malogrado Mark Fisher, una reflexión que entienda desde donde se puede enunciar hoy una estrategia ganadora en el terreno farmacológico que, al fin y al cabo, no deja de ser el de nuestro propio régimen de consumos y consciencia? Recuperar la iniciativa no solo requiere hoy entender y explotar las contradicciones del bloque oligárquico. Se trata, por encima de todo, de ser capaces de ofrecer una comprensión distinta a la impuesta por cuatro décadas de punitivismo neoliberal.

Raimundo Viejo Viñas. Es un activista, profesor universitario y editor.

Fuente: https://ctxt.es/es/20250501/Politica/49226/raimundo-viejo-vinyas-aranceles-fentanilo-geopolitica-eeuu-taiwan-china-pelosi-trump.htm