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China: socialismo de mercado

Fuentes: Rebelión

Al menos desde 1500 China fue la economía más productiva y avanzada del mundo, según Angus Maddison, de la OECD.

No es extraño entre estudiosos suponer que lo fue también desde el siglo X, o antes. (Todo lo cual subraya que el mercado mundial existe desde hace miles de años y no desde el siglo XV como suelen narrar literaturas occidentales. En 1430 China realizó su última expedición comercial precolombina a Suramérica, encabezada por el almirante Zheng He.) La economía de India seguía de cerca la china, y la superó en 1700 por breve periodo. En el siglo XIX las potencias occidentales colonizaron a China en una medida importante y la destruyeron política y económicamente, sobre todo Inglaterra en la década de 1840 con las ‘guerras del opio’.

En 1890 Estados Unidos ocupó el primer lugar en Producto Interno Bruto (PIB); India el segundo, China el tercero. A pesar de todo la economía china se acercaba a las de Alemania, Reino Unido e India. En 1980 Estados Unidos estaba en primer lugar seguido de Japón, Alemania, Italia y Francia. India iba en noveno lugar. Recién integrada al mercado mundial, la República Popular de China empezaba su reforma y reorganización socioeconómica. En 2010 el ascenso veloz de China era obvio. Seguía a Estados Unidos; India estaba en tercer lugar. En 2014 China sobrepasó a Estados Unidos –según el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial– en PIB (ajustado al poder adquisitivo).

La reforma que el Partido Comunista empezó a fines de los 70 señaló el desarrollo progresivo de las fuerzas productivas, en lugar de la lucha de clases, como motor del cambio social. El nuevo grupo dirigente denunció la ‘Revolución Cultural’, esto es, las movilizaciones populares, mayormente de estudiantes y jóvenes, que se desataron por varios años desde 1966 –apoyadas aunque no controladas por Mao Zedong, Zhou Enlai y otros líderes– exigiendo más radicalización socialista y condenando, incluso con violencia y coerción física, grupos e individuos presuntamente privilegiados, poderosos o ‘aburguesados’. Con sus extremismos y excesos, y un caos que amenazó con desintegrar el estado, la Revolución Cultural mostró tradiciones chinas de cuestionamiento y rebelión ante las autoridades, y que la participación política popular radical y espontánea era parte del socialismo chino.

La reforma de fines que inició en 1978 fue parte de la búsqueda de métodos para aplicar el marxismo en China. Evolucionó en direcciones inéditas y avenidas nuevas a escala global. La estrategia china une: i) la construcción nacional, ii) el desarrollo económico (de un país emergente, excolonial y pobre) y iii) el objetivo socialista. La política oficial denunció proyectos que Mao –fallecido en 1976– había auspiciado, también buscando rutas acertadas, de veloz estatalización ‘totalitaria’ de la economía, en parte inspirados en los de Stalin en la Unión Soviética. Fue especialmente objeto de crítica el ‘Gran Salto Adelante’, que entre 1958 y 1962 intentó aumentar la productividad mediante industrialización a todo tren y colectivización agrícola, y culminó en un desastre que incluyó hambrunas con alta cantidad de muertos en algunas áreas. El volumen del desastre, sin embargo, sigue siendo motivo de controversia; a menudo se suponen conclusiones y datos con fundamentos insuficientes. La controversia ha estado impactada por propaganda occidental que simplifica la crisis del Gran Salto y tergiversa sus efectos, impidiendo análisis objetivos; y por la evaluación, posiblemente sesgada e interesada, que de esa experiencia hizo el grupo que sustituyó a Mao en la dirección del partido. Deng Xiaoping, formulador y teórico de la ‘reforma y apertura’ de 1978, ha sido representante principal –político e intelectual– del impresionante ascenso de China desde fines del siglo XX.

Los medios de difusión y literaturas del Partido Comunista destacan los iconos –para significar sus contribuciones– de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao, Deng y Xi Jinping. A la vez reconocen las contradicciones y debates en la colectividad a lo largo de su historia. Xi ha desarrollado ideas de Deng del socialismo de mercado combinado con planificación estatal, donde operan empresas privadas, cooperativas y otras, y las del estado dominan. Deng advirtió que economía planificada no tiene que significar socialismo, ni economía de mercado tiene que significar capitalismo: puede haber economía socialista de mercado. Un ‘socialismo con características chinas’ respondería a la historia y cultura chinas y a la enorme población, territorio y productividad de China y su potencial comercial, político y de influencia moral e intelectual en el mundo. Xi ha formulado sus conceptos propios, integrado contribuciones anteriores, y dado impulso al meteórico ascenso chino.

La perspectiva china del desarrollo de las fuerzas productivas como motor del socialismo y la revolución recuerda la tensión entre los énfasis que hace Marx, unas veces en las fuerzas productivas y otras en la lucha de clases, como el motor que transforma las relaciones de producción, es decir, las relaciones políticas, de clases, poder y propiedad.

Cheng Enfu y D. Xiaopin indican que la visión económica china incluye:

A) Sostenibilidad económica mediante expansión de la ciencia y la tecnología; éstas son dirigidas a mejorar la calidad social, la eficiencia, y la protección del ambiente. Incluye protección de los derechos de propiedad intelectual, esencial para el comercio internacional y las exportaciones, por ejemplo de producciones electrónicas y digitales;

B) La producción persigue elevar la calidad de vida del pueblo. La plusvalía se dirige a producir más y mejores valores de uso para el pueblo. El ‘desarrollo’ consiste en elevar la calidad cultural y material de la vida popular, un proceso continuo;

C) En los derechos de propiedad tiene siempre prioridad la propiedad pública. Hay diversidad de propiedad privada, pero los capitales nacionales y extranjeros operan bajo la primacía de la propiedad y economía públicas. El carácter mixto de la economía no ha de lesionar la preminencia de las empresas del estado. El gobierno controla y regula los negocios privados, incluso para garantizar que los trabajadores puedan tener acciones, y atajar la corrupción;

D) En la distribución de la riqueza tiene primacía el trabajo (no el capital). Guían la distribución de la riqueza la reproducción y mejoramiento de las condiciones de los trabajadores. Regularmente hay aumentos de salarios, y los recursos sociales se asignan según las necesidades de la prosperidad colectiva. El estado lucha persistentemente por reducir la desigualdad, la polarización socioeconómica y la brecha entre ricos y pobres. Esta lucha constante no elimina todavía la gran desigualdad en China relativa a la acumulación privada de riqueza y los valores netos por familia, que coexiste con condiciones progresistas del pueblo trabajador y con los salarios formal y social; es un tema de controversia;

E) El estado conduce el mercado, no al revés, y regula la economía en lo legal, fiscal, administrativo y ético;

F) Combinación de desarrollo acelerado y alto rendimiento. Se prioriza la calidad sobre la rapidez. La producción debe transitar de una extensa de rápido crecimiento a una intensiva de alta calidad. El estado procura un balance adecuado entre la producción social y la demanda, en un desarrollo para toda la nación, no meramente algunos sectores de ella. Persigue una distribución estructurada, a través de las diversas industrias y sectores, de fuerza de trabajo, recursos, herramientas, materiales, etc.; y que la manufactura vaya de un nivel bajo-medio a un nivel medio-alto. Destaca la producción de alta tecnología y la atención a la ecología;

G) Soberanía económica y a la vez apertura, notablemente a empresas privadas extranjeras. En su relación con estas últimas el estado controla y regula las acciones, tecnologías, principios y estándares tecnológicos, y las marcas. Es una apertura a contribuciones tecnológicas, científicas e intelectuales de países occidentales, así como de las otras regiones. La Iniciativa de la Franja y la Ruta es un proyecto de inversiones internacionales de gran envergadura que viene produciendo una nueva arquitectura financiera mundial y una nueva institucionalidad de regulación financiera internacional.

Justin Yifu Lin, decano honorario de la Escuela de Desarrollo de la Universidad de Beijing y execonomista del Banco Mundial, señaló en 2020 que las fuerzas del crecimiento económico de China serán cada vez más el consumo doméstico y las inversiones; el mercado doméstico deberá cultivarse más efectivamente, para desatar el gran potencial que el país tiene para un crecimiento de alta calidad. Es inevitable el cambio de una economía orientada a la exportación a una dirigida al consumo nacional y la inversión, ya que están creciendo los ingresos familiares y el sector de servicios. La proporción de exportaciones en el PIB de China bajó de 35 por ciento en 2006 a 17 por ciento en 2019. Es inevitable que China concentre su economía en su inmenso mercado doméstico, dado el aumento en el ingreso familiar, aunque las exportaciones seguirán siendo importantes, dijo. China seguirá usando las ventajas de su competitividad en el mercado global y abriéndose a compañías extranjeras para proveer al mercado nacional productos de alta calidad a bajo costo.

En mensaje ante el Comité Central del Partido Comunista en 2022, Xi subrayó que el capital es factor importante en la economía de mercado socialista y llamó a ‘regular y guiar un desarrollo saludable del capital, de acuerdo a la ley’. Debemos, declaró, profundizar nuestra comprensión de los diferentes tipos de capital y los roles que juegan, y regularlos y guiarlos para un desarrollo efectivo, e impulsar la función positiva del capital como factor importante de la producción. El Partido Comunista, añadió, promueve los principios básicos del marxismo a la vez que explora políticas para regular y conducir el capital de acuerdo a las condiciones actuales y el desarrollo de China.

Desde fines de los 70, con la ‘reforma y apertura’, el país se ha sacudido de las constricciones de una mentalidad obsoleta en la cuestión de la propiedad, y usa el capital como herramienta para colocar recursos del mercado y como medio de desarrollo económico. Un país socialista puede usar varios tipos de capital para promover el desarrollo socioeconómico. En China la propiedad pública es pilar principal y diversas formas de propiedad se desarrollan en conjunto. En su sistema de distribución de los ingresos, la distribución de acuerdo al trabajo es el pilar principal y otras formas de distribución de ingreso coexisten junto a ella. China tiene un compromiso irrenunciable con la consolidación y desarrollo del sector público, a la vez que estimula, apoya y guía el sector no público. Hemos profundizado la reforma en todos los aspectos –dijo–; dejado que el mercado cumpla el rol decisivo en la ubicación de recursos mientras el gobierno cumple el suyo; y creado un ambiente de mercado y derecho favorable para el desarrollo de todos los tipos de capital. Hemos tomado acciones vigorosas contra tendencias monopolistas, atajado expansiones desordenadas del capital, tomado medidas preventivas contra riesgos, y garantizado una competencia de mercado justa. Hemos dado atención a prevenir y neutralizar riesgos financieros, revirtiendo tendencias a que el capital se salga de la economía real, y abordado riesgos que surgen de burbujas y activos morosos. China procura una economía abierta con altos estándares, donde el mercado nacional es el principal y mantiene correspondencia con el mercado externo, apoyándose mutuamente. Durante más de cuarenta años, el capital, junto a otros factores de producción como el trabajo, la tierra, la tecnología y la data, ha contribuido al desarrollo y prosperidad de nuestra economía socialista de mercado, sostuvo.

Héctor Meléndez es profesor jubilado de la Universidad de Puerto Rico

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